Revista Medio Ambiente

Dime lo que comes y te diré quién eres

Por Valedeoro @valedeoro

azúcares en productos procesadosEl mes de enero lo he dedicado a la alimentación. Mi reto era no comer azúcares refinados ni comida procesada (incluyendo los productos que llevan harina blanca – adiós pan con tomate). Estrictamente hablando, he fracasado. Y he aprendido un montón de cosas.

Croissant, coulant y chocolate

Fuimos a Carcassonne. ¿Cómo puedo rechazar un croissant du beurre français? Mi cerebro, que es una máquina de inventar excusas, me susurró que estaba de vacaciones. Las mismas vacaciones también resultaron en un Pfannkuchen alsacienne que seguramente llevaba harina refinada.

Dos semanas más tarde una vacuna bajó mis defensas invitando a una gripe en toda regla. La fiebre y el cansancio no se llevan muy bien con los retos, especialmente si fuiste tú quién escondió el chocolate para facilitar la dieta de tu pareja. Ya no hay chocolate que esconder, y esta vez mi cerebro, esta máquina de inventar excusas, me miraba con reproche. ¿Y tu reto?, me preguntó. Vete a dormir, que estás delirando, le respondí yo.

Aprendizajes alimenticios

Con excepción de estas incidencias sí que cumplí con mi reto. Eliminar los azúcares y la harina refinada me hace sentir con más energía. El impacto para mi fue tan notable como cuando dejé de tomar leche de vaca, así que en lo posible seguiré con esta alteración: macedonia en vez de coulant, nueces en lugar de M&Ms. Eso sí, el muesli y la harina integral no me la quita nadie. Y aquí las pautas que me ayudaron a realizarlo:

1. Planificación mañanera de la comida

Mi pareja está haciendo una dieta que conlleva cinco comidas diarias con cantidades muy específicas de los ingredientes. Yo prefiero comer dos veces al día (con cantidades nada específicas) y no quiero pasar todo el día cocinando. Así que decidí levantarme una hora más temprano y preparar todas las comidas del día de tirón (pesar los ingredientes, cortar, cocinar si hace falta… – todo menos el montaje final). Ya no tengo que pensar en la comida y me puedo dedicar a hacer cosas más interesantes.

2. Una lista de compra definitiva

Planificando las comidas por día es mucho más fácil llevar el control de la lista de la compra. Sabes exactamente lo que necesitarás y cuándo lo necesitarás. Todo lo demás no tiene cabida en tu cesta de la compra. Nada de chocolatinas ni helado. Lo que no hay en casa, no me puede tentar.

3. Analiza por qué quieres picar

Hay dos momentos en los que empiezo a rebuscar la casa por comida: cuando estoy procrastinando y cuándo tengo frío. Así que ahora analizo mi viaje a la cocina en este sentido: si tengo frío enciendo el radiador (o me hago otro té). Si en realidad estoy evitando alguna tarea, me comprometo a hacerla durante solo cinco minutos para ver lo que pasa. Normalmente la acabo y me preparo otro té.

Y en casos extremos siempre puedo cortarme una manzana (es ahora ya que no hay más chocolatinas en esta casa).

¿Y qué comiste?

Me gusta la filosofía vegana, y también me gusta la dieta paleo. En la vida real soy flexitariana. No como carne y evito los lácteos, me gusta el pescado, muero por la tortilla (siempre que el huevo sea ecológico – comprobando que el código en la cáscara empiece con 0…). Así que aquí una lista no exhaustiva de ingredientes que aparecieron en mi mes de enero: tomate, huevo, calabaza, patata dulce, garbanzos, alubias, arándanos, manzanas, peras, cebolla, ajo, guindillas picantes (muchas – que me encanta lo picante), zanahoria, calabacín, espinacas, bacalao, alubias blancas, alubias pintas, alubias negras, salmón, atún, anacardos, nueces, sirope de agave, soja germinada, …

El nutricionista de mi pareja me dice que debería comer cosas distintas, por lo menos cinco veces al día. Mi cuerpo mientras se siente estupendo. Así que por hoy me quedo con lo que me dice mi cuerpo.


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