Desde que naciera en Taipei hace 30 años, Alex Zhang Hungtai ha vivido prácticamente como un nómada estableciéndose en Asia, Canadá, Estados Unidos y Hawái. Desarraigado, sin una casa fija a la que volver, para exorcizar esos fantasmas que le hacen sentirse de ninguna parte ha optado por agarrarse a algunas de las raíces más longevas de la música y vampirizar el rock’n’roll de los años cincuenta construyendo un discurso especialmente dirigido a aquellos que se sienten tan extrañados como él.
En su proyecto en solitario Dirty Beaches, Hungtai mezcla elementos ficcionales con retales de la biografía del motero rockabilly que algún día fue su padre, dejándose también influenciar fuertemente por el carácter desplazado de la beat generation.
Más allá de las abrumadoras atmósferas con que preña su sonido, es esa vertiente narratológica la que hace de esta inesperada revelación una de las más gratas sorpresas del año en curso, pues, además de forma, hay más fondo en Dirty Beaches del que parece. Badlands suena inusual, erótico y doloroso, sepultando voces fantasmalmente sexys bajo samples de batería y toneladas de grasa en una propuesta similar a las que en su día perpetraron Suicide o los Cramps. (Playground)
“A hundred highways…”
Dirty Beaches – Badlands (2011)
Puzzle Bobble
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Magical Cat Adventure