Revista Religión

Dios me ha quitado algo pero he sido Enriquecido.

Por Frabreum @FRABREUM

Dios me ha quitado algo pero he sido Enriquecido.
Amen, Amen- Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se vadesgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta levetribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eternopeso de gloria. - 2 Corintios 4:16-17.
Todas lasbatallas acarrean pérdidas, aun para el vencedor. La enfermedad es una batalla.No sólo puede disminuirnos físicamente, sino que a menudo también nos quita loque nos parecía muy normal poseer: la salud, el sueño, la memoria… Entoncescorremos el riesgo de irritarnos y ser injustos para con quienes nos rodean.Tenemos miedo del futuro y añoramos lo que fuimos en el pasado. Es como situviésemos que despedirnos de lo que hemos vivido y de nuestros proyectos.
Job, esehombre con una piedad y una fe notables, exclamó: “He recibido meses decalamidad, y noches de trabajo me dieron por cuenta. Cuando estoy acostado,digo: ¿Cuándo me levantaré? Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudeshasta el alba… mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, y fenecieronsin esperanza”. Pero él agregaba en un impulso de confianza en su Dios:“Acuérdate que mi vida es un soplo” (Job 7:3-7).
Sí, en laenfermedad nuestro recurso es volvernos al Señor. Él es más grande que laenfermedad y más poderoso que nuestro desaliento. A menudo, de manera muyimprevista, él ayuda a atravesar los momentos difíciles. Entonces, poco a poco,nos damos cuenta de que él desea fortalecernos en nuestra alma. Si nos quitaalgo es para enriquecernos de sí mismo.

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