Revista Cultura y Ocio

Divagando dispersamente

Por Sese
Los años sesenta fueron testigos del movimiento hippie, el desmarcarse del sistema y de sus injusticias supuso el nacimiento de una juventud que renegó del materialismo, del capitalismo, de los valores del mundo occidental, desconozco qué movimiento sería el equivalente en décadas anteriores (¿acaso la generación beat?) del siglo pasado.
En cualquier caso suponía una ruptura con lo establecido y como consecuencia de ello tuvo la vertiente que polarizó este ideario. Haz el amor y no la guerra, amor libre, abuso de drogas alucinógenas. cualquier excusa para desmarcarse del mundo organizado, del capitalismo, del poder establecido...
Y esta forma de vida, este modo de entender la propia existencia evolucionó en las décadas siguientes. Toda acción tiene su reacción y toda tesis tiene su antítesis.
Y cuando uno tuvo uso de razón fue testigo del legado de la forma de entender la vida de los hippies. Algo caló en futuras generaciones y sin adoptar la filosofía de vida sí que se conservaron detalles estéticos y culturales de ese movimiento. En los últimos años de los 70 y los primeros de los 80 éste que escribe ya era capaz de discernir el mundo que le rodeaba, cómo era la juventud y cómo sería en un futuro.
Y era en mi entorno entre los jóvenes se llevaba lo de irse de excursión al campo, con una guitarra y a la vera de un fuego cantar. Eran canciones tales como Blowin' in the wind, Kumbayá.... Un poco la herencia del folk americano, Joan Baez, Bob Dylan...
Era una nueva tribu no sé si urbana, pero tribu al fin y al cabo: los llamábamos kumbas o kumbayás, el amor por la naturaleza, la defensa de la amistad y la lealtad para una serie de valores que ensalzaban a la persona como ser humano.
Y ante un mundo nacía otro paralelo y opuesto. Eran los pijos, el valor de lo trivial, de lo material, de la imagen en detrimento del fondo...
Y sin saber por  qué estábamos inmersos en esa vorágine de ideologías simplemente porque nos había tocado vivir esa época.
Siempre han habido formas de entender la vida desde la juventud pero lo único cierto es que el motor que movía en general a esa etapa de la vida era la protesta contra lo establecido, si te decían  blanco era negro, si te decían siéntate te levantabas, y es que estabas creciendo, empezabas a intentar ser tú mismo y no lo que se pretendía que fueras.
Y es por eso que cuando miro atrás no me pregunto lo que fui o lo que soy si no lo que me hubiera gustado ser y qué época hubiera sido la idónea para ello. 
No sé si porque no pude vivirla pero los sesenta no hubieran estado mal.
¿Qué nos ha quedado de todo aquello?, ¿qué dirá el futuro de la juventud actual?  Parece que tras unos años de abulia, de acarajotamiento hoy nacen unas nuevas generaciones con inquietudes, con vida, con ganas de cambiar un mundo que es una puta mierda. 
Y algunos les llamarán perroflautas y se aprovecharán de las manzanas podridas de una colectividad para desacreditarla;  y unos años más tarde el sistema absorberá a esos jóvenes y los cambiará, se harán más conservadores y verán a la juventud de su madurez como unos locos que no respetan nada, que sólo intentan derrumbar ese mundo que tanto tiempo les ha costado construir, y no se habrán percatado que es ese  mundo que defienden el mismo contra el que luchaban.
Sólo espero que siempre nos quede un rinconcito en nuestra alma que sea aún joven y que no se acomode
Que sigan habiendo hippies.
Que sigan habiendo kumbayás.
Que lo bueno de cada momento perviva en el futuro, que condenemos los abusos  y que nunca digamos eso de "que se jodan" cuando las injusticias no nos afecten.
...que no dejemos nunca de crecer:

(Perdón por el tostón, pero es lo que tiene empezar a escribir sin saber exactamente lo que quieres decir)

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