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Diario de a bordo: El ángel de la guarda

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Estimado Capitán:

Los bebés terráqueos conocidos con los nombre de Antón Jr. y Tomás están a punto de cumplir un año. Su crecimiento ha sido pasmoso, rápido e irrepetible. Ya gatean, les han salido dos dientes arriba y dos abajo, comen como presos panameños al salir de aislamiento y ya hace tiempo que muestran rasgos definitorios de su personalidad. Antón, más nervioso y expresivo que Luis Cobos al final de una zarzuela y Tomasete más tranquilo que Piqueras de vacaciones.

Hemos tenido que blindar el salón para reducir lo más posible (es decir que tiendan a cero) el número de incidentes que provocan a diario. Y cuando escribo “incidente” quiero decir “hostia que te crió” que es como denominan a estas pequeñas caídas de aprendizaje y ensayo los humanos.

Hemos comprado una cosa que los padres de este planeta denoniman “protectores de esquinas” que por usar un término científico no valen una mierda. A lo mejor un poco sí, pero nosotros los hemos puesto y los chavales los quitan sin esfuerzo lo cual posiblemente nos convierte en malos padres que arderán en el averno para siempre.

También hemos comprado una cosa que sirve para tapar los enchufes que en un alarde de creatividad humana reciben el nombre de tapaenchufes. Los niños no son capaces de sacarlos.

Y yo tampoco.

Lo cierto Capitán es que llevo una semana sin ver la televisión, pero es que me da vergüenza pedir ayuda. El mecanismo está muy bien pensado por estos humanos que cuando quieren bien que se las apañan para hacer las cosas bien.

Otro de los elementos indispensables para eliminar riesgos son los bloqueadores de cajones. Cuando los humanos se hacen mayores sienten un deseo irrefrenable, casi sexual, por encontrar un punto de la calle en el que puedan supervisar obras (así en general) con tranquilidad. Los cajones es el equivalente infantil a estas obras. Si hay un cajón allá van a abrirlo. Pues bien, con el bloqueador de cajones todo está solucionado. Serán incapaces de abrirlo. Bastante me cuesta cerrarlos (según su madre) como para que ellos vengan a deshacerme el trabajo. Para ser sinceros he metido todo lo que me importa en cajas de cartón ya que tampoco creo estar capacitado para desbloquear el bloqueador de enchufes. Soy de letras.

Más cosas. El salón ya no parece un salón. Más bien es como el país aquel del cuento de Pinocho al que iban todos los niños drogadictos en potencia carne de “Hermano Mayor”. Juguetes y más juguetes, peluches y más peluches y un sofisticado sistema de cojines, alfombras y piezas acolchadas creadas por la sinigual Ovugirl para evitar que los lechones se hagan daño. Vivo en un Chiquipark.

Puede parecerle Capitán que hacerse daño en estas circunstancias es imposible. Pero se lo hacen. Se lo hacen porque no paran. No paran porque son niños. Y son inquietos como militantes del PSOE en estas fechas. No saben qué hacer y claro…De vez en cuando atrapan.

Chocan contra la pared, caen de espaldas en la alfombra, aterrizar con el culo también se estila mucho, de cabeza a la alfombra es un clásico…El 99% de las veces se ríen y pienso Capitán que si me meto yo esa hostia estoy un mes en el Hospital. Causa efecto que se llama. Pero ellos, pequeños Lobeznos, se recomponen felices, giran sobre sí mismos y continuán con su fiesta gitana en el salón, que solo falta Camarón.

El otro 1% de las veces la cosa cambia. Se hacen daño y  lloran. Y aquí los padres hacemos una cosa harto curiosa. Nos echamos a reír como si no hubiese pasado nada. A ver si cuela y ellos también se ríen. Pero aunque pequeños capitán, no son gilipollas y cuando algo duele, pues duele. Imagínese usted que le atropella un coche y el conductor sale descojonándose a ver si le contagia la risa. ¿A qué no? Pues eso.

Además ojo. Son rápidos como centellas. A la que te descuidas te la lían. Hoy Antón se cayó de la cama. Y descubrí que en casa no somos cuatro… Somos seis. Hay dos ángeles de la guarda. En su caída pude ver como algo o alguien la ralentizaba para que mi lechón no se hiciese daño. Espero que  estos ángeles estén con un contrato en condiciones para que se queden por aquí muchos años. Si son autónomos ya me pongo a temblar.

Bueno le dejó a ver si soy capaz de cambiar de canal que llevo dos semanas en Telecinco…Se me quedó el mando en el cajón y eso no lo abre ni Jason Bourne.

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