Revista Cultura y Ocio

Diego de Ordás, el primer alpinista en el Nuevo Mundo

Por Manu Perez @revistadehisto

Castroverde de Campos es un municipio de la Tierra de Campos zamorana que no destaca precisamente por su gran número de montañas, lo que no impidió que fuera uno de sus hijos, Diego de Ordás, el primer alpinista del Nuevo Mundo al alcanzar la cima del volcán Popocatepetl  (5246 metros) en 1519.

Ordás era mayordomo (administrador económico) del gobernador de Cuba Diego de Velázquez cuando se preparó la expedición de Hernán Cortés a México y  se vió en la disyuntiva de seguir a Cortés en su precipitada partida o mantenerse fiel al gobernador y quedarse en tierra. Eligió lo primero, pero su clara adscripción a Velázquez provocó al principio de la expedición los recelos de Cortés, al punto que llegó a permanecer durante un tiempo recluido y encadenado en la bodega de una de las naves Sin embargo, acabaría participando de forma determinante en la expedición con el grado de capitán y gozando de la confianza de Cortés.

Tanto fue así que cuando los españoles se encaminaron hacia Tenochtitlan  y observaron el humeante volcán Popocatepetl, Diego de Ordás fue uno de los hombres que ascendió al mismo.

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Diego de Ordás, los motivos

Existen serias divergencias entre los cronistas sobre  los motivos que condujeron a tan arriesgada ascensión.  La teoría alimentada por algunos autores de que la razón fue ir a buscar azufre para hacer pólvora  tampoco ayuda a dar mayor claridad.

Gómara – el más erudito pero el menos fiable – afirma que:

 al monte que llaman Popocatepetl  Cortés envió diez españoles, con muchos vecinos que los guiasen y llevasen de comer,

pero nada dice de la razón por la que Cortés ordenó tal expedición. Cortés en la segunda carta de su Relación es bastante más explícito:

Que  de la (cima) más alta sale muchas veces  tan grande bulto de humo como una gran casa y sube  hasta las nubes. Y porque yo siempre he deseado de todas las cosas de esta tierra poder hacer a vuestra alteza muy particular relación, quise de ésta, que me pareció algo maravillosa, saber el secreto, y envié diez de mis compañeros, y les encomendé mucho procurasen de subir y saber el secreto de aquel humo

Bernal, por su parte, expone una versión que nada tiene que ver con las anteriores:

 el volcán echaba mucho fuego y a un capitán de los nuestros, que se decía Diego de Ordás, tomóle codicia de ir a ver qué cosa era, y demandó licencia a nuestro general para subir en él, la cual licencia le dio y aún de hecho se lo mandó; y llevó consigo dos de nuestros soldados y ciertos indios principales.

Así, de lo expuesto por Gómara y Cortés se puede inferir que fue este último quien tuvo la idea de la ascensión y que ordenó a diez españoles que la acometieran simplemente para observar el fenómeno y poder así contárselo al emperador. Sin embargo, según Bernal, fue Ordás quien tomó la iniciativa y sólo tras pedir permiso a Cortés éste ordenó la expedición.

Ninguna de las dos versiones parece demasiado consistente, per juntando algunos detalles las mismas con otros más coyunturales podríamos acercarnos a la verdad. Por un lado estaba el hecho de que Ordás quisiera alcanzar la plena confianza de Cortés tomando la iniciativa y por otro que pocos días antes tuvieron lugar graves enfrentamientos con los indígenas que habían dejado al descubierto algunas de las debilidades de los españoles (los indios habían matado algún caballo) y por ello subir a un volcán temido por los indígenas y cuya cima más que posiblemente no había pisado ninguno de ellos  era una clara demostración de fuerza o manifestación de superioridad con la finalidad de amedrentar a un enemigo con la moral en alza. En cualquier caso parece una explicación más razonable que la fábula elaborada por Cortés en su carta al emperador.  También pudiera haber sido el motivo de ascensión la búsqueda de azufre porque el propio Cortés en su cuarta carta de la Relación afirma lo siguiente:

Y para el azufre, ya a vuestra majestad he hecho mención de una sierra que está en esta provincia, que sale mucho humo; y de allí, entrando un español setenta u ochenta brazas, atado a la boca abajo, se ha sacado con que hasta ahora nos habemos sostenido.

Esta última posibilidad parece la menos probable pues resulta ciertamente extraño que ninguno de los cronistas haga mención a la misma y que incluso Cortés, al referirse a la ascensión, no mencionase en momento alguno el azufre y en cambio señalase que los expedicionarios

“trajeron mucha nieve y carámbanos para que los viésemos”. 

Además la  cita de la cuarta carta  parece  hacer referencia a un episodio diferente pero no menos asombroso: el momento en que, con ocasión del asedio a Tenochtitlan , ante la escasez de pólvora y según narra el Padre Andrés Cavo, Francisco de Montano, natural de Ciudad Real, se ofreció voluntario para emular la ascensión de Ordás y subir al Popocatepétl para acarrear azufre. Montano no sólo logró llegar a la cumbre sino que en una temeraria maniobra bajó al cráter colgado de una soga y en no menos de 6 viajes, extrajo 8 arrobas (unos 90 kilos) del mineral cargándolas en un capazo a su espalda.

Diego de Ordás, El Ascenso

Tampoco existe acuerdo entre los cronistas sobre el particular. Cortés y Gómara coinciden en parte al afirmar que fueron diez españoles los que formaron la expedición junto con algunos indígenas como guías y porteadores.  Gómara lo narra de la siguiente forma:

Era la subida áspera y embarazosa. Llegaron hasta oír el ruido; mas  había tanta ceniza, que impedía el camino (…) Pero los dos que debían ser más animosos o curiosos, determinaron de ver el misterio de tan admirable y espantoso fuego, y poder dar alguna razón a quien los enviaba, no los tuviese por medrosos y ruines; y así, aunque los demás no quisieran, y las guías los atemorizaban, diciendo que nunca jamás lo habían hollado pies ni visto ojos humanos, subieron allá por medio de la ceniza y llegaron a lo postrero por debajo de un espeso humo. Miraron un rato y figuróseles que tenía media legua de boca aquella concavidad (…) mas era tanto el calor y humo, que se tornaron presto por las mismas pisadas que fueron.

Cortés, más lacónico,  dice sin mencionar a Ordás, que envió diez hombres sin ofrecer más datos de la ascensión.

El más descriptivo es Bernal :

y un capitán de los nuestros, que se decía Diego de Ordás,(…) llevó consigo dos de nuestros soldados y ciertos indios  y los que consigo llevaba poníanle temor con decirle que cuando estuviese a medio camino de Popocatepeque, que así se llamaba aquel volcán, no podría sufrir el temblor de la tierra ni llamas y piedras y ceniza que de él sale o que ellos no se atreverían a subir más de hasta donde tienen unos ídolos; y todavía el Diego de Ordás con sus dos compañeros fue su camino hasta llegar arriba y los indios que iban en su compañía se quedaron en lo bajo:; después el Ordás y los dos soldados vieron al subir que comenzó el volcán de echar grandes llamaradas de fuego y piedras medio quemadas y mucha ceniza, y que temblaba toda aquella  montaña, y subieron hasta la boca, que era muy redonda y ancha, y que había en el anchor un cuarto de legua y los de Tlascala se lo tuvieron por mucho atrevimiento.

 Años después, Ordás se marcharía a lo que hoy es Venezuela en busca de El Dorado, descubriendo el río Orinoco. Murió en un naufragio en 1532.

Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Historia General de Indias (Historia de la Conquista de México)   de Francisco López de Gómara

Historia verdadera de la conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo

Cartas y relaciones al emperador Carlos V de Hernán Cortés.

Hernán Cortés de Salvador de Madariaga

Hernán Cortés, inventor de México de Juan Miralles

Enciclopedia de México de Andrés Cavo

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