Revista Cuba

Discreción

Publicado el 19 noviembre 2015 por Yusnaby Pérez @yusnaby
Discreción

Ha ocurrido una desgracia enorme que ha impresionado al mundo, el que conocemos, pues las que ocurren en el que nos es ajeno no monopolizan las conversaciones ni los noticieros. Hablar de lo ocurrido en París, Hsakeh, Lego, Susa, Londres, Madrid,  Nueva York… no es el objeto de este escrito. Poco o nada se puede decir a quienes han perdido a sus seres queridos y se enfrentan a la dura tarea de aprender a vivir con ausencias dejando que poco a poco el tiempo cierre las heridas aunque no borre la cicatriz. El objeto de estas líneas es recordar el valor de la discreción en cualquier circunstancia, especialmente en aquellas en las que predomina el dolor.

Daba vergüenza ajena ver cómo el fin de semana pasado más de uno perdió la brújula de lo que debe ser considerado periodismo. Un periodista debería contar lo que ve, no lo que piensa,  debería describir las heridas, no meter el dedo en la llaga. Un periodista debería limitarse a hacerle saber al mundo lo que está ocurriendo, pero sin convertirse en la noticia.

A nadie le importa si un periodista estuvo en la Champs-Élysées, si ha comido crêpes, ni si ha bebido champagne. Tampoco le importan a nadie las veces que un político ha hecho una escapada romántica  a la ciudad de la luz, festejado su cumpleaños, o soltado maldiciones por alguna huelga aeroportuaria. En serio, a nadie le importa una Torre Eiffel pintada en unos abdominales –tonificados o no–. Importan las víctimas. Sí señores egoístas, por más increíble que les parezca, importan las víctimas, esas personas que sin quererlo se han convertido en protagonistas de trágicas noticias. Importan sus familiares, sus amigos y todos aquellos que les rinden tributo desde el respeto, desde la discreción. Importan las víctimas, no ustedes.

No recuerdo haber visto nunca en la puerta de una funeraria a gente tomándose fotos para publicarlas en sus redes sociales. No recuerdo haber visto funerales con gente preguntado a los familiares de un difunto qué sienten por lo ocurrido. A lo mejor he vivido en otro mundo, a lo mejor he estado en otro tipo de funerales.

Si fuera periodista me preguntaría qué necesidad tienen los familiares de un desaparecido de ver charcos de sangre en televisión. Si fuera periodista me preguntaría qué importancia tiene para el mundo verme en la puerta de un avión con destino al centro de la información del momento. Si fuera periodista, me pondría en los zapatos de cada doliente para valorar cuán necesario es hacer zoom o  repetir una y otra vez los restos de la tragedia que ha enlutado sus vidas.  Es difícil de entender. Supongo que se debe a que no soy periodista, o tal vez a que todos hemos visto que hacer verdadero periodismo es posible: sin protagonismos innecesarios, sin opiniones, sin sadismo, sin falsa solidaridad. Simplemente periodismo: ver y contar lo que hay. Respetar el dolor sin buscar la palabra apropiada para hacerlo estallar en pantalla con el fin de subir puntos de audiencia.

La misma vergüenza dan esos que a sueldo se instalan en la silla de un estudio de televisión para opinar de todo sabiendo de nada, soltando la consigna que más conviene a lo que defienden, atacándose unos a otros porque sólo saben entenderse a gritos en unas tertulias donde parece tener la razón el que despotrique más alto. Carroñeros ávidos de presas a las cuales devorar en cada programa con la anuencia de moderadores del morbo.

Ya da bastante asco la actitud de bestias que nos descubren la peor cara de la raza humana como para que también contribuyan a empeorar las cosas una panda de ególatras que utilizan la desgracia ajena para alimentar su pobre mundo interior. La sociedad necesita de discreción, de verdaderos profesionales tanto en los medios de comunicación como en la política. Porque que haya descerebrados narcisistas pintándose un fingido luto en la barriga es consecuencia y también responsabilidad de los engreídos que desde sus escaños, o desde los estudios de una radio o televisión buscan ser la noticia y/o explotar lo más sádico que puedan sacar de la misma.


Volver a la Portada de Logo Paperblog