Revista Educación

Dopaje Educativo

Por Jesús Hernández González @jhergony
Me encontraba hasta hace breves momentos reunido con mis amigos de EducAppsAventura, preparando unos cursos que tenemos sobre aplicaciones móviles, cuando hablábamos de gamificación y me cuestionaban (cosa esta que suelen hacer hasta el atardecer) sobre si la situación de aprendizaje que les estaba planteando era gamificada y en qué se diferenciaba con un examen de matemáticas.
No les faltaba razón. Me hicieron cuestionarme hasta el infinito (lo cual siempre es enriquecedor) y no fui capaz de convencerlos hasta que les dije que la clave o diferencia estaba en si los alumnos se lo estaban pasando bien mientras aprendían.
Pude parecer sencilla la pregunta e insensata la respuesta, pero creo que no lo es. Uno puede preparar una actividad con la mayor de la ilusiones y con la mayor de las dedicaciones, que si no es divertida para los alumnos y no los enriquece, no es gamificada. Ésta es la mejor de las evaluaciones, es la prueba del algodón educativa.
Puede que a doctos incesantes no les parezca científica, pero sin lugar a dudas, es la mejor de las evaluaciones del proceso.
Viene todo esto en relación a una pregunta que me formuló el #nanoflauta de @Achinet (uno no es especialmente vengativo, más bien procura ser todo lo contrario cuando sus imperfecciones humanas se lo permiten, pero donde las dan, las tomas ¡Qué feliz será la hiperactiva de la @inmatics cando lo lea, por poder aumentar la inmerecida mala fama que me suele proporcionar!). La pregunta en cuestión, no era nueva. Ya la prodigaba desde hace una época con algunos acólitos inquietos de la red docente por excelencia: ¿Cuál es el propósito de la educación?
Mi respuesta fue automática. No en vano trato de perseguirla infructuosamente desde hace tiempo, aunque no desista de hacerlo: la felicidad.
El paradigma educativo sobre el que trataban de apoyar subrepticiamente los pies los oligarcas educativos, era Finlandia. Se puede discutir en mayor o menor medida sobre la oportunidad y necesidad de hacer un copyleft en toda regla del sistema noreuropeo, de adaptarlo, al menos, a nuestra mediterránea realidad.
Pero hete aquí, que dicho paradigma es sobrepasado mediante el empleo de sustancias claramente nocivas para la salud, usando sustancias dopantes. El paradigma fines, es sustituido por el paradigma asiático.
Los malos en las aulas habían dejado de ser los típicos "ruinillas", para comenzar a serlo los "empollones". Sí, como lo leen. Los alumnos que peores jugadas a sus compañeros realizaban en esas latitudes, eran los alumnos que mejores notas obtenían. Y lo hacían, para evitar competidores natos.
Los mejores alumnos, no se conformaban con dormir pocas horas, tratar de rendir hasta la extenuación, rivalizar pos contratar el profesor particular más afamado y con mayor nómina, tener un elevado índice de suicidios e insatisfacción... Debían, además, como hemos dicho, deshacerse de su rivales empleando cualquier treta o estratagema. 
En estas aparatosas circunstancias, el sistema era sobrepasado por la derecha por quienes hasta hace bien poco, solían hacerlo supuestamente por la izquierda.
Y, es aquí, dónde cobra sentido pleno la pregunta que nos realizaba @Achinet y sus posibles respuestas (abiertas, por supuesto).
Me gustaría que alguna docta mente universitaria, fundamentase su tesis en la realización y análisis de unas pruebas a todo el profesorado de secundaria. Para ello, no habría de estrujarse en exceso sus neuronas. Simplemente deberían elegir como prueba, cualquiera de los exámenes finales de todas las áreas, de 2º de la ESO, para no abusar en demasía, y pasársela a todo el claustro de un centro de secundaria y bachillerato (excluyendo a cada uno de la de su área). Su trabajo (que tampoco sería excesivo) consistiría en evaluar los resultados. 
Eviten entender mi propuesta como una manera habitual al uso de desprestigiar al profesorado (nada más lejano a mis intenciones).
A lo que voy, se trata del enésimo intento elevado casi al infinito de cuestionar el sistema bulímico en el que nos desenvolvemos.
Sin ir más lejos, le pedía hace unos meses a mi hijo, que estaba a punto de superar el bachillerato con unas buenas notas, que explicase a su hermana unos conceptos de Biología por entender que los tenía más frescos que yo. A pesar de que era de Ciencias y de que era un alumno brillante, el bachillerato que había escogido no incluía esta área. Su respuesta fue que no se acordaba de esas cuestiones de 3º de la ESO en las que había obtenido hasta cuarto la calificación de sobresaliente.
Si el modelo a imitar es el de la competitividad, no cuenten conmigo para esta mal entendida aventura ¿Competitividad hasta cuándo? ¿Cómo? Sucede con los estudios como con el medio ambiente. Se critica a los ecologistas cuando ponen el grito en el cielo por la sobre explotación del medio, como si éste y sus recursos del planeta fueran infinitos.  

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