Revista Opinión

Doña Enriqueta Marín Dospuentes (reedición)

Publicado el 17 noviembre 2013 por Miguelmerino

-¡Hola!- me saludó con una sonrisa radiante para la que en realidad no había motivo alguno-. ¿Quién eres?

Modelos de mujer, Almudena Grandes

Doña Enriqueta Marín Dospuentes no entiende porque algunos vecinos no la quieren. Ella es una de las más antiguas (nunca usa la palabra: vieja, ¡vade retro!) en el edificio y siempre ha tenido un puesto de relevancia en la Junta Directiva de la Comunidad de Vecinos. Aunque sólo fuera por ese hecho objetivo, deberían mostrarle agradecimiento.

Es verdad que ahora sólo es vocal, pero porque ella ha querido apartarse. Necesitaba tiempo para ella misma y para los suyos. Pero nunca le ha negado su colaboración a nadie de la nueva Junta. Muy al contrario, siempre se ha brindado desinteresadamente a explicar una y mil veces (porque hay gente a la que tienes que explicarle las cosas mil veces y aun así, no aprenden), como se tiene que hacer cada cosa: rellenar un acta; llevar las cuentas de ingresos y gastos; a quien hay que llamar en caso de averías; etc., etc., etc. ¿Y se lo agradecen? ¡Ni flores! Al contrario, se lo toman a mal. ¿Qué culpa tiene ella de que la nueva secretaria de la Junta no sepa ni hacer un acta? y claro, en lugar de pedir ayuda, como es tan orgullosa, pues están todas las actas retrasadas, que eso en sus tiempos no pasaba. ¿Cómo? ¿qué faltan muchas actas, incluso de Juntas Ordinarias que son obligatorias de rellenar? Las habrán perdido, si ya se sabe que son bastante desastre. Son capaces de esconderlas para decir que ella no las tenía al día. ¿Qué van en un libro oficial numerado y sellado? Ya lo habrán apañado ellos para hacerla quedar mal. Si es que hay mucha envidia.

Eso sí, ella reconoce que alguna vez, al dar un consejo o hacer una observación, a lo mejor no lo ha hecho con la discreción debida y ha dado pie a que se entere todo el edificio de que algo no se estaba haciendo bien. Pero lo ha hecho siempre con buena intención, para ver si la persona puesta en evidencia aprendía aunque sólo fuera para evitar una nueva vergüenza. Es que hay gente que no aprende. ¿Cómo dice? ¿qué algunas veces, muchas, no era cierto que se estaba haciendo mal? Eso lo dirá usted. Ella nunca acusaría a nadie de manera falsa. Bien es cierto que puede haberse equivocado en alguna ocasión, pero siempre fue porque la informaron mal y claro, como ella es buena gente e incapaz de pensar que alguien le diga algo que no es, pues se lo creyó y por eso actuó así. En su corazón no tiene cabida la maldad en ninguna de sus múltiples formas.

Lo dicho, que Doña Enriqueta Marín Dospuentes, no entiende por qué algunos vecinos no la quieren, cuando es bien sabido que habría que poner en el portal y en lugar de honor, una placa de agradecimiento  con su nombre, por los servicios prestados y aun por prestar a la comunidad. Pero ya se sabe; la ingratitud de los españoles es proverbial.


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