Revista Cine

'Dos en la carretera' o el cine con mayúsculas

Publicado el 09 octubre 2010 por Trilby @Trilby_Maurier
Para los verdaderos fans de Audrey Hepburn, aquellos que han sabido valorar la magia interpretativa de esta mujer inigualable -a pesar de que su verdadera vocación fue la danza clásica y de que su elevada altura (entorno a 1,70 cm.) la alejase de este sueño- y han podido apreciar la profesionalidad con la que asumía cada papel, la película 'Two on the road' (1967) es uno de los argumentos irrevocables para destacar su valía. Porque Audrey Hepburn era mucho más que elegancia y, sintiéndolo hondamente por todos esos "fashion victim" que coleccionan infinidad de abalorios con el rostro de la actriz- relegarla a ser la reina del glamour no sólo me eriza los nervios, sino que me sigue pareciendo una soberana estupidez destinada a enmascarar el genio interpretativo de una mujer tan versátil como carismática.
'Dos en la carretera' o el cine con mayúsculas Y a colación traigo uno de sus mejores trabajos: 'Dos en la carretera'. Película que posee una combinación de encantos inigualable: estupendo guión e inmejorables intérpretes, orquestados por una majestuosa dirección a cargo de Stanley Donen. Y todo aderezado con la música del sin par Henry Mancini, autor del popular tema 'Moon River'. Pero vayamos por partes.
La historia, que podría ser incluso vulgar, pretende resumir la vida de un matrimonio desavenido y hastiado, Mark y Joanna Wallace, que escudriñan su presente intentando aferrarse a un motivo para continuar su relación. El guión corre a cargo de Frederic Raphael, autor de 'Eyes Wide Shut', que en esta ocasión supo exprimir todo el jugo a su talento para elaborar una comedia que le llevaría a estar nominado a los Oscar, en la categoría de Mejor Guión Adaptado. Asimismo, el estupendo montaje, catalogado en la época como experimental, propone una yuxtaposición de escenas en las que descubrimos el pasado de este matrimonio utilizando como vínculo para los continuos flashback los vehículos con los que la pareja viajó desde que se conocieron. Nada sabemos de su hogar, ni siquiera conoceremos el rostro de su hija porque todo lo importante de su historia se extrae de la complicidad que existe entre ambos. Así, un objeto tan cotidiano como su coche, acaba siendo reflejo de una época, de su posición social y, sobre todo, de su relación, al que vemos transitar desde la inocente felicidad de dos veinteañeros sin un duro que se desplazan en la parte trasera de una furgoneta, hasta los problemas de un matrimonio asentado, que rodando con su elegante MG, se pregunta en qué momento su amor comenzó a deteriorarse.
'Dos en la carretera' o el cine con mayúsculas


Mark: ¿Qué clase de personas pueden sentarse en
un restaurante y no decir palabra?

Joanna: Los matrimonios.
[fragmento del guión]

Con este argumento, algún lector podría recordar la película 'Revolutionary Road' (2008) que volvió a unir a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, esta vez interpretando a un joven matrimonio que ha perdido la espontaneidad encorsteado en la moralidad norteamericana. Pero la decadencia conyugal es tratada en esta producción con tintes melodramáticos que se alejan en mucho de la excelencia de 'Dos en la carretera'. Para los espectadores más dados a la comedia, la línea argumental podría relacionarse con el metraje '500 días juntos', que propone extrujar la vis humorística de una relación a la que el inevitable paso del tiempo llena de contradicciones y asperezas. Sin embargo, la comparativa hace caer estas cintas a un nivel de pretensiones que sólo alcanzan la pazguatería.'Dos en la carretera' o el cine con mayúsculasY es que, sin menospreciar los ejemplos citados, la fórmula del éxito de 'Dos en la carretera' es la de los personajes redondos encarnados por unos actores todavía más redondos. Albert Finney, que da vida a Mark, ya no es el joven apuesto y atractivo que seducía a las espectadores en las salas de cine. A sus 74 años puede que el recuerdo más tierno que tengamos de su vejez es interpretando al fantasioso padre de Ewan McGregor en 'Bigh Fish'. Pero, en el caso que nos ocupa, no destaca tanto por su belleza como por conseguir un papel tan creíble que parece indisoluble a su carácter. Porque Mark, ese pretencioso arquitecto al que interpreta, es tan irritante como adorable. Y la tarea más difícil en esta película es que los actores sepan transmitir la evolución de sus personajes, como tándem y de forma individual. ¡Y lo más espectacular es que lo consiguen! Así, Albert Finney pasa de ser el joven ambicioso y arrogante que conquista por esa extraña mezcla entre la seguridad y la torpeza, al apuesto y exitoso cuarentón que sigue conservando cierta fragilidad adolescente. ¡Tan irresistible como huraño! Mención a parte merece Audrey Hepburn. Con un personaje atrevido, fresco y un tanto payaso, cuyo encanto natural seduce a la par que conmueve. Y es que, la que fue oscarizada a la primera (ganó la estatuilla a la mejor actriz con 'Vacaciones en Roma', su primer papel para la gran pantalla) da veracidad a una extrovertida veinteañera -a pesar de que ella ya tenía 38 años- que acaba convertida en una esposa sarcástica obligada a pasearse por el mundo snob que rodea a su marido. Divertida y entrañable, podría decirse que la Hepburn consigue una vez más elevar a su personaje por encima de las posibilidades que posee sobre el guión.
'Dos en la carretera' o el cine con mayúsculas
En cuanto a la dirección, firmada por Sanley Donen, sólo pronunciar su nombre ya es una garantía de éxito. Ya había trabajado junto a Audrey Hepburn en otras estupendas producciones como 'Una cara con ángel' -en la que pudo dirigir a su ídolo adolescente, el bailarín Fred Astaire- o 'Charada'. Pero en esta ocasión, da una vuelta de tuerca. Y es que pocos saben tratar la comedia con la ternura y la eficacia de este realizador. Si en 1952 conquistó un lugar propio en la historia del séptimo arte dirigiendo junto a Gene Kelly el mítico musical 'Cantando bajo la lluvia' en, 'Two on the road' no sólo sabe sacar lo mejor de sí mismo, sino también la inmejorable versión de sus actores. Porque, parte de la magia y de la complicidad que se respira entre Finney y Hepburn quizás resida en un hecho real: la relación que ambos intérpretes mantenían fuera de la pantalla.He aquí la anécdota digna del papel couché. Albert Finney, siete años más joven que Audrey, cayó rendido ante la seducción innata de una Hepburn tristemente convencida de que su matrimonio con Mel Ferrer ya no podía salvarse. Realidad y ficción se confunden hasta que el protagonista de 'Guerra y Paz', cegado por los celos -y a pesar de que él se había estrenado mucho antes en eso del adulterio- decide amenazar a su esposa truncando todo aquella felicidad. El ultimátum consistió en dar por finiquitado su affaire con Finney so pena de retirarle la custodia de su hijo Sean. Ante este cruel panorama Audrey Hepburn decidió romper la relación que le había hecho recobrar la vitalidad y el optimismo perdidos, para no alejarse de su hijo. En esta ocasión, ni el happy end hollywoodiense ni el amor triunfaron, porque Audrey fue ante todo, una mujer generosa, entendiendo la palabra como es: sin límites en la capacidad de entrega.
'Dos en la carretera' o el cine con mayúsculas
Pero al margen de lo anecdótico y de la tristeza oculta entre bambalinas, 'Dos en la carretera' es un asegurado viaje por el buen cine y una fuente inagotable de empatía y admiración. No es de extrañar que, engatusados por la calidad de esta historia, uno de los matrimonios más longevos de nuestro país, Víctor Manuel y Ana Belén, eligiesen este nombre para titular una de sus giras conjuntas. Y es que, por ley, debería obligarse a cualquier pareja en trámites de separación a consumir esta comedia romántica, que no es más que el reflejo parodiado de lo que, en demasiadas veces nos convertimos atrapados en la gigantesca sombra de lo que fuimos. Y sin haberlo pensado... ahí dejo el pareado.
[Tráiler original de 'Dos en la carretera']



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