Revista Opinión

Despido a la española

Publicado el 09 junio 2009 por Crítica
Despido a la española La necesidad de cambiar la legislación laboral es imperiosa en España. La crisis sólo ha acentuado la premura en hacerlo.
¿Por qué en España se dobla la tasa de paro de Europa? La respuesta es por dos motivos: uno, por culpa de las Administraciones públicas que han buscado capitalizar el 'éxito' de la burbuja inmobiliaria, para beneficiar a sus respectivos partidos políticos. El segundo motivo es que para muchos empresarios el despido es la forma más cómoda y barata de reajustarse.
La ley laboral española abre la puerta a todo tipo de picaresca empresarial, porque es plana en su filosofía. La ley laboral española lo que hace es atar a un trabajador a una máquina e impedir que ese vínculo se rompa definitivamente; sólo entonces hay indemnización, pero nunca sanción. Esta forma de ver el mercado laboral es anacrónica, y está influenciada por el sindicalismo marxista que ve la relación del trabajador con el trabajo del mismo modo instrumental.
Con una filosofía tan rancia y alienante, el empresario tiene todos los ases en la manga, como ahora podrá comprobarse. Esto tiene un efecto perverso, que es convertir al empresario en el enemigo del trabajador, otra influencia marxista de nuestra legislación laboral. El empresario puede ser benévolo o malévolo a su criterio discrecional y con la ley en la mano. Puede premiar con un despido y también beneficiarse de él, cuando la ley está especificamente redactada para que no se beneficie ni el trabajador ni el empresario. De hecho, en España se ha despedido a 2 millones de personas en un año y nadie podrá hacer creer se han pagado 2 millones de indemnizaciones, porque es sencillamente ridículo.
Entonces ¿Cómo funciona el despido a la española? O sea, el despido libre con beneficios para el empresario. ¿Cuál es su incidencia? ¿Cual es la carga para el Estado? ¿Cómo queda la moral del trabajador después de pasar por ello? Vamos a poner un ejemplo para aclararlo.
La empresa Despidos S.A. tiene 30 trabajadores, por tanto es una pequeña-mediana empresa. La dirección es familia entre sí, así como algunos de los operarios, que son hijos, sobrinos, novios, cuñadas, etc. Entre todos ellos son 10 personas. Los veinte restantes son trabajadores contratados con una antigüedad variable de entre 1 y 10 años.
Como los pedidos no entran, los trabajadores no se implican lo suficiente y la cosa está mal, el empresario decide que tiene que despedir a 10 empleados, para ello habla con su consultoría. Un vez instruido empieza a seguir los pasos de la operación de ingeniería laboral que a los 6 meses ha de dar como resultado esos 10 despidos sin coste para la empresa, en incluso con beneficios.
El primer paso es dejar de pagar las nóminas a los 10 empleados a los que se quiere despedir. El empresario sabe que ningún juez resolverá un despido favorable al trabajador si no se le adeudan 4 nóminas o más. ¿Y quien vive con 4 nóminas pendientes en un pais en el que ahorrar ha estado penalizado por los bajísimos tipos de interes, y casi todo el mundo se ha metido en hipotecas, coches y reformas? No nos engañemos. _Obviamente no se les dice a los trabajadores que se les ha cortado el grifo de los ingresos: se argumenta que es un retraso debido a la situación de crisis, que se irá alargando en el tiempo, y que puede dulcificarse con algunos “anticipos” discrecionales a cuenta de las nóminas que aún no se han pagado. Estos anticipos tranquilizarán un poco a los trabajadores beneficiados, serán un acicate para hacerles avanzar en sus tareas, les empujarán a buscar trabajo como precaución, y sobre todo protegerán al empresario de ser acusado de dejar de pagar arbitrariamente en los juicios que habrán de venir.
A los dos meses habrán pasado por la mesa del empresario casi todos los 'agraciados' para interesarse por sus nóminas. Entonces el empresario se quejará de la crisis y de que está atado de pies y manos, pero se ofrecerá a arreglar los papeles del paro si elige salir de la empresa. Naturalmente antes de eso, el trabajador tendrá que terminar aquello que tenga entre manos, y de una forma satisfactoria para la empresa. Si el trabajador acepta, el empresario impondrá una forma de pago aplazada de las nóminas que adeuda. Contando con las dos nóminas que ya le debe, y el mes que el trabajador debe permanecer para terminar proyectos, o documentar su trabajo para el que venga a reemplazarle; redondeando el empresario habrá dejado de pagar 3 nóminas a 10 trabajadores. Y solo han pasado 4 meses.
Pero no todos los trabajadores se sentarán en la mesa del jefe. De diez, siempre habrá un par de refractarios que tengan ahorros, que no tengan que pagar hipotecas ni colegios, que se piensen erróneamente que un despido es una oportunidad de cobrar algo extra, o que odien tanto a la empresa como para afrontar un despido en crudo. Estos trabajadores se dedicarán a tocarse las narices a partir del día 10 del primer mes y a envenenar el ambiente de trabajo con sus quejas. Esta actitud será lo que necesita el empresario para demostrar ante los demás trabajadores que esos dos son un problema para la empresa. A los 4 meses esos dos trabajadores es muy probable que sean unos apestados y que sólo se hablen entre sí.
La rueda sigue girando así que estos dos trabajadores serán finalmente despedidos. El resto han aceptado su despedido improcedente para cobrar el paro, y esperarán ir cobrando las 3 nóminas que les adeuda la empresa. A los cinco o seis meses se darán cuenta que no va ser así, por lo que puede que uno o dos de ellos pongan una demanda “por cantidad” en los juzgados, que se cobrará 3 o 4 meses después, pelada de todos los extras, eso si no se acogen a la oferta del abogado de la empresa, durante el acto de conciliación que probablemente no llegue al 50% de la cantidad adeudada.
Por el momento el empresario ha dejado de pagar 30 nóminas de las que tendrá que devolver 12 en el mejor de los casos, 6 (3 y 3) a los dos despedidos y 6 (3 y 3) a los 2 desengañados. Eso sigue dando 18 nóminas a su favor. Si la media de los sueldos es de 1.250 euros mensuales, el empresario cuenta con 22.500 euros para hacer frente a dos despidos, que en el peor de los casos, dos readmisiones, podrían costarle 7.500 euros. Pero es que gracias a los engorrosos procedimientos de la justicia social española intuimos que también parte de estos euros se los va a ahorrar.
Porque resulta que en los 3 meses que va desde el despido hasta que salen los juicios, de los 2 que se enfrentaron al despido, uno encontró trabajo y no se reincorporará. Cuando este trabajador tenga que pedir dos tardes en su novísimo trabajo para preparar con su abogado los juicios por despido y por cantidad, más dos mañanas para las 2 conciliaciones y dos mañanas más para presentarse en los juicios, seguramente se lo piense y prefiera pasar página para no dar explicaciones de por qué tiene que ir a tantas veces a un juzgado. _O sea, que al final de 10 sólo se presenta en el juicio por despido uno. Que además lo gane es aún bastante dudoso ya que nadie de la empresa irá a apoyarle por miedo a entrar en la 'rueda de la fortuna', y los otros 9 despedidos que desistieron, no van a pasar el trago pedir un día en el trabajo para testificar en un juicio, con objeto de solucionar a otro lo que no han sabido solucionarse a sí mismos.
Pero pongamos que gana. _Se le pagan los 3 meses que ha estado fuera, y se le reincorpora. Se le sienta en una silla a tocar el arpa, y a contemplar la hostilidad de los nuevos compañeros contratados mientras estaba despedido. El resto de los que ya conoce que le consideran un problema y se muestran esquivos. A la semana de incorporarse se le ofrece cualquier acuerdo que contemple pagarle parte de lo que se le debe y arreglarle los papeles del paro. Lo más probable es que acepte, porque se dará cuenta de que después de todas las vicisitudes pasadas, sus ahorros han menguado estrepitosamente y, además, nadie le asegura que no vaya a pasarse otros 3 meses sin cobrar._Conclusión: el empresario ha despedido a 10 trabajadores que de haberlos tenido que despedir pagándoles los 45 días por año trabajado más sus sueldos hasta el último día, es posible, al final la cifra superase los 100.000 euros, poniendo una media de 5 años de antiguedad. En vez de eso se ha ahorrado cerca de 20.000 euros en nóminas y despidos. Esto no es ni siquiera despido libre, esto es lucrarse con los despidos. Y no es un caso aislado. Cuando hay 2 millones de parados en un solo año, está claro que esto es la norma.
La cuestión, es si queremos mantener una ley laboral decimonónica influenciada por un sindicalismo marxista, o queremos una ley laboral que penalice con sanciones, (y no que repare) el despido improcedente; pero que de libertad para resolver los contratos entre empresario y trabajador, eso sí, asegurando que se cobra hasta el último céntimo de euro y que se hace en forma y tiempo adecuados.
Lo que es seguro es que con la ley actual no vamos a ningún lado, más que al desastre._

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