Revista Cultura y Ocio

Donna Tartt: "El jilguero"

Publicado el 25 septiembre 2015 por Juancarlos53

A veces, muchas veces, los árboles no dejan ver el bosque, o el ruido ambiente no permite escuchar la melodía. Quiero decir con esto que emprendí la lectura de "El jilguero" de la norteamericana Donna Tartt con bastante temor. Miedo por su excesivo tamaño (1152 págs.) pero sobre todo por el espectacular lanzamiento mediático que tuvo y su presencia semana tras semana en los primeros puestos de las listas de libros más vendidos. ¡Uf, decía para mis adentros, otro infumable best seller! Pero no, no hay tal: best seller, sí; pero fumable, muy fumable. La novela, como ya avancé aquí hace unas semanas, me ha gustado. Y este es el momento en que intentaré decir por qué.

Sinopsis
Theodor Decker, un adolescente de 13 años, sobrevive a un atentado terrorista perpetrado por un grupo de ultraderecha en el neoyorquino Metropolitan Museum of Art. En este atentado muere su madre, Audrey, con quien convivía. En medio del caos, Walty, un anciano misterioso que está a punto de morir insta a Theo a huir con El jilguero, lienzo de delicadísima factura realizado en 1654 por el pintor holandés Carel Fabritius. A partir de este instante y durante 14 años asistimos al trayecto vital de este chico siempre acompañado por el cuadro de Fabritius que marcará no pocas de sus acciones

La Estructura
El asunto anterior lo distribuye Donna Tartt (Greenwood, Misisipi, 1963) en cinco partes bien cohesionadas entre sí pero con entidad suficiente cada una de novelas cortas. La misma autora en entrevista concedida al programa 'Página 2' de RTVE decía que en realidad su novela contenía tres novelas al menos. Esas tres novelas bien podrían corresponderse con tres temas: La adolescencia (partes I y II), La Culpa (parte III), y La importancia del Arte (partes IV y V)

I.-) El adolescente abandonado en una sociedad bien organizada: Ante la no localización de familiares, los Servicios Sociales le buscan acomodo temporal en la rica familia de su compañero de clase Andy Barbour, los profesores se preocupan por él, la psicóloga escolar intenta que asuma su condición... Finaliza esta parte con la aparición del padre que se encargará de él.

II.-) El adolescente se asoma al mundo. Theo vive en Las Vegas con Larry, su padre, y Xandra, la novia de éste. Conoce a Boris que será su mayor amigo; con él se inicia en el alcóhol, las drogas, hace pellas... También en esta parte conocerá otros vicios a través de otros como los que llenan la vida de su padre y de Xandra. Finaliza esta parte con un viaje espectacular en los famosos Buses Greyhound desde el desierto de Nevada hasta la ciudad de Nueva York.

III.-) El sentimiento de culpa. En Nueva York Theo se instala con el anticuario Hobie a quien ya visitó en la primera parte por recomendación del fallecido Walty, el anciano que conoció en el atentado del museo. La joven Pippa que vive con Hobie marchará a estudiar. Theo decide asentar algo la cabeza y preparará el curso para ingresar en la universidad. Noticias sobre antiguas pretensiones del padre y sobre ladrones de cuadros famosos crean en él un fuerte sentimiento de culpa y de temor.

IV.-) La importancia del azar en la vida. Han pasado ocho años y Theo se ha dedicado a sacar adelante el negocio del anticuario Hobie. En sus compras y ventas no siempre todo es regular y esto le creará ciertos conflictos que suele solucionar sin mayores problemas. Le acaecen una serie de sucesos azarosos: alguien sabe que esconde el cuadro de Fabritius y le presiona por ello; encuentra por azar a los Barbour de la primera parte y se echa de novia a Kitsey, hermana de su antiguo amigo Andy, con la que proyecta contraer matrimonio; se reencuentra con Boris cuando buscaba pillar algo de droga en los antros neoyorquinos; y por último Pippa regresa a casa de Hobie al estar de paso en Nueva York.

V.-) La necesidad del arte. La mayor parte de este quinto corte de la historia transcurre en Amsterdam donde Theo conocerá en vivo los bajos fondos y vivirá una auténtica caída a los infiernos. En ésta un Theo adulto de 27 años que ha finalizado un peligroso periplo vital se hace una serie de reflexiones. De éstas la que más me ha llegado es la de la indefinición de confines que existe entre lo 'bueno' y lo 'malo', cómo " no escogemos ser las personas que somos" (pág. 1070), cómo en ocasiones somos " un yo que no quieres. Unos sentimientos que no puedes evitar" (pág. 1071). También tienen un interés altísimo las consideraciones que tanto Theo como Hobie hacen a propósito del papel del arte en la vida de los hombres, de la necesidad del arte en nuestra vida:

"En nuestro agonizar, mientras nos levantamos de lo orgánico y nos hundimos de nuevo de manera ignominiosa en lo orgánico, es un honor y un privilegio amar lo que la Muerte no puede alcanzar." pág. 1084)

Junto a estos grandes temas que ahorman cada uno de los cinco apartados que forman la Novela existen un sinfín de motivos o temas no menos importantes que los anteriores: el Amor y la amistad, el nihilismo vital, las drogas y el consumidor de las mismas, la utilidad (¿necesidad?) de la copia artística, las instituciones sociales esenciales para el adolescente: familia, escuela, asistencia social, etc.

Una narración en primera persona
Si algo tiene en común esta novela de aprendizaje con otras semejantes de iniciación, de transición a la vida adulta (por ejemplo " El guardián entre el centeno" de Salinger o " El lamento de Portnoy" de Phlip Roth [esta última reseñada en el blog. Pinchar ]), ello es el tono confesional de la misma. Efectivamente todo lo que hemos leído no son más que autoconfesiones por parte de Theo que comenzó a escribir siguiendo los consejos de su profesor de literatura allá en su adolescencia cuando la brusca pérdida de su madre y todo se le venía encima. La escritura en su realización exige reflexión lo que ha sido aprovechado por no pocos terapeutas. Al final de esta escritura Theo dice dos cosas: una, que cree que nunca nadie leerá lo que ha escrito pero por si acaso ahí queda; y dos, que la destinataria auténtica de todo el escrito es Pippa, el amor de su vida, su alma gemela

"Pero, como el lector habrá deducido (si algún día hay un lector)," [...] "He escrito todo esto, curiosamente, con la idea de que Pippa lo lea algún día, lo que, por supuesto, no ocurrirá." [pág. 1073]

La narración en 1º persona avanza de manera lineal con una duración temporal de unos 14 años aproximadamente desde la pérdida de la madre a los 13 hasta la superación de sus inseguridades adolescentes, totalmente vencidas tras las duras experiencias vividas que relata la novela. Al final nos encontramos con un hombre adulto hecho y derecho que camina con plena seguridad por un mundo que antes veía siempre hostil.


Son fundamentalmente masculinos ( Boris, Hobie, Theo, Andy, Platt, Welty, Horst, Larry -el padre de Theo-, etc) más que ( Audrey -la madre de Theo-, Xandra -la amante de Larry-, Pippa, Kitsey, Ulrika -la hermana de Horst-, Margaret Blackwell Pierce -la medio hermana de Welty-, etc.). No todos los personajes alcanzan el mismo nivel de deinición, habiendo unos mejor perfilados que otros. De entre los masculinos destacaría a Boris, Hobie, Larry y Théo; de entre los femeninos sobresalen por encima de los demás la madre de Theo, Audrey, pese a su escasa presencia directa en el texto, también Pippa y desde luego quizás sea la señora Barbour la que tenga una personalidad más clara.

En mi opinión los personajes pertenecientes al ámbito delincuencial de Boris que aparecen en la quinta parte ( Martin, Vitia, 'Shirley Temple', Giuri, Sascha, Lucien Reeve y otros) los despacha la autora con dos brochazos rápidos lo que hace que su personalidad y las relaciones entre ellos apenas queden esbozadas. Del mismo modo algunos vínculos afectivos entre personajes son difusos. Por ejemplo la llegada de Pippa a casa de Welty o la relación de Kitsey con Tom Temple, el compañero de colegio de ambos.

La Cultura como referente y elemento constructivo
Estamos ante una novela muy bien escrita (la manera que tiene la autora de presentar el duermevela de Theo en el hotel de Amsterdam ocasionado por la enfermedad y las drogas es fantástico) en la que junto al amplio abanico de personajes antes señalado y la presentación de la historia en 1ª persona se cuelan de manera muy natural una gran multitud y variedad de elementos culturalistas pertenecientes al mundo de la pintura, la literatura, el cine y la música.

Donna Tartt:

En cierta manera la pintura da las claves de este relato. Que el título del libro provenga de la pintura del pintor flamenco Corel Fabritius, perteneciente a la llamada escuela de Vermeer no es casual. Las pinturas ovaladas flamencas que muestran una gran información en una pequeña tabla están en la base de descripciones como la que hace de la familia Barbour que acoge al huérfano Decker:

"En el ojo de buey con espejo que había encima de la cabeza de la señora Barbour veía toda la escena reproducida a una extraña escala en miniatura: los jarrones chinos, la bandeja de café, los asistentes sociales con aire incómodo..." (pág. 105)

La pasión por la pintura está presente en no pocos de los personajes de la novela, tanto en el protagonista y su inseparable "El jilguero" cuanto en la señora Barbour y su atracción por los pintores estadounidenses en su mayoría del XIX y primera parte del XX

"solía encontrarte en el pasillo mirando los cuadros. Siempre ibas derecho a los mejores. El paisaje de Frederick Church, mi Raphaelle Peale, mi Fitz Henry Lane o el John Singleton Copley..., ¿sabes cuál digo? El retrato ovalado de la chica del gorro, óleo sobre cobre." (pág. 623)

Pero también, y como no podía ser de otra manera tratándose de una narración que nace con el robo de un cuadro, los ladrones y falsificadores de cuadros son grandes conocedores y admiradores de este mundo artístico. Así Horst tiene en su poder originales difíciles de distinguir unos de otros, lo que demuestra su gran conocimiento

-¿Van Goyen? Habría jurado que era un Corot.
-Desde aquí, puede. -Se quedó satisfecho con la comparación-. Son pintores muy parecidos..., el mismo Vincent lo comentó en esa carta..., ¿la conoces? "El Corot de los holandeses."
(pág. 817)

Pero para mí lo esencial es ver que a Donna Tartt el mundo de la pintura le sirve fundamentalmente para exponer uno de los temas importantes de esta novela, el de la utilidad e incluso necesidad de la copia artística y el significado múltiple que tiene este arte

"Ya sabes lo que dijo Picasso: "Los buenos artistas copian, los grandes roban"." (pág. 1062)
"Tu sueño, el sueño de Welty, el sueño de Vermeer. Tú ves un cuadro, yo veo otro, el libro de arte lo pone a cierta distancia, la mujer que compora la postal en la tienda de regalos del museo ve algo totalmente diferente" (pág. 1066)


Las referencias literarias a autores, obras o personajes son abundantes en el relato. Quizás esto podría llevarnos a pensar que la autora no busca el aplauso del público y el éxito de ventas a través de una escritura exenta de referencias cultas o nada complicadas que son en esencia las características del best seller. Pero si miramos con algo de detenimiento estas alusiones, se puede observar que en su mayor parte son sencillas y conocidas por la gran mayoría de los seguidores de la autora: los lectores norteamericanos. Así los autores y obras citados son, salvo en el caso de dos nombres universales: Proust y Schiller, anglófonos: Shakespeare, Yeats, Coleridge, Dickens, Conan Doyle; y en el 90% de las ocasiones norteamericanos: Washington Irving, Edgar Allan Poe, Henry David Thoreau, Walt Whitman, Henry James, T. H. White, Tolkien, H. G. Wells, Graham Greene.

Otro tanto ocurre con los títulos que va desgranando a lo largo de las 1152 páginas que tiene la novela, todos ellos muy conocidos para el americano medio de una cultura también media o standar: " Las uvas de la ira" de Steinbeck, " La casa de los siete tejados" de Nathaniel Hawthorne, " El puente de Brooklyn" de Hart Crane, " Franny y Zooey" de Salinger; aunque también hay otros títulos mucho más populares como " Amantes y jugadores" de Jackie Collins. Como se ve una de cal y otra de arena.

Para mí el máximo interés de todas estas referencias literarias radica fundamentalmente en que sirven en gran medida para caracterizar a algunos de los personajes. Así Boris, el chico ruso del que Theo se hace amigo lee con ganas " El idiota" de Fiodor Dostoievsky, la madre de Theo que debía arrostrar en solitario la educación de Theo ante la huida del padre leía " Jane y Prudence" de Barbara Pym y Théo cuando por fin decide abandonar Las Vegas y con ello dejar atrás un largo período durante el que ha estado como dormido y ausente de todo se compara con Rip van Winkle, personaje del cuento homónimo de Washington Irving.

Pero sin duda hay dos referencias literarias que dan claves muy importantes para entender la novela:
Una es la que se hace aMacbeth de Shakespeare, una mención a la que el lector sólo podrá dar su auténtico valor cuando esté cerca de finalizar la novela

"En otoño habíamos leído Macbeth en la clase de lengua y literatura, pero solo ahora empezaba a entender por qué lady Macbeth no había logrado limpiarse la sangre de las manos, por qué seguía allí después de que se las hubiera lavado." (pág. 150)

La otra es la referencia que hace Boris al príncipe Mishkin de la novela " El idiota" de Dostoievsky. Esta alusión a este personaje le sirve a Boris para identificarse con él y a los lectores para entender uno de los grandes mensajes del relato:

"No siempre se saca el bien de las buenas obras ni el mal de las malas obras. Ni siquiera los sabios y los buenos pueden ver la finalidad de todas sus acciones. ¡Qué idea más aterradora! ¿Te acuerdas del príncipe Mishkin de "El idiota"?Mishkin era amable, quería a todo el mundo, era tierno, siempre perdonaba y nunca hacía nada malo, pero confió en quien no debía, se equivocó en todas sus decisiones e hizo daño a todos lo que tenía alrededor. Es un mensaje muy oscuro el de este libro." (pág. 1048)

Donna Tartt:

Al igual que la literatura forma parte del sustrato de la novela, también el Cine es utilizado por la autora como material con el que construir el relato. Los dos personajes protagonistas, Boris y Theo, cuando adolescentes, pasan tardes enteras visionando películas de todos los tiempos, aunque sienten predilección por las de terror (" La noche de los muertos vivientes") y de ciencia ficción (" La guerra de las galaxias"), y también por aquellas que tienen como marco la ciudad de Nueva York donde transcurre gran parte de la narración y a la que la autora rinde en la novela un claro homenaje (" Desayuno en Tiffany's" de Blake Edwards adaptación de la novela de Capote del mismo título).

A partir de ciertas películas y relacionando esos títulos con otros de obras literarias homenaje a Donna Tartt hace un auténtico Nueva York que así se convierte, casi casi, en personaje del relato

"Upper Park es de los pocos lugares donde todavía puedes ver cómo era la ciudad en la década de mil ochocientos noventa. También en Gramercy Park y en una parte del Village. Aun así, cuando llegué por primera vez a Nueva York pensaba que este era el barrio de Edith Wharton, Franny y Zooey y Desayuno en Tiffany's, todo en uno. -Franny y Zooey transcurre en el West Side." (pág. 21)
" Recuerdo que hablamos de Fairfield Porter..., acababa de exponer en Nueva York, y luego pasamos a hablar de Frank O'Hara y Lana Turner, y de en qué año habían cerrado por fin el viejo restaurante Horn and Hardart, conocido como el Automat." (pág. 444)

dejé constancia de la importancia que la música tiene en ella. Al igual que sucede con la literatura o el cine la escritora se sirve del gusto musical de los personajes para mostrar su personalidad, su mundo interior. Así mientras que a
En el post anticipado que hice de esta novela y que tituléEl canto de "El jilguero" Pippa le encanta Arvo Pärt, compositor del minimalismo sacro estonio (¡casi nada!) a Boris lo que le agrada es la música heavy de Nirvana, a la fallecida y culta madre de Theo los cantantes y músicos de blues y jazz como Magnetic Fields, Mazzy Star, Nico, u Oscar Peterson, Larry y Xandra se pirran por Pat Benatar o Radiohead, y Theo, según el momento vital por el que esté pasando, escucha al alcohólico y drogadicto muerto de una autoinflingida puñalada Elliott Smith; o si está consciente y en sus cabales prefiere la música que le lleva de nuevo a la placidez de su hogar cuando, niño aún, era feliz al lado de su madre escuchando temas navideños como " Tannenbaum" de Vince Guaraldi o " Greensleeves" de Coltrane y si no a Thelonious Monk o la Velvet Underground que a la ex-modelo y trabajadora en una galeria de arte que era Audrey le encantaban.
Como se ve en esta clasificación de los personajes por sus gustos musicales se detecta cierto esquematismo reduccionista, algo que suele ser ingrediente habitual de los best sellers. Y"El jilguero", no lo olvidemos, lo es.

Los temas musicales que se van desgranando a lo largo de todo el relato pertenecen esencialmente a las décadas de los 70, 80 y 90 del pasado siglo. Como ya dije en el post "El canto de 'El jilguero'" he hecho una selección de 30 temas de los muchos citados en el texto y los he colocado en la página Música que me gusta escuchar de este blog. Es una playlist hecha por mí en Spotify en la que como digo en ese post se pueden escuchar

numerosos temas musicales que aparecen citados en la narración y que entran a formar parte del peculiar mundo de los personajes que por ella transitan. Son melodías variopintas, en su mayoría pertenecientes a las décadas 70, 80 y 90 del pasado siglo aunque también hay algunas referidas a la música clásica, el jazz y a temas extraídos de películas importantes en la novela.


Lo mejor
Sin lugar a dudas el ritmo que da la autora a tan extensa narración que hace que no se haga pesada. También el perfecto equilibrio habido en la estructura temática situando uno de los temas principales, si no el principal, en el centro justo del relato con dos equilibrios, uno hacia el principio (el sentimiento de culpa por la muerte de la madre), y otro hacia el final (el sentimiento de culpa por lo acaecido a su padre).
También dentro de lo mejor de la novela están las descripciones del estado mental y de descontrol psíquico en que un individuo penetra cuando está bajo los efectos de drogas fuertes: los sueños, alucinaciones y paranoias por donde su cerebro discurre están, para mí, entre lo mejor del escrito.

Lo peor
Para mí lo peor es la farragosidad en que incurre la novela en la quinta parte precisamente cuando más acción hay en ella y más personajes intervienen, pero también donde menos claras quedan las relaciones e implicaciones de unos con otros. Diríase, paradójicamente, que cuando la autora deja de lado el estilo reflexivo y algo moroso, la historia se pierde en un mar de cabos sueltos o sólo prendidos con tenues alfileres.

Para finalizar
Durante su lectura, y tras ella,"El jilguero" de Donna Tartt me ha recordado reiteradamente "La verdad sobre el caso Harry Quebert" de Jöel Dicker que en su día ya reseñé (ver aquí) por seguir ambos relatos las pautas necesarias para convertirse en best-sellers sin perder por ello calidad.


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