Revista Cine

Diario de a bordo: Érase una vez…la calle

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Estimado Capitán:

Si en “Operación Alcatraz” la problemática principal era como se las arregla uno con dos lechones para salir a la calle en un intervalo prudente de tiempo este nuevo informe Capitán narra los hechos acontecidos después de dicha salida al mundo real.  Y la verdad es que cada paseo es una sorpresa. Como un capítulo del Equipo A. Sabes qué va a pasar sí, pero no sabes ni dónde ni cuando. Y ahí está la gracia.

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Barreras arquitectónicas

Uno descubre un nuevo mapa de su ciudad, una orografía que hasta entonces había permanecido oculta a plena luz del día. Escalones imposibles en los que antes uno no había reparado, ascensores estrechos, puertas anoréxicas y cuestas oceánicas (también llamadas cuestas tsunami) que cada vez que las subo me imagino que en su cumbre estarán dos modelos esperándome con un ramo de flores y un maillot amarillo.

—Y el ganador de la etapa es…¡Antón Cruces patrocinado por Bugaboo!

Las modelos me abrazan y sonríen a los fotógrafos mientras agarro el carrito con una mano (licencias de la alucinación, por los cojones vas a agarrar semejante tanque con una mano, soy Sperman no Hulk)

—¿Cómo va a preparar el paseo de mañana? Después de esta victoria el listón está muy alto…

—La verdad es que no pienso salir de casa hasta pasado el verano. Como la cigarra aquella. Qué coño, no me pienso ni levantar del sofá. Una sondita y tiro hasta agosto. Estoy agotado.

Las modelos me dan un beso, me rocían el cuello con champán, mi novia sonríe sin ningún tipo de celos y el llanto de los bebés me devuelve al último tramo de la cuesta.

—No lloréis cabrones que el que empuja soy yo.

Y es que…

¿A quién se le ocurre poner semejantes cuestas? Si son cuesta arriba malo, pero es que las cuestas abajo, cuando las ves llegar dices: ¡Ay menos mal que alivio! Pero es una falacia. Esas son peores, traicioneras a más no poder y cuando te das cuenta vas caminando pasito a pasito como Chiquito de La Calzada en la vendimia.

Barreras arquitectónicas. A veces no las vemos, pero por desgracias están ahí. Solo nos acordamos de Santa Barbara… si hemos dicho ya Dallas, Falcon Crest y Los Colby.

La sensación de entrar en un local con un carrito de gemelos es como la de cuando uno llega tarde al cine y su sitio está justo en el medio de la fila. Pues muy parecido. Solo que aquí si aceleras matas a alguien claro. De hecho los soldados americanos ahora van con carritos gemelares a sus invasiones pro derechos humanos. Eso no hay quien lo pare.

Las señoras que te paran

Las señoras te paran, te preguntan todos los días veinte veces si son los dos niños, pero a veces el orden de las preguntas te desconcierta. Será por la deshidratación de haber subido la cuesta a pulso. Al principio reaccionas bien y tal, pero cuando la historia se convierte en el Día de la Marmota en fin… que todo tiene un límite.

—¡Ohhhh que monada! ¿Cómo se llaman?

—Antón y Tomás

—¿Son niño y niña?

—Señora…Antón y Tomás, pero si quiere y le hace ilusión les puede llamar Toñi y Encarni.

—Ah…¿ entonces son niños?

—Yo diría que sí.

—¿Cuál es Encarni?

—Era ironía señora, ironía…

Ironía, qué bonito. ¿Es griega la madre?

—Jroña que jroña. Señora, ¿usted se ha tomado la medicación?

Y entonces la señora mira a la derecha a la izquierda y a continuación le estalla la cabeza.

Cosas que pasan cuando haces las preguntas incorrectas en el orden incorrecto.

Restaurantes

Lo de los restaurantes es también complicado y de ahí que si usted Capitán se encuentra en algún momento de su vida con dos lechones o más la siguiente recomendación le va a ser de utilidad. Después de casi seis meses lechoneando hemos descubierto un sitio sin problemas de accesibilidad, económico y con horario flexible. McAuto.

Seguiremos informando.


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