Revista Pareja

Diario de cuarentena: No vuelvas a casa

Por Cristina Lago @CrisMalago

Diario de cuarentena: No vuelvas a casa

Querido diario, 

Decía Jacinto Benavente que el único egoísmo aceptable era del de procurar que todos estén bien para estar uno mejor. La vida precisa constantemente de evaluar prioridades, males mayores, males menores. Por eso, hoy he tenido que decirle a un ser querido que no viniese a casa.

Esta persona está actualmente desinfectando residencias de ancianos y lugares públicos. Su trabajo es duro, meritorio y necesario. Está viviendo situaciones que es mejor no saber y como familia, lo que nos pide el corazón es animarle y acogerle, pero no podemos porque no sabemos si está infectado.

Cuestión de prioridades, pero nunca pensé que tendría que escoger esta prioridad. Me costó decirlo. Pero es un alivio.

Como no todo tienen que ser tristezas, os contaré que hoy me ha tocado salir al Mercadona y a bajar la basura. Debería haber ido también a la farmacia a por un cargamento de Paracetamol y antihistamínicos, pero voy a dosificarme las salidas para no gastarlas de una sentada y quedarme sin plan para el resto del finde.

La compra ha sido exprés, porque, como dice mi amiga Mónica, cada vez que entras en el supermercado y ves toda la gente con mascarilla y las distancias de seguridad en el suelo, te empiezas a agobiar, te pica todo, y sientes que un millón de coronavirus están ahí, latentes, esperando a meterse por tus guantes y subirte a la nariz en cuanto toques el cajón de la fruta.

El paseo de vuelta a casa es miserablemente corto. Por desgracia, lo tengo todo al lado de casa y después de mi traumático encuentro con la Guardia Civil, prefiero no aventurarme demasiado y es por esta razón que, aunque sé que existen otras tiendas en el mundo, sólo os hablo del Mercadona.

En donde, por cierto, hay de todo menos snacks fritos y bebidas con gas, porque la gente está bien de latas, bien de papel higiénico, bien de vino y chocolate, bien de leche y harina, pero resulta que en realidad para el apocalipsis la única cosa que realmente querían era Riskettos y cocacolas. ¡Pandemias del primer mundo!

Estamos a viernes, que con la vida de confinados, se siente lo mismo que si estuviésemos a miércoles, y he visto una propuesta muy curiosa por internet, para que cada uno se monte una disco en casa y queden por webcam a hacer una fiesta. El invento lo patenta Fever, por si os interesa y como no me patrocinan, el link ya si eso lo buscáis vosotros.

Las fiestas online son una alternativa ideal para los que tenemos vecindarios aburridos que no están sacando ningún partido a la nueva subcultura del balconing de cuarentena.

Me parece una gozada absoluta ver gente saliendo a las terrazas para tocar la guitarra, chavales con su mesita de DJ y sus luces que amenizan a todo el barrio con tecno de los 90, a los que se montan sus conciertos de cuencos tibetanos, o de gong, o convierten la hora de los aplausos en una gozadera de gritos, y cacerolas que va a ahorrarles a muchos unos cuantos meses de terapia post-confinamiento.

Están sucediendo esa clase de pequeños detalles irrepetibles que sólo pertenecerán a este tiempo, a este lugar. Algún día dejaremos los balcones y volveremos a las calles. Valoraremos más lo de ser libres, pero perderemos también esa incontestable poesía que nos cuenta a gritos que se pueden cortar libertades, pero no alas.

¿Os dais cuenta de algo? En casi todas las aventuras de las grandes historias, el mayor deseo del protagonista es el de regresar a casa. El nuestro, es el de salir de ella.

Os pido hoy redobladas energías para seguir aplaudiendo a sanitarios, militares, guardias civiles, policías, limpiadores, cajeros y todo ese personal que se encuentra en el día a día con la peor parte de toda esta batalla y que tampoco pueden recibir un abrazo.

Nos vemos en los balcones. 


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