Revista Opinión

Dios del Miedo

Publicado el 12 enero 2015 por Javier Marcos Angulo @clamorsegovia
Dios del MiedoSigo dándole vueltas en mi cabeza por lo sucedido en Francia.
Cuando digo a los que me quieren oír y leer, por favor, quiero hacer reír a mis congéneres, para poder tener la satisfacción de ver como dibujan una sonrisa, es cuando me siento bien en mi interior.
Hoy mismo estaba esperando a que me atendieran en un comercio, haciendo una tremenda cola, para una devolución  que me habían regalado en estas fechas; cuando por fin me atiende la persona, le digo: "aquí le traigo 'dos oros' que devuelvo por estas 'dos mirras' que me llevo". Entonces veo que sonríe abiertamente e incluso suelta una carcajada, y me ha contestado: "se agradece que tenga buen humor".
He de decir que llevaba dos paquetes envueltos en papel dorado que eran dos pantalones -'dos oros'- que cambiaba por otros de distinta talla que eran lo que yo denominaba las 'dos mirras'.
Os cuento esta realidad para decir que cuando la gente se ríe, e incluso se destapa alguna carcajada espontánea, a mi me gusta y disfruto.  No cuesta nada, apenas cuesta hacerlo.
Os estaréis preguntando a que viene todo esto. Pues es muy sencillo.
Los fanáticos que han realizado la masacre en la revista Charlie Hebdo, no deben de saber lo que es la risa y creo que es porque no saben, no entienden que el ser humano quiere y desea reír, incluso de su propia sombra y hacer arte con un lápiz y una hoja de papel , arrancando una sonrisa o una carcajada.
No sé si en la Declaración de los Derechos Humanos está escrito el Derecho a Reír;  sí, así con mayúscula.
Me parece que mientras sigan prohibiendo la risa, creo que no hemos avanzado nada o apenas nada en la raza humana.
Puede ser que lo que nos pasa es que tenemos miedo a reír, o también es que tenemos miedo al diablo. Si esto es así, me produce una tristeza tremenda; entonces el culto a cualquier dios, se transforma en un dios del Miedo.
Y eso no me parece nada conveniente, que las religiones se basen en el miedo a reírse,  en vez de disfrutar de la vida sin hacer daño a nuestros semejantes.
Es triste sin duda, si esto es así. No quiero rezar a un dios que se llame Miedo. No, no quiero y nunca lo haré. Me niego.
Y todo esto que he escrito viene a cuento porque no puede ser que nos quiten la risa, el humor, las cosas contadas con mucha inteligencia, y no debemos aceptar que cualquier arma mortífera acabe con la sonrisa.
No quiero ningún dios del Miedo.

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