Revista Opinión

Después de la crisis, la recrisis

Publicado el 08 febrero 2010 por Bloggermam

Después de la crisis, la recrisisMás de cuatro millones de parados son muchos parados. Muchos más de los que puede soportar la economía sumergida. Cuatro millones de ciudadanos cabreados, respaldados por familiares y amigos, son muchos votos. Los suficientes como para destronar a cualquier político. Por lo que es cuestión de tiempo el que se cambien las siglas del que esté al frente del gobierno, pero la crisis continuará.
La situación económica actual es mala. Y no sólo es que lo digamos desde dentro del país, sino que desde fuera son todavía más severos. Suena a "...nosotros estamos mal, pero España...España está mucho peor..."
He estado echando un ojo a cifras de población y de la seguridad social. No las voy a poner exacta por que aburriría con tanto numerito y mi intención no es ver si un árbol está seco, si no ver por dónde arde el bosque. 
De los casi 47 millones de personas censadas -los inmigrantes también forman parte de la economía, les guste a todos o no-, hay 17 millones y medio dados de alta en la seguridad social. Lo cual hace que se cumpla -a groso modo- una frase muy llamativa del ministro de trabajo "Dos pasivos por cada uno activo"; lo que viene a ser que cada persona activa que cotiza a la seguridad social contribuye al sostenimiento de dos personas pasivas. Yo más bien creo que lo que quería decir el Sr. ministro es lo contrario; algo al estilo de un cuarto oscuro de una discoteca de ambiente: dos activos y un pasivo. Es decir, que cada trabajador tiene uno que no conoce sodomizándole y otro que no ve tapándole la boca para que no se oigan los quejidos/gemidos, que para todo hay gustos.
Pero esta proporción de la bíblica Sodoma corre peligro de romperse generando tantos pasivos que sería imposible que quedaran satisfechos con los trabajadores en activo, por lo que pretendían hacer que nos jubilásemos más tarde, para bajarnos la cuantía de la pensión y que la media de esperanza de vida bajara por primera vez en un siglo y conseguir un gran ahorro en pensiones. La idea ha sido un tremendo fracaso, pero es cuestión de tiempo que la edad de jubilación se retrase hasta más de los setenta años, pero para eso nos tendremos que empeñar en vivir hasta los 120, aunque sólo sea por fastidiar al ministro de economía.
Una vez que me puse a mirar cifras, hubo algunas que me llamaron la atención. Por ejemplo: las pensiones no contributivas se incrementaron en más de un cinco por ciento. Lo cual me parece una barbaridad dado que este tipo de pensiones se instauraron hace un par de décadas para socorrer a un nutrido grupo de personas que habían quedado desprotegidas por la seguridad social porque los empresarios no habían pagado las cuotas, y también porque muchos de ellos habían usado ese dinero para otros fines propios. Después de tanto tiempo, el hecho de que este tipo de subsidios siga aumentado significa que el mercado laboral es incapaz de hacer que una persona cotice quince años antes de jubilarse (las de invalidez las dejamos fuera de este comentario) o que la gente se acostumbra a estar subsidiada y no le sale de los genitales currar.
De los 17 millones de personas dadas de alta en la seguridad social. Hay 7 millones ochocientos mil en el régimen general con un contrato fijo. Hay 5 millones y medio con contratos eventuales también en el régimen general y cuatro millones de autónomos. Es decir que más de la mitad de los trabajadores en activo pueden estar en la calle mañana sin que les suelten un duro de indemnización. ¿Y todavía los empresarios se quejan? Pero si lo de tener un contrato en condiciones es algo demencial. Yo hay veces que estoy tentado de enmarcar mi contrato fijo. Y la crisis no ha castigado tan duramente a ese sector de afortunados trabajadores de contrato fijo, puesto que sólo han descendido un 5 por ciento desde su máximo histórico de 8 millones doscientos mil de diciembre de 2007. Los que se han ido al paro en masa son los contratos más débiles, los eventuales y los autónomos que tienen que cesar en su actividad para no generar más pérdidas. Si el despido de los trabajadores fijos fuera más barato, ahora mismo habría un millón más de parados.
Seguí mirando números y me fijé en que hay del orden de 8 millones de personas menores de 18 años y casi los mismos mayores de 65 años. A estos si que no se les puede exigir trabajar. Luego tenemos 17 millones de personas trabajando. Eso ya suman 32 millones de personas. Si sumamos los 4 millones de parados que quieren trabajar llegamos hasta los 36 millones. Hasta llegar a los 47 millones de censados, obtenemos que hay unos 10 millones de personas que deberían estar trabajando y no quieren trabajar. Vale que una parte de esos 10 millones está enferma, prejubilada, en la cárcel, o de botellón. Pero no creo que completen esa enorme cifra de gente en edad de trabajar y que no trabaja.
El problema no es que haya 4 millones de parados, si no que hay 14 millones tocándose los huevos. Unos obligados por las circunstancias, los menos; y los más por que directamente no les ha hecho falta para salir adelante.
Después de la crisis, la recrisis
En definitiva las cifras son mucho más crudas que las palabras de los políticos que intentan capear el temporal sin margen de maniobra. El siguiente gráfico muestra como la economía empieza a desinflarse hace 5 años y se desploma en picado hace 2 años. A partir de ahí se pueden hacer todas las elucubraciones posibles sobre cómo se remontará la situación, pero la mayoría de la gente es consciente de que todo lo que cae a peso mierda cuesta mucho frenarlo en su caída y que desde luego no se puede levantar a la misma velocidad.
Y como desde luego no se va a levantar es haciendo caso a los verdaderos responsables de la situación: los todo poderosos empresarios anclados en una concepción de capitalismo exhacerbado en el que sólo tiene cabida la actividad que más dinero da, con el menor esfuerzo posible. En este caso el lícito negocio de la especulación y de la construcción.
Las soluciones que se intentan desde el gobierno son tiritas, que no van a la causa de los problemas. Se vuelve a incidir en los mismos males endémicos que padecemos en este país. Se da dinero a los bancos para que sigan especulando. Se subvencionan las obras para colocar mucha mano de obra no cualificada que viene de la construcción. Y se intenta convencer a la gente de que compren los cientos de miles de viviendas vacías de nueva construcción.
Medidas como subsidiar la compra de viviendas en stock para conseguir construir más sólo sirven para salvar los muebles de los que nos metieron en esta situación. Incentivar la compra de coches es como hacer una dieta de adelgazamiento a base de postres. Con ideas de este tipo, ¿quién se podrá reír de una mosca que se da cabezazos contra un cristal?
Lo que hay que reformar no es el mercado laboral si no el mercado empresarial, que es el que no funciona. Ahora hay una buena oportunidad de hacer las cosas de otra forma. Hay que olvidarse de juntar ladrillos que es fácil y daba mucho dinero, pero ya hay muchas más viviendas que gente. Y la compra de viviendas debe ser una consecuencia de que la gente tiene una economía saneada, no la causa de una economía potente. Por otra lado tenemos una legislación que permite mercadear con los derechos reconocidos en la constitución.
Hay que identificar en qué sectores se pueden crear empresas que se conviertan en referente mundial, pero no hay que pensar en que las empresas que hay ahora se lucren de esos nichos de creación de riqueza, si hay que crear una empresa nueva, se crea con el respaldo del estado si es preciso; y no al amparo de empresarios viciados por contratos blindados.
La lucha contra los lobbys encubieros estaría servida. Y algo tan evidente como sacar al mercado un coche eléctrico eficiente, que se podría diseñar, patentar, construir y comercializar desde España, sería inviable. De modo que eso lo harán las marcas establecidas en el mercado con base en otros países; y en ese cometido emplearán a ingenieros recién salidos de la universidad y subvenciones estatales. En el fondo la única diferencia sería que tienen una marca por detrás.
Hay que decidirse a invertir en investigación y desarrollo y no tener miedo al fracaso. Porque la mayoría de las investigaciones suelen ser un fracaso comercial a pesar de ser buenas ideas teóricas. Hay que ser un necio para pretender que el primer proyecto de investigación va a dar beneficios inmediatamente. Pero a fuerza de insistir se conseguirán proyectos innovadores que se concreten en productos comerciales que generen riqueza y puestos de trabajo. El último martillazo es el que rompe una roca, pero hacen falta todos los anteriores.
Hay que ser competitivos, pero sólo se quiere hacer bajando el sueldo a los trabajadores y haciendo que trabajen durante más tiempo, cuando lo inteligente es cambiar el modelo laboral, con horarios que permitan que la gente trabaje de forma eficiente y no pendiente de que tiene que estar cumpliendo el horario en el puesto de trabajo porque le vigilan. En el otro lado de la balanza está el trabajador que necesita ser vigilado, fruto de un grave problema educacional. Hay que formar a la gente para que se incentive la participación. Hay que cambiar la actitud de los que sólo son empresarios por lo que ganan, pero que no llegan a tendero de barrio marginal.
Si continuamos insistiendo en las mismas conductas que nos llevaron a la ruina, no saldremos de esta crisis, si no que iremos de cabeza a la recrisis.
Fdo.: keagustitomekedao


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