Revista Ebusiness

Descuentos de risa

Por Javiergarcia @Untendero
Descuentos de risa

El otro día, una amiga, colega de profesión, preguntaba en Facebook acerca de nuestra opinión sobre la última tendencia de marketing que consiste en ofrecer descuentos astronómicos. Más concretamente, preguntaba si nos parecían reales o ficticios.
En general, las respuestas coincidían en apuntar que son un engaño, pero como siempre hay opiniones para todos los gustos, una de las foreras pensaba que, al menos un comercio, conocido por todos, pero que nadie cita, sí que ofrecía estos descuentos reales, e incluso ofrecía una explicación para hacerlo más verosímil a cualquiera:

Marca que no cito "si hace esos descuentos reales, lo que pasa que el descuento lo asumen las marcas. Y lo pueden asumir gracias a haber vendido con mucho más margen a precio completo. Y lo del 70 suelen ser prendas de temporadas anteriores que las vuelven a meter en tienda. Si en algún caso se ha engordado el precio para aparentar rebajas eso es denunciable pero vamos que si conoces el producto sabes su rango de precio"

Y le contestaban:

"A lo que me refiero es que los precios se inflan enormemente de antemano. Está claro."

A lo que respondía:

" No se hace eso como norma. Igual una tienda pequeña cuela pero un sitio grande no puede actuar así"

Respetando todas las opiniones, me resulta incomprensible que alguien pueda pensar de este modo. Precisamente, porque siempre he pensado que solo grandes superficies pueden ofrecer descuentos y promociones de este tipo, porque son incontrolables. En primer lugar, son incontrolables para el cliente porque no puede hacer un seguimiento prenda a prenda de las existencias, ya que en la mayoría de las ocasiones tienen una intensa volatilidad. Y en segundo lugar, porque les es muy fácil respetar la normativa y, al mismo tiempo, engordar los precios para posteriormente hacerles un descuento estratosférico. Los precios son libres y no están sujetos a ninguna normativa.
Por otro lado, el pequeño comercio, que vive de una clientela más o menos cerrada, tiene sus artículos perfectamente controlados por los consumidores, por lo que difícilmente puede engordar sus precios sin delatarse.
No voy a pontificar sobre si las grandes superficies aplican, o no, estas políticas comerciales, pero de lo que sí estoy seguro es de que lo tienen mucho más fácil que el comercio local para hacerlo. Y el que pone la tentación, pone el peligro.
En definitiva, que no comprendo cómo se puede mantener una confianza mayor en las grandes superficies comerciales que en el pequeño comercio, como no sea que nos deslumbremos con su gigantismo o que pensemos que es cierto el viejo adagio popular que dice que "la mierda es buena porque millones de moscas no pueden equivocarse". Y tan felices.


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