De eso que una agota casi hasta el último día de vacaciones y se va al norte, a Puerto de la Cruz, donde desde hace cuatro años montan un festival muy guapo: el Phe Festival. Me gusta este tipo de eventos musicales porque aunque no soy una melómana ni una gran entendida, entre musiquita y musiquita de algunos grupos chulos va una haciendo relaciones públicas.
Esto de vivir en una isla hace que al final nos vayamos encontrando por ahí quienes más o menos somos de la misma quinta y de los mismos gustos. Lo admito: yo fui al Phe para pasar un rato con las amigas, hablar con los conocidos que me voy encontrando, tomarme unas cervecitas y algún pinchito y ver moderneo, además especialmente de escuchar a De Pedro.
El buen sabor de boca que me dejó el festival el año pasado me animó a repetir este. Ya solo me falta pegarme los dos días para que me den la pulsera amarilla. Y esto de que casi retransmitamos en directo a través de nuestras redes sociales instantes de los que vamos viviendo casi me conduce a desvirtualizar al gran Carlospú, siempremediero de pro. Ya lo comentaba hace algún tiempo en una serie que escribí sobre algunos de mis compañeros y compañeras de blog: a Carlospú es como si lo conociera de toda la vida y no lo he visto nunca.
Pues eso, que andábamos los dos en el Phe, entre tantos, y un cruce de fotos instagrameras nos dio la pista. Lo que pasa es que una comenta, el otro lee, responde y para cuando la primera ve la respuesta ya pasó el festival. Así de eficaz todo. Luego vuelve la rutina y la cosa es más complicada.
Esto no puede volver a pasar, señor, será cuestión de poner remedio. Te propongo que te subas al escenario la próxima, que seguro desde abajo te localizo, nos pondremos cara y hasta podemos brindar y comernos una croqueta 😉
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