Como médico, no voy a hablar de adelgazamiento desde un punto de vista estético, sino como tratamiento médico de una condición, la obesidad, que constituye una importantísima epidemia en nuestro medio por su gran prevalencia (39’4% ENRICA) y su incidencia en aumento imparable.
Habitualmente se acompaña de otras comorbilidades como diabetes, dislipemia e hipertensión arterial, aunque existen obesos metabólicamente sanos, caracterizados por su actividad física principalmente.
Si estamos en ese 39’4% y nos han diagnosticado alguna de las enfermedades anteriores, nuestro médico nos habrá dicho que imperativamente debemos perder peso. Además, seguramente nos ha prescrito medicación para controlarlas.
Para perder peso sabemos que debemos seguir una dieta equilibrada baja en calorías y aumentar la actividad física. Hasta ahí bien. El problema es que en la práctica, modificar estilos de vida y seguir esas recomendaciones cuesta mucho. Y mantenerlas no digamos.
La dieta proteinada
Para conseguir lo anterior, como para cualquier otra cosa en la vida, es clave la motivación.
Y aquí es donde entra un tipo de dieta especial, cada vez más prescrita, reconocida y recomendada también por endocrinólogos: la dieta proteinada. Su primera característica es que es un tratamiento médico. Como tal, la dieta proteinada debe prescribirla y seguirla un médico. No es perjudicial ni peligrosa, pero no está exenta de posibles efectos secundarios que el médico, si aparecen, sabrá valorar y eliminar.
¿Qué consigue la dieta proteinada a diferencia de las demás? Que la pérdida de peso sea rápida y se consiga con facilidad para el paciente.
El paciente ha perdido el peso que sobraba y más, ha mejorado el control de sus parámetros metabólicos alterados. Puede haber llegado a no necesitar medicación para la diabetes, el colesterol o la tensión.
Cumplido este objetivo llegamos al siguiente: el mantenimiento. ¿Cómo se consigue? De forma más fácil que con las demás, porque la dieta proteinada persigue la reeducación nutricional, que se logra con la intervención de dietistas y otros profesionales y por, lo que mencionábamos antes como factor clave, la motivación.
Ver los objetivos cumplidos en cuanto a peso en sí y respecto a control de cifras alteradas es lo que realmente ayuda al paciente en el cumplimiento terapéutico. Los médicos sabemos que tenemos más posibilidades de que el paciente cumpla lo prescrito si perseguimos con él objetivos claros. Con la dieta proteinada los logramos con más facilidad que con las otras y las posibilidades de éxito a largo plazo también son mayores por esa motivación lograda.
En el futuro, dados los importantes descubrimientos que se están realizando en regulación hormonal del peso, puede que se logre un tratamiento farmacológico adecuado de la obesidad.
Hasta entonces nuestras armas son la prevención (claves: tamaño de las raciones y la promoción de la actividad física) y las dietas hipocalóricas con objetivos realistas a medio y largo plazo.
La mejor que tenemos ahora es la dieta proteinada controlada médicamente.
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