Revista Infancia

Detrás de un adulto feliz se halla una infancia socialmen...

Por Jmburson @jmburson
Detrás de un adulto feliz se halla una infancia socialmente conectada.
Detrás de un adulto feliz se halla una infancia socialmen...

Retomo el blog después de meses semiabandonado. Las ideas se agotan, y es preciso tomar tiempo de distanciamiento y silencio. Lo reinicio a la luz de las lecturas que practico en el curso que llevo a cabo sobre la Ciencia de la Felicidad  https://courses.edx.org/courses/BerkeleyX/GG101x/1T2014/infoun MOOC impartido por la Universidad de Berkeley.Una parte del curso referida al poder de las conexiones sociales incorpora un conjunto de investigaciones que sugieren que las raíces de la felicidad se remontan a la infancia. La felicidad humana presenta un fuerte componente genético, pero también un porcentaje importante va a depender de la calidad del apego llevado a cabo en su infancia. En este contexto, los autores del curso, Profesores de la Universidad de Berkeley, se preguntan ¿cuál es el camino correcto para ayudar a niños a ser felices en su vida adulta? Un estudio reciente, publicado en el Journal of Happiness, abordó esta pregunta mediante el seguimiento de la felicidad de los niños a medida que maduraban como adultos. Según los resultados, una vida adulta feliz está mucho más condicionada por las relaciones sociales y a la facilidad de hacer amigos desde niños que por el desarrollo escolar. En el estudio, los autores siguieron a 804 neozelandeses desde la infancia hasta la edad adulta, realizando un total de 15 evaluaciones de los niños en los últimos años, la última a los 38 años de edad. Buscaban algo muy específico: la importancia relativa de las vidas sociales y académicas para el bienestar en la edad adulta. Para medir la conectividad social, observaron la fuerza de los sentimientos de apego de los participantes, haciendo preguntas como, "¿En qué medida te comunica, confía, o se siente alejado de tus padres y compañeros? También preguntaron por la participación en la organización de actividades deportivas, culturales y grupales. Por otra parte, los investigadores también calibraron los logros académicos, éstos incluyeron la expresión y comprensión del lenguaje; la capacidad de lectura, el rendimiento en los exámenes y la finalización de la escuela secundaria. Los resultados anuncian que los niños que funcionaron bien en la escuela y aquellos que disponían de una rica red de conexiones eran más felices que los adultos que sufrieron académicamente y se sentían alienados socialmente o faltos de amigos. Sin embargo, los niños más extrovertido, amable, independiente, bueno en los deportes, y con muchas aficiones, en otras palabras,  los más conectados socialmente eran más felices que los que alcanzaban mayores rendimientos escolares. "La conectabilidad social de los adolescentes determina su bienestar una década después”, según reflexionan los autores, e  "ilustra la importancia duradera de relaciones sociales positivas". El estudio compara la conectividad social con el desempeño académico, y los autores encuentran que el "efecto directo de los logros académicos de los adolescentes en el bienestar presenta un menor impacto."

Esto no sugiere que el rendimiento académico no sea importante para la felicidad, pero no es un predictor tan certero como las conexiones y relaciones sociales. Dicho esto, la evidencia sugiere que el éxito académico también lleva implícito el fomento de la conectividad social; cuando se da esta doble combinación, el rendimiento académico y relaciones sociales ambos se convierten en un fuerte predictor de la felicidad de los adultos. 

La felicidad, como los autores lo definen, no se trata sólo de sentirse bien o tener emociones positivas, refiere también la capacidad para hacer frente a las dificultades en la vida -la resilencia- , sentirse implicados en su comunidad, reconocer sus propias fortalezas, y de percibir que vive una vida significativa.

Según los autores, la conectabilidad social es la vía más directa para el bienestar de los adultos, más incluso que los logros académicos, de ahí la "importancia de las inversiones paralelas en el desarrollo social de los niños y adolescentes durante los años de la escuela". En otras palabras, las familias y las escuelas deben fomentar las habilidades sociales de los niños, no sólo sus labores académicas. "Si las vías sociales y académicas están separados", escriben los autores, "el desarrollo social positivo a través de la infancia y la adolescencia requiere inversiones más allá del desarrollo del currículo académico." En esta línea, van a proponer el desarrollo de un "plan de estudios sociales" con programas y actividades para "mejorar la inclusión social y la conexión"  de los niños en las escuelas e institutos.


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