Revista Cultura y Ocio

Dioses Incas

Por Joaquintoledo

Los dioses incas

Wiracocha o Huiracocha ha sido un dios que ha estado presente en múltiples culturas pre-incaicas, desde los Chavín, incluyendo los Wari y los Tiahuanaco. Como vemos, su antigüedad demuestra que fue un dios importante, con el cual la nobleza sacerdotal inca no pudo desligarse, tanto por cuestión de tradición como de conveniencia política, que obedecía a motivos culturales. El Dios Wiracocha esta bmién para algunos investigadores el supremo creador del mundo de los incas y de los tres elementos básicos: el agua, la tierra y el fuego.

El dios principal como ya señalamos más arriba era el Inti, también llamado Punchao, atribuido al astro rey, el Sol. Para los Incas esta divinidad era símbolo de fertilización, y se le representaba mediante un disco de oro que se colocaba en los edificios importantes tales como el Coricancha. Tan alabado era el sol que sus templos estaban totalmente enchapados en oro, y las obras arquitectónicas tenían una simetría perfecta para permitir el ingreso de rayos solares, otorgando una maravillosa iluminación al lugar. En el Coricancha se encontraba el sacerdote supremo de este dios, llamado Huillac Humo y sus respectivos ayudantes llamados Willcas, los cuales eran traídos desde cada región. El sol era admirado pues para los Incas era el que daba la vida a todo lo que les rodeaba, además al ser una sociedad básicamente agrícola, está claro que el conocer este astro que permitía la vida y la gloria el imperio, era algo esencial. Los Incas fueron buenos astrónomos y conocían los movimientos del sol, en base al cual se confeccionó un calendario de doce quillas o meses. Esto generó asimismo festividades, y que cada mes del año tenga una dedicación especial en base a las sombras que dejaban los rayos solares. Por ejemplo enero estaba dedicado al agua, junio era la fiesta principal dedicada al sol, conocida como Inti Raymi, y que aún hoy en día se celebra. Septiembre, además estaba dedicado a la purificación y a la luna, como bienvenida a la primavera; por sólo señalar algunos casos.

Otro dios importante del panteón Inca fue Pachacamac, extraído de los pueblos de la costa central que los cusqueños fueron conquistando. Este dios no dejaba de ser peculiar, pues además de representar a los terremotos, su centro ceremonial, era un oráculo ubicado en los suburbios de la actual ciudad de Lima. De todas maneras, sobre todo en los últimos tiempos y con el advenimiento de los invasores españoles a tierras americanas, el oráculo falló muchos de sus vaticinios, entre ellos el del éxito de la guerra contra los extranjeros cuando Atahualpa preguntó por el destino del imperio.

Entre los dioses existen varios: Así tenemos a Alia Paec, de la costa norte, por lo general considerado una divinidad civilizadora; Huari, el dios antropomorfo con rasgos de serpiente, y que representa el agua y las cosechas, también llamado a menudo dios de los dos báculos o de las dos Varas; asimismo está Pariacaca, dios de las lluvias en la sierra central; Illapa, dios del rayo, los truenos y relámpagos; Tunupa, dios sureño de los chiris; Pachamama, diosa de la tierra, representa la fertilidad; la Mama Quilla o diosa de la luna, también ligada a la fertilidad y esposa del sol.

Los Inca además tenían una idea dentro de su panteón, una cosmovisión andina basada en tres estados: el mundo de arriba (Haman Pacha), el mundo de aquí donde habitan los hombres (Kay Pacha) y el mundo de abajo, el subterráneo, representando por las cuevas, los muertos, puquios, etc. Ahora bien, ¿existían sacrificios al estilo de las religiones y culturas de Mesoamérica? La respuesta es que sí existían sacrificios a los dioses, pero no de un modo tan masivo, por decir de alguna manera, ni tampoco frecuentes, salvo en tiempos de guerra. Los sacrificios humanos eran ofrendas a los dioses, o a los apus, que se llevaban a cabo o bien cada cuatro años, o bien debido a que algún acontecimiento importante así lo exigía, no estamos refiriendo a sequías, lluvias incesantes, fenómenos naturales, terremotos, erupciones volcánicas, pestes, epidemias, etc. Pero no todo era tan pesimista pues en otras ocasiones, como por ejemplo el nacimiento del heredero, el ascenso del Inca, victorias de las batallas, fines de conflictos, etc.

Las celebraciones por lo general no estaban reservadas únicamente a la nobleza, sino que también se incluía a los runas, los cuales todos debían ofrendar comida, bebida, oro, plata y niños, de alrededor de diez años de edad. Eran estos últimos, la edad general que se recibía para el sacrificio, aunque también algo cotidiano eran las mujeres. En honor al Inti o Wiracocha, aunque no estaban descartadas otras divinidades que se buscaba satisfacer, los Incas realizaron actos ceremoniales cargados de sacrificios, llamados Rito de Copacoha.


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