Revista Diario

Domingo de teatro

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
Domingo de teatro
Llevo tiempo con ganas de llevar al niño a hacer alguna actividad diferente. En Navidad estuve a punto de llevarle a un concierto para bebés, pero al final no me animé, pensé que el niño no iba a prestar suficiente atención, mi marido no podía acompañarnos y no era precisamente barato, así que no fuimos. Este domingo nos surgió la oportunidad de ir al Teatro Tyl Tyl, en Navalcarnero, a ver una obra que, en principio, estaba especialmente pensada para bebés a partir de un año. Y allí hemos ido.
El pueblo, que no habíamos visitado nunca a pesar de tenerlo relativamente cerca, me ha encantado: calles estrechitas, en cuesta, empedradas, ni el tato por la calle, olor a asado y a leña... Eso sí, hacía un frío impresionante, cuando hemos salido de la función parecía que estaban empezando a caer copitos y todo. ¡Brrrr!. Los únicos que íbamos por la calle éramos todas las familias que nos dirigíamos al teatro, los demás estarían bien resguardaditos en sus casas, ¡seguro!.
Nada más llegar allí me entró arrepentimiento. En una sala no muy grande estábamos tropecientas familias intentando recoger las entradas y, a la vez, hacer cola para entrar. Ambas colas se fundían y entorpecían, animadas, además, por el jolgorio de muchos que habían ido con colegas y/o más familia, de modo que se ponían a saludarse en todo el medio, contribuyendo a liarla más aún. Cada vez llevo peor las aglomeraciones, no me acostumbro a que me empujen y me pisen, es superior a mi. Pero, bueno, después de bregar un rato con la marea humana, conseguimos las entradas y susperar la cola.
Dentro empecé a arrepentirme más aún. En mi imaginación me había hecho a la idea de que entraríamos a una sala despejada, donde los niños pudieran tener relativa libertad. Pero no, aquello era un teatro, muy chiquitito, pero un teatro, es decir, con su escenario y sus filas de asientos. Mi hijo, al que además habíamos tenido que despertar para bajar del coche, no estaba por la labor de estarse quieto sentadito encima de nosotros. Menos mal que en estos sitios miras alrededor y ves de todo: niños tan tranquilos que parecen con la mente en otro sitio pero también niños trepando por los asientos, intentando tirarse por las escaleras y matrimonios discutiendo como hacemos todos (¡y por los mismos motivos!).
Así que si tarda más en empezar la obra, creo que le hubiera dicho a mi marido de irnos. Esos 10 minutos que esperamos dentro se me hicieron eternos, con el niño cada vez más nervioso ante la imposibilidad de desfogar su energía en un sitio aún sin explorar y nosotros intentando que se contentara con algo, ¡qué estrés!.
Pero finalmente se apagaron las luces, el bebito me dió la mano derecha (la izquierda estaba ocupada chupándose el dedo) y comenzó la actuación. Contra todo pronóstico, se quedó quieto como una estatua, con la mirada fija y sonriendo todo el rato, riéndose incluso a veces. Me sorprendió bastante que le entretuviera tanto porque, para mi gusto, la obra no era para niños tan pequeños como el mío, la encontré demasiado conceptual, demasiado lenta, demasiado silenciosa, falta de color... Vamos, para mi gusto adulto, un poco tostón. Si ya lo dije con la cabalgata de Reyes, a mi las performances llenas de simbolismo, abstracción y sin palabras, me aburren.
No sé muy bien cuánto duró, creo que algo más de 30 minutos, de los cuales sobraron los 10 últimos. Y no lo digo sólo por mi hijo, que ya estaba hasta el moño, sino por toda la sala, donde se empezaban a escuchar rumores cada vez más altos, gritos, algún que otro sollozo y cansancio en general. Así que en cuanto volvió la luz, salimos escopetaos, que además hacía bastante calor en la sala y el niño empezaba a ponerse rojo como un tomate. 
Aunque por mi comentario pueda parecer lo contrario, me ha gustado la experiencia. De hecho, esto me anima a probar otras cosas con él. Pero la próxima vez buscaré algo más lleno de música, de color, más dinámico.... Mmm.... creo que le gustaría el espectáculo de los Cantajuegos, seguro. O algo con Pocoyó, seguro que también. 
Mamá sin complejos está sorteando unas entradas para este teatro en este enlace. La obra es otra y tiene buena pinta, parece que los niños van a poder participar incluso. Yo os animo a que probeis, aunque, insisto, lo veo para niños algo más mayorcitos.

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