'Desterrada', de Mary Elizabeth Braddon, fiel reflejo de una època

Desterrada, el título que hoy os presento, es una novela de las denominadas sensacionalistas de Mary Elizabeth Braddon. Si queréis conocer a la autora y su época, para situar un poco la obra en su contexto, os remito a la entrada que de El secreto de Aurora Floyd, una de sus novelas más populares, hice en su momento y que podéis leer AQUÍ.
Desterrada no puede ciertamente ser incluida en el grupo de sus sus mejores obras pero no por ello deja de disfrutarse como muestra de un género literario entonces en pleno éxito y espejo de un tiempo.
Toda la acción se desarrolla en Darnel Park- la residencia de los Darnel en la que vive sir Darnel con su segunda esposa, la enigmática Lady Darnel, su dulce y joven hija habida en su primer matrimonio, Miss Grace, y su hermana, la maliciosa Miss Darnel- a excepción de ciertos acontecimientos, contados en retrospectiva y de suma importancia en el devenir de la historia y sus protagonistas, ocurridos en París, y se centra principalmente en siete personajes, los cuatro ya mencionados y el coronel Weldon Stukely- amigo de sir Darnel, padrino y confidente de su hija y el encargado de poner un poco de orden- el misterioso artista Victor de Camillac y el rico y enamorado Lord Edward Colchester.
Sobre estos personajes se abate la desgracia. Nos encontraremos una esposa con un oculto pasado que la margina socialmente, una cuñada celosa y entrometida, una hija ingenua y fiel a la palabra dada, algún truhán, un enamorado y al pobre sir Darnel entre la vida y la muerte en su cama tras recibir un disparo. Tocará a Welton Stukely resolver ese pasado, apaciguar a unos, consolar y aconsejar a otros, dar con el asaltante que ha disparado. En definitiva, actuar. Con sir Darnel postrado él es el único varón en la casa y por tanto solo él puede moverse libremente, disponer de dinero propio si fuese necesario, el único con independencia y autonomía personal.

Mary Elizabeth Braddon (1837-1915)

Pero tras el argumento que construye la novela, sencillo y de previsible resolución, se agazapan- o mejor diría se muestran, pues son evidentes y manifiestos- un par de temas de gran actualidad en el siglo XIX y que de seguro quitaba el sueño a más de una de las ávidas lectoras de Braddon. Uno de estos temas es el del alcoholismo.
Desde 1840, la dipsomanía se definía como una estado de ebriedad persistente, como la necesidad insistente y mórbida de ingerir alcohol. Unos años después, en 1852, Magnus Huss acuñó el término 'alcoholismo' tanto para los efectos del alcohol en el organismo humano como el estado en que quedaba postrado el individuo por su abuso. Durante todo el siglo tanto los expertos como los laicos en la materia utilizaban los términos "borrachera habitual" o "borracho habitual" para distinguir la adicción de la borrachera ordinaria, menos frecuente y que podía ser consecuencia de una alegre y desinhibida celebración .
Pero en 1880, la primera sociedad profesional del Reino Unido dedicada a la investigación de las enfermedades asociadas al uso y abuso de drogas y alcohol- se autodenominaba Sociedad para el Estudio y Cura de la Embriaguez- acuñó un nuevo término, "inebriety". Este término, "embriaguez", se ajustaba a la filosofía de la Sociedad y de su fundador, Norman Kerr, que creía que el alcoholismo era una enfermedad física hereditaria. 
"Inebriety is generally recognised as a functional disease of the nervous system, often inherited."("La embriaguez se considera un enfermedad, frecuentemente heredada, del sistema nervioso."

Viñetas de la serie 'The Bottle' ('La botella'), de George Cruilshank, de 1848

No sería hasta la Primera Guerra Mundial cuando esta Sociedad- bajo el nuevo liderazgo de William Collins- empezó a utilizar menos el término "embriaguez" en favor de "adicción", anticipando con ello una nueva teoría que consideraba el alcoholismo una enfermedad de la voluntad, esto es, más una cuestión psicológica que física, tal como hoy en día la concebimos. 
Cut by the County (título original de Desterrada) fue publicada en 1887 en pleno auge de la creencia de que el alcoholismo era una cuestión hereditaria. Comprensible, por tanto, que para un lector del siglo XXI el enfoque que a esta problema se da en la novela quede un tanto desfasado, pero es, y desde esta perspectiva ha de entenderse, un espejo certero del modo en el que este problema, muy polémico y preocupante a finales del siglo XIX, se vivía en aquel entonces. 

Añadido a este tema del alcoholismo, se encuentra en Deseperada el del llamado 'breach of promise of marriage', o incumplimiento del pacto establecido al dar palabra de compromiso matrimonial. Este incumplimiento podía ser, y era, legalmente denunciado. Lo más frecuente era que fuese el hombre el que faltase a su palabra dejando, en mucho casos, a la mujer con un bebé en brazos; las mujeres eran más leales a ese pacto quizá porque de no serlo la vergüenza y el estigma social hacía en ellas mayor mella, el incumplimiento de la promesa tenía para ellas un muy alto coste. 
Una de las protagonistas de Desesperada se verá en esta difícil situación; no es complicado imaginar la congoja con la que una lectora del XIX leería esta historia, empatizando con suma facilidad con el personaje y sus angustias. Lejos, muy lejos queda sin embargo esto al lector/a actual pero el contextualizar un poco la historia contribuirá desde luego a su comprensión y disfrute.
Es Desesperada, para lo bueno y para lo malo, una obra hija de su tiempo. Las mujeres que se nos presentan son mujeres pasivas, ancladas a unas estrictas normas sociales, víctimas de la virtuosa y humilde imagen que permanentemente han de dar viéndose en la necesidad de ocultar, disimular, callar, mentir. Lo más duro es la suma facilidad con la que muchas mujeres reales lograban identificarse con esos personajes de ficción. Como la vida misma. Solo que en la ficción novelesca la autora puede garantizarnos un final feliz.     
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