Dicen que los polos opuestos se atraen…

….y yo siempre decía que era mentira.

Hasta hace pocos años no me creía aquella afirmación. Era imposible que alguien fuera feliz con alguien que fuera su opuesto.

Cuando era una enana desdentada nunca quería de novio a ese chico de clase que no jugaba a lo bruto porque se hacía heridas cuando yo pensaba que hacerse heridas era parte de la diversión, en mi adolescencia no hubiera podido salir con ningún chico de esos que fueran más de casa que de bares donde beber licor de manzana con zumo de manzana un sábado por la tarde y ya de veinteañera no contemplaba compartir ni un ratito de mi vida con alguien que no fuera fan del mar tanto como yo….. Sino se comparten aficiones… ¿cómo se va a ser feliz?

Y la vida, esa que como dice Quique González, te lleva por caminos raros te demuestra a veces que una se equivoca (y mucho!) y que donde dije digo digo diego y que es muy posible que termines pensado mucho en ese chico con el que no tienes nada en común y que al final iban a tener razón todos aquellos que decían eso de que los polos opuestos se atraen y aquellos niños que en el patio del colegio gritaban “los que se pelean se desean!”.

A los 24 años tú eres así…

Desordenada, impaciente y gritona. Muy gritona.

Alegre y algo despistada.

Asturiana de nacimiento y convicción aunque con algo de sangre extremeña.

Eligió hacer del entretenimineto y el juego (entre otros) su profesión convirtiéndose en Animadora Sociocultural regalando y robando sonrisas a partes iguales.

Apasionada del sol y la playa, la lectura y la música en español.

Amante de los viajes por carretera con mochila y tienda de campaña.

Y del Sporting.

…Y resulta que aquel verano te dejas querer por alguien que poco tiene que ver contigo….

Ordenado, paciente y callado.

Un poco serio y bastante atento.

Asturiano de nacimiento pero con fuerte influencia palentina.

Eligió darle al enter para continuar y estudió esto que llaman informática para luego probar a apagar para volver a enceder y pasarse al mundo del comercio.

Adora el sol pero prefiere la piscina, disfruta viendo películas y escuchando música en inglés.

Le encanta viajar con trolley y alojarse en hoteles.

Y es del Milan. Muy del Milan.

Poco después, te sorprendes a ti misma viendo partidos del Milan y conociendo alguno de sus jugadores, le sorprendes a él yendo de camping más de una vez, comprendes que lo bueno de que le guste la piscina es que puedes ir a esa que tan buenos recuerdos te trae y sabes que siempre irá contigo a la playa aunque se las apañe para no tocar ni un grano de arena. Un buen día te sorprendes pensando que menos mal que no has dado con un gritón como tú porqué sino todo sería una locura y cada vez que pierdes algo porque no sabes dónde lo has dejado agradeces que él lo haya ordenado.

Y la noche de un miércoles de Octubre en la que el frío ya se ha instaurado en tu casa sin avisarte mientras esperas al que te pone música en inglés aunque digas que no te da por reflexionar. Y sí, tenían razón. Quizás no hay que buscar un igual, ni un opuesto, sólo hay que abrir los ojos y encontrar. Y no hacer mucho caso a esos test de compatibilidad de las revistas que dicen que lo vuestro no tiene futuro. El futuro no está escrito, lo escribiréis vosotros (nosotros) y será perfecto y genial aunque uno lo escriba a ordenador y otro tire de lápiz y papel, aunque uno lo haga al ritmo de I don’t want to miss a thing y otro al de Ni un segundo quiero perder.