Revista Sociedad

Diarios de Haití: Fotografiar con humanidad

Por Antoniopampliega
Desde Puerto Príncipe

Se mueve con sigilo. Primero un pie y después el otro. Se acerca lentamente y le susurra unas palabras imperceptibles. Sonríe. Permanece un instante a su lado. El tiempo necesario para plasmar la idea que bulle en su mente. Respira profundamente. Mira por el diminuto visor de su cámara. Y el mundo se detiene un instante. Clic. Retira la cámara y comprueba el resultado. Satisfecho se levanta despacio y vuelve a susurrarle unas palabras… la mujer le devuelve la sonrisa mientras permanece tendida en una de las camillas del hospital que Médicos Sin Fronteras tiene en Tabarre- un barrio a las afueras de Puerto Príncipe.

Continúa moviéndose por la tienda donde los enfermos del cólera luchan contra una enfermedad que comienza a causar estragos entre los haitianos. Recostados en las camas le miran con indiferencia. Un fotógrafo más… Se arrodilla cerca del cabecero y vuelve a susurrarle unas palabras. La mujer, con rostro descompuesto, asiente con la cabeza. Clic. Clic. Un instante. Una historia…

Diarios de Haití: Fotografiar con humanidad

Ricardo García Vilanova trabajando en el hospital de MSF en Saint Marc. Foto: A. Pampliega

Por este hospital dedicado, exclusivamente, a enfermos de cólera pasan a diario cientos de fotógrafos en busca de la imagen que mejor represente el trance por el que están pasando los haitianos. Miles de imágenes inundan los periódicos. Todas buscan captar el sufrimiento. Detener el mundo en una fotografía que remueva conciencias… Pero no todos los fotógrafos que pasan por este centro se parecen a él. Muchos de sus colegas aprietan el botón desde la distancia. Clic, clic... Ricardo García Vilanova es distinto.

Es posible que su nombre a penas te suene. Él no sale delante de la cámara. Siempre está detrás. Intentado pasar desapercibido porque en su trabajo el que menos importa es él. Ha recorrido buena parte del planeta captando imágenes de los más desfavorecidos. Siendo los ojos de aquellos que no pueden ver lo que sucede en otros lados del mundo. Intenta abrir una ventana a un pedazo de realidad que no siempre es gratar de mirar fijamente.

Varias de sus fotografías han dado la vuelta al mundo; aunque a él no le gusta presumir de sus trabajos ni de las veces que ha estado en zonas de conflicto. Ricardo es modesto… eso le honra. No es algo muy normal en la profesión. Ama su trabajo. E intenta respetar, por encima de todo, a la víctima. “Tomo las fotografías desde el punto de vista de si yo fuera la víctima y qué es lo que no me gustaría que me retratasen en el caso de encontrarme en su misma situación”, sentencia.

2010 ha sido un año importante en su carrera como fotógrafo. En junio se encontraba empotrado en el valle de Arghandab con una unidad norteamericana cuando un IED hizo explosión acabando con la vida de varios soldados de la columna. Su cámara inmortalizó aquel suceso y sus fotos dieron la vuelta al planeta. Wall Street Journal abrió la portada con una de sus fotografías y los elogios no tardaron en llegar… Aún así. Su humanidad está por encima de su profesionalidad. “No hay ninguna foto, ni ningún premio que valga la vida de una persona. Yo cambiaría todas las fotos en las que he retratado a una persona a punto de fallecer- o fallecida- por poderle devolverle la vida. Tu carrera no debe estar por encima de tu humanidad”, afirma.

Ricardo se encuentra ahora en Haití donde seguirá retratando la realidad más cruda a sólo un palmo de ella. No sabe hacer otra cosa… porque, sencillamente, ha nacido para esto.


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