“En el desierto
aprendes a beberte
tus propias lágrimas”.
– Escandar Algeet
Tan mudo
como un niño
el primer día de escuela,
como un padre
que no llega a fin de mes,
como un mago
negándose a desvelar su truco.
Tan seco
como una sirena
en una ambulancia,
como un Martini
queriendo apagar la sed,
como el beso con lengua
de los muertos.
Tan inerte
como una piedra
en la Edad de Hierro,
como una flor
en manos de un dictador,
como todas esas cosas
que no pueden ser.
Tan abandonado
como el papel de regalo
del presente,
como el futuro
de un novio en el altar,
como el refugiado
que intenta huir de su pasado.
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