Revista Educación

Desapego preelectoral

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Desapego preelectoral

Una que nació en el seno de una familia comprometida políticamente, en la que los asuntos de actualidad política han formado parte de las conversaciones cotidianas, porque como dice aún mi madre "todo es política, y quien diga lo contrario, miente"... Una que la primera vez que votó lo hizo por Correos, porque había empezado a estudiar fuera de casa y, a pesar de no saber bien qué partidos y programas se presentaban en sus Islas, realizó un esfuerzo por informarse y ejercer su derecho... Una que nunca ha entendido a quien decidía no votar porquetodoselasuda... Una que se machaca en cada periodo electoral para votar siempre a conciencia -obviamente con una base que viene desde casa-, con el mayor conocimiento posible de los programas electorales... Pues resulta que esa una se encuentra, a menos de tres meses para las elecciones, más desilusionada y huérfana que cuando los Reyes Magos le trajeron la bici color verde manzana y no roja, como la de su amiga Marta.

No es comprensible que partidos de izquierda, que componen hoy la coalición del Gobierno de este país, hayan sido incapaces de sacar juntos la reforma de una ley tan importante para las mujeres, para el feminismo y para la sociedad en general como la conocida del ' solo sí es sí'. Es descorazonador comprobar que quienes resultaron elegidos por la mayoría del electorado en las últimas generales para dirigir las riendas de nuestro país son incapaces de modificar parte de una ley compartida en un alto porcentaje de su espíritu.

Y no pretendo entrar precisamente en el quiz del conflicto entre ambas formaciones, porque la redacción de esa reforma es lo suficientemente compleja como para que yo simplifique, además sin conocimientos jurídicos. Pero sí puedo, como votante, lamentar lo que veo, leo y escucho a mi alrededor. Sí puedo decir que por mucho que ahora escondan la piedra bajo la mesa han sido incapaces de acordar una posición común; sí puedo concluir que si el arte de la política se queda en ver quién grita más, en quién tiene la culpa o quién lo propuso primero, es tiempo también de poca ilusión, de pensar en cuál es el nivel de quienes nos representan. Atrás quedó el bonito concepto del bien general que tanto vociferan.

Y así las cosas, si leyes tan importantes como la citada acaban como lo han hecho, ¿qué podemos esperar del resto de normas o acuerdos que como sociedad esperamos de quienes nos gobiernan y no son tan destacadas? ¿Es solo postureo preelectoral? Y si no lo es, ¿qué pasaría si como sociedad, como electorado provocamos la abstención masiva como narró Saramago en su Ensayo sobre la lucidez? Sé que no sucederá, pero tampoco nos imaginamos nunca vivir encerrados en 2020.

¿Y qué me dicen si, ante la incapacidad de ese acuerdo, al menos uno de cada bando negociador se manifiesta ante la opinión pública y lamenta y pide disculpas por no haberlo logrado, por haber fracasado en el intento? Se me ocurre pensar que quizá ante la derrota humana surja algún halo de conmiseración por parte de sus votantes. Después nos hablan, preocupados, del desapego y se preguntan por qué. ¿Se les ha ocurrido pensar con qué fin los elegimos?


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