Revista En Femenino

Día Internacional de los pueblos indígenas. ¿Qué celebramos?

Publicado el 13 agosto 2010 por Daniela @lasdiosas
Un episodio poco conocido de la historia del Perú, lo sucedido con el pueblo matsé que habita en la región Loreto, da cuenta de cómo se ha visto a los pueblos indígenas y de cómo esa mirada sobre ellos expresa una relación de continuidad con la visión excluyente sobre el otro con el que se han construido los Estados-nación, en cuya lógica clasificatoria de civilización-barbarie los pueblos indígenas tendrían que ser asimilados, integrados, “civilizados” o desaparecidos.
Sucedió en 1964, según nos lo cuenta Oscar Espinosa (1), cuando “una comisión mixta de 42 personas, que estaba inspeccionando el trazado de una carretera que iba a conectar, la ciudad de Requena con la frontera con Brasil fue atacada por un grupo de indígenas matsés que defendían su territorio. Varios miembros de la comisión resultaron heridos por el ataque con flechas. Sin embargo la respuesta del presidente Belaúnde fue bombardear con NAPALM las aldeas matsés.” Con NAPALM sí, aquel químico altamente inflamable, que se empezó a utilizar en la guerra civil española, que se utilizó en Vietnam, que se han usado en otros conflictos armados y que es garantía de total arrasamiento.
El bombardeo fue realizado por la fuerza aérea peruana con el apoyo de helicópteros de EEUU. Stefano Varese también da cuenta de este episodio, señalando que el bombardeo de niños, niñas, hombres y mujeres fue presentado por la prensa como un acto de heroísmo de los pilotos frente a los salvajes que se oponían al progreso. (2) En otro texto, cuenta que “el gobierno ‘democrático’ de Belaúnde pidió ayuda a la International Petroleum Company para que sus ingenieros y técnicos estadounidenses enseñaran a los militares peruanos cómo construir bombas incendiarias.” (3)
Pese a los años transcurridos, la visión de salvajes, ignorantes, enemigos del país, casi antipatrias que se ha posicionado sobre los pueblos indígenas que se oponen a la destrucción de sus territorios y sus modos de vida se mantiene. Nuevos “bombardeos” se suceden y nuevas terminologías se crean con las mismas significaciones, desde perros del hortelano a terroristas que no quieren el progreso, la misma historia, la misma negación y la misma visión colonial sobre los otros y las otras que tienen sus aspiraciones, sus ganas de vivir y que conciben el mundo de manera distinta a quienes detentan el poder político y simbólico.
La mirada subvalorativa, las adjetivizaciones y las acusaciones hacia los hombres y mujeres indígenas hacen muy difícil la posibilidad de franquear los muros y de crear puentes entre los pueblos indígenas y los otros sectores de la población peruana, a muchos de los cuales les es casi imposible comprender lo vital que es para los diferentes pueblos conservar su hábitat, pues se trata de su permanencia en el mundo. Por ejemplo, para los matsés, la vida del bosque es la continuidad de su propia vida, ya que la vida se recicla, va y vuelve permanentemente. Así cuando se muere, se puede volver convertido en un animal, en una planta, en el agua; un árbol puede ser un hermano o un abuelo y ese árbol tiene un espíritu animal también. No podemos siquiera imaginar la tensión e incertidumbre de los integrantes de este pueblo frente a la posibilidad de que el río se contamine con algún derrame de petróleo, como sucedió en el Datem del Marañon el 22 de junio de este año, fecha en que más de 400 barriles de petróleo de la Pluspetrol cayeron en el río, o en otras 78 ocasiones desde el 2006 en los lotes 8 y 1AB en Loreto, como sucedió en Angaraes con el colapso de la presa de relaves de la Minera Caudalosa Chica, y en tantas otras ocasiones que quedan ignoradas y que se conocen sólo cuando los pueblos se levantan, o vuelven a levantarse, como está ocurriendo en el río Tigre que, según informes de la Dra. Lilia Reyes, representante de la Defensoría del Pueblo, ha sido tomado nuevamente por la población frente al incumplimiento de promesas de la Pluspetrol.
“Queremos que nuestras aguas y nuestras tierras estén limpias para que nuestros hijos crezcan sanos, y que el Estado respete esta decisión,” (4) declaró hace poco tiempo en una conferencia de prensa en Iquitos el presidente de la Federación Matsés, Angel Uaki. Respeto, eso es lo que exigen los pueblos indígenas, ejercer sus derechos y vivir bien, exigencia que se volvió a hacer presente el 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que nos encuentra en el país sin mucho que celebrar por el momento.
A propósito de este día, los saludos y las palabras de recordación no faltaron, aunque es necesario mencionar que una mayoría coincidió en lo que dijo la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay: “Aún existe una amplia brecha entre los principios de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y la realidad, ya que los pueblos indígenas continúan sufriendo discriminación, marginación en áreas como salud y educación, extrema pobreza, indiferencia ante sus preocupaciones ambientales, desplazamiento de sus tierras tradicionales y exclusión de la participación efectiva en procesos de toma de decisiones.” (5)
Sobre la posibilidad de tomar decisiones, o por lo menos de participar en la toma de decisiones existe en el país un enorme déficit y el hecho de que los pueblos no sean consultados y sus visiones y opiniones sobre temas que atañen a su vida y su devenir no sean consideradas es en buena medida la causa del sinnúmero de conflictos que cotidianamente vemos en el país. Subsiste en el fondo la idea de que no son iguales a los otros, idea que es claramente graficada en las expresiones del presidente hace un tiempo “Esas personas no son ciudadanos de primera clase. ¿Qué pueden decir 400 mil nativos a 28 millones de peruanos: ‘ustedes no tiene derecho de venir por aquí’? ¡De ninguna manera! Ese es un error gravísimo. Quién piense de esa manera quiere llevarnos a la irracionalidad y al retroceso primitivo.” (6) Mientras prevalezca esta visión de los otros y de las otras en los representantes políticos, los muchos esfuerzos y palabras de personas democráticas y comprometidas con los derechos humanos, como los de laDefensora del Pueblo, que pidió en el día de los pueblos indígenas que se apruebe la ley de consulta, afirmando que “esa acción constituirá un aporte invalorable del Congreso de la República a la paz y un mensaje de su compromiso palpable e inequívoco con los pueblos indígenas del Perú” (7), caerán en saco roto.
El Día Internacional de los Pueblos Indígenas nos trajo una buena noticia: la elección de la congresista indígena Hilaria Supa como presidenta de la Comisión de educación del Congreso, la primera mujer indígena que ocupa ese cargo. Sin embargo, puso otra vez sobre en el escenario los discursos ideológicos impregnados de racismo que tienen tanta vitalidad en el país. “No sabe escribir ni hablar el idioma español,” dice un comentarista en la web del Comercio. “No tiene preparación o la especialidad,” dicen otros, como la congresista Mercedes Cabanillas, aunque votó a favor de la elección “respetando el acuerdo político”. Como siempre cuando una indígena cruza la valla de lo esperado para ella, rompe el círculo vicioso de la exclusión y gana el espacio largamente peleado, se multiplican las evaluaciones de quienes son portadores de todas las taras discriminatorias y racistas, quienes juzgan a la indígena con una medida más alta que a las muchas otras personas que anteriormente estuvieron en el cargo y que pasaron sin pena ni gloria.
Sabemos del compromiso de Hilaria con su pueblo, y precisamente porque ella, por ser mujer y por ser indígena, no tuvo en este país las oportunidades para estudiar es que estamos seguras de que hará todo lo posible para que la comisión de educación del congreso trabaje realmente en beneficio de la mayoría del país, porque para actuar, proponer leyes y hacerlo bien, no basta haber alcanzado altos niveles de escolaridad. Se requiere sobre todo de sabiduría, que no se obtiene necesariamente en las aulas universitarias – y de ello ejemplos no nos faltan –, compromiso, ética, y amor a su pueblo, y esos ingredientes Hilaria los tiene todos. Pese a lo poco que hay por el momento que celebrar en el país en relación a los derechos de los pueblos indígenas, el nombramiento de Hilaria es una brisa de aire fresco en la larga lucha de los pueblos y de las mujeres indígenas por su reconocimiento. Por Rosa Montalvo Reinoso[email protected]Noticias Ser PerúLa Ciudad de las Diosas
Notas:
(1) Oscar Espinosa de Rivero “Las organizaciones indígenas de la Amazonía y sus reivindicaciones”, Argumentos, Revista de Análisis Social del IEP, Año 3, Nº 3, julio 2009
(2) Stefano Varese (2006): Witness to Sovereignty: Essays on the Indian Movement in Latin America, IWGIA, p.29
(3) Stefano Varese, “Genocidio por despojo: Los pueblos indígenas de la Amazonía confrontan al neoliberalismo‏”, Servindi, 28 de abril del 2010. http://www.servindi.org/actualidad/25040
(4) “Matsés reafirmaron rechazo a petroleras”, La República, 29 de junio del 2010, http://www.larepublica.pe/regionales/29/06/2010/matses-reafirmaron-recha...
(5) Declaración de Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, 9 de agosto del 2010. http://www.acnur.org/t3/el-acnur/eventos/dia-internacional-de-los-pueblo...
(6) http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?26125
(7) http://www.rpp.com.pe/2010-08-09-defensoria-del-pueblo-pide-a-congreso-a...Teleidoscopio

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