Leía el otro día en la prensa que la FIFA ha abierto una investigación para averiguar qué está sucediendo en Corea del Norte con los jugadores internacionales que disputaron el Mundial de Sudáfrica 2010.
Al parecer, y según apuntan varias agencias de noticias y medios de comunicación asiáticos, incluso internacionales, los jugadores podrían haber sido humillados públicamente, obligados a trabajar en minas, torturados e incluso enviados a prisión.
¿El delito tan grave? Perder 7-0 ante Portugal, luego “rematarlo” con un 3-0 con Costa de Marfil. Se convertían en la selección más goleada. Sus compatriotas no repararon en que se encontraban, probablemente, en el grupo más difícil del torneo. Tras la buena actuación que cuajaron contra Brasil (derrota por solo 2-1), el dictador Kim Jong-il decidió retransmitir el siguiente partido, en un hecho insólito, puesto que era la primera vez que se retransmitía un partido en directo. La goleada encajada no les sentó bien.
Toda esta historia me resulta más bien un thriller o una historia de terror. Me parece lamentable que pueda ocurrir algo así. Espero que se tomen las medidas pertinentes, tanto por la FIFA como por la Comunidad Internacional. La censura norcoreana no debe tapar este asunto al exterior.
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