Revista Sociedad

Dietas santas, santas dietas

Publicado el 13 marzo 2014 por Oscar @olavid25
Soldados del Vaticano y Alemania, en una reunión en Lourdes, en 2012. Foto: Sebastian Wilke/Bundeswehr.

Soldados del Vaticano y de Alemania, en una reunión en Lourdes, en 2012. Foto: Sebastian Wilke/Bundeswehr.

Trece guardias civiles se van en mayo a Lourdes. Les vendrá bien, sobre todo, para que alguien interceda por ellos y el Ministerio les suba el sueldo. Irán acompañados por el capellán, que dicen que elegirá a los más devotos del cuerpo. Este hombre de Dios hace de Vicente del Bosque y busca entre lo mejor de la gente de verde, es un busca talentos. Se queda con uno alto y espigado, rápido con los pies, sabedor del rosario; otro más pequeño, con trazas de mediapunta, ideal para soltar un Ave María de un puntapié; y un portero sobrio, poco amigo de las palomitas, seguro en las salidas y experto en los pases por alto, un ángel, vamos. Y así, uno a uno, va configurando el capellán su pequeño equipo, que partirá al santuario francés con la bendición del ministro Fernández Díaz, hombre más devoto que todos ellos juntos, incluido el profesional de la fe. Viajarán a este encuentro, la 56ª Peregrinación Internacional Militar, adelantando sus gastos, pero con la convicción de que el erario público pagará las dietas. Santas dietas.

Las Asociación Unificada de la Guardia Civil argumenta que pueden ir donde les plazca. A la Meca, si es el caso, pero que se lo paguen ellos y que, de no ser así, resulta un “derroche innecesario”. A mí, me parece bien, porque recuerdan  que la Guardia Civil cobra poco y es verdad, y que el Ministerio ha rebajado todas las partidas de ayudas, como las destinadas a las becas escolares y que si no hay para otras cosillas por qué hay cash para ir a misa.

La cosa religiosa se nos mente en casa, en el cuartel y en las dependencias ministeriales, en cuanto dejas la puerta abierta. El 11-M se celebró un “funeral de Estado”, como si esto fuera Irán o la España de hace 40 años. He odio alguna tímida queja de musulmanes y laicos, que los había en aquellos trenes hace 10 años. El ministro condecora a la Virgen, se encomienda a Santa Teresa y monta la de Dios en cuanto habla o cuando anuncia una operación antiterrorista secreta que todavía no ha empezado. Su jefe le da vueltas a la candidatura europea, cocina una crisis de gobierno a fuego lento, aprovechará el momento para hacer limpieza general, como se hacía en casa de los ricos con la cristalería de Bohemia. Yo ya le he dado una idea.


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