Revista Sociedad

Día de las Fuerzas Armadas

Publicado el 08 julio 2014 por Jordi Martinez Aznar
Día de las Fuerzas ArmadasEn una sociedad en la que cada cosa o colectivo tiene su día, no era de extrañar que las Fuerzas Armadas tuviesen también su día. Ayer leía un artículo de Arturo Pérez Reverte acerca del cartel que nos informa (el cual podéis leer aquí) que hoy es el gran día de nuestras Fuerzas Armadas. El cartelito, que podéis ver a la derecha de estas líneas, no deja de recordarnos por enésima vez lo mega guays que significa ser miembro del ejército. Los soldados que aparecen en él son mostrados bien limpios y lustrosos. Vamos, que si no fuese porque supero la edad de alistamiento con creces, aparte de que mi físico deja bastante que desear, me sobraría tiempo para ir a la oficina de reclutamiento más cercana para apuntarme si no fuera porque ya tuve bastante con los nueve meses de mili por los que tuve que pasar.
Y que conste que, en el fondo, la campaña de marketing me parece bastante buena. En un momento de crisis como el que estamos pasando, en el fondo, apuntarse al ejército puede resultar una salida laboral tan buena como otra cualquiera, aunque uno se pregunta si todo el mundo está preparado para recibir órdenes prácticamente en cada momento del día, razón por la cual después se quejarán de que la cosa no era tan super guays como los anuncios decían. Y es que una cosa es un anuncio en el que se muestra a nuestros soldaditos ayudando a las gentes de un poblado en la Africa profunda y otra cosa es tener que limpiar letrinas o las compañías porque viene el general de turno a pasar revista. Entonces dirán que eso no figuraba en el contrato y que el letrerito no decía nada de limpiar o barrer.
Y eso que no he hablado de la parte más perra de ser soldado: del hecho de que te envíen a una guerra en la cual es posible que no nos hayan llamado y en un país donde posiblemente no se nos ha perdido nada y de que allí te maten por una mina antiblindado colocada por alguien con el que no tenías ningún problema. Entonces viene la repatriación del cadáver y a una familia destrozada porque su hij@ / herman@ / novi@ quería jugar a ser soldadito porque se pensaba que era como en las películas americanas, en las cuales, en el último momento, un heroico piloto de helicópteros, acompañado por unos no menos heroicos compañeros, llegan en el último minuto para pegar tiros a mansalva y a discreción y salvarte de una situación chunguísima de la muerte.

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