Revista Medio Ambiente

Derechos y razones

Por Valedeoro @valedeoro

Derechos y razonesHe pasado unas magníficas vacaciones en Italia. Aunque tuvimos que cambiar de planes a medio camino, hemos aprovechado al máximo estos días entre los dos, sin acceso a internet, con buena comida, con paseos por ciudades con edificios antiguos, con algunos libros disfrutados y muchos sudokus resueltos. Mi aprendizaje esta vez ha sido a base de un cambio de hotel, que me ha dado la oportunidad de poner en práctica algunas practicas estoicas y de reflexionar sobre la diferencia entre tener el derecho y tener la razón.

Al llegar a Verona llegamos a una casa rural donde íbamos a quedarnos durante unos días. Después de la primera noche ya supimos que el hotel no era lo que buscábamos. Ya durante el desayuno el dueño hacía imposible cualquier conversa que no le incluyera, entrometiéndose con sus fotos, sus historias y sus recuerdos del mundo de la guerra fría. Una oportunidad singular para recordar que yo también soy inaguantable para algunas personas.

Cómo no habíamos ido a Italia para poner a prueba nuestra resistencia estoica decidimos cambiar de casa rural. Avisamos al dueño del hotel con un día de antelación, que el mismo momento sacó la lista de las multas para comunicarnos que tendríamos que pagar la multa completa por cancelación.

Tener el derecho vs tener la razón

Me quedé sorprendida. No por la multa, (siempre leo la letra pequeña de las reservas) sino por la falta de visión de la persona. Se había fijado tanto en la cuestión de la multa que nos podía exigir que no se interesó ni por las razones de nuestra salida prematura, ni por las mejoras que quizás se podrían hacer fácilmente para evitar que se repitiera la experiencia con otros huéspedes. Al concentrarse solamente en su derecho de cobrar una multa, perdió la oportunidad de mejorar su servicio y así ganar muchas reservas más en el futuro.

[Nota aparte de una que trabaja en internet: Si ofrezco mi hotel a través de internet y hago mucho hincapié en los comentarios de la página web, no sería más lógico intentar averiguar qué es lo que ha molestado a los clientes, en vez de darles más razones para dejar comentarios negativos?]

Debo reconocer que todas mis prácticas del estoicismo en este momento no me sirvieron. Fue el mejor marido del mundo el que siguió con la conversa cuando yo, exasperada, me retiré del constante “yo tengo el derecho, yo tengo el derecho”.

Me pregunto cuantas veces yo  me quedo atrapada en algún derecho, olvidando que solo porque tengo el derecho, a lo mejor no tengo la razón y vale la pena incluir otros puntos de vista en la decisión final. Tengo el derecho de cambiar de trabajo con tan solo 2 semanas de antelación, pero quizás sería más razonable de darle más tiempo a la empresa para organizar mi salida. Tengo el derecho de que el cliente me pague este mes, pero quizás haya razones por las cuales me conviene ofrecerle el pago en dos mensualidades para aliviar la carga inmediata de una urgencia que desconozco. Tener el derecho no significa tener la obligación de ejecutar este derecho, pero sí la opción de hacer lo correcto.

Mientras aquel primer hotel se quedará en el olvido para siempre, sí que quiero recomendar el segundo hotel donde pasamos 3 maravillosos días. Le Case di Campagne es una apuesta segura para pasar un periodo de tranquilidad en las cercanías de Verona. Las habitaciones son muy espaciosas y me han ganado con los detalles (aire condicionado preprogramado en 26º, paneles fotovoltáicos, bolsas de basura de almidón de patata) y con la dulzura del personal. Así que, si piensas en explorar la región de Romeo y Julieta, el lago de Garda y los viñedos de Boloña, no dudes en quedarte en este hotel.


Imagen: Sint Smeding / flickr


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