Revista Cultura y Ocio

Dos minas

Publicado el 28 noviembre 2016 por Revista Pluma Roja @R_PlumaRoja

El precio se convino y el contrato estuvo listo para su firma esa misma tarde. Gonzalo y Mina, los flamantes dueños de la “Quinta del Faro” celebraron en grande la adquisición de la finca que adornaba el acantilado como si fuera un fanal, de ahí el nombre con el que se le conocía en los alrededores. El primer piso estaba conformado por dos salas de estar, un comedor, una biblioteca y una cocina. La planta alta constaba de cinco piezas o recámaras y un solar, a lo que había que añadírsele un amplio sótano que albergaba una cava.

Durante la fiesta de inauguración en que no escatimaron gastos para compartir su alegría, no faltó quien pidiera detalles acerca del precio ofertado y del pagado y quien hiciera comentarios insidiosos relacionados con la enorme fortuna de Gonzalo, a la que Mina tenía derecho solo por haber contraído matrimonio bajo el régimen de sociedad conyugal. De todos era sabido que Mina no pertenecía a las altas esferas sociales y que había conocido al famoso arquitecto posando para uno de los cuadros que solía pintar en sus ratos libres.

A unas semanas de haberse instalado, Gonzalo bajó al sótano para seleccionar un vino entretanto Mina terminaba de cocinar la cena. Fijó su vista en el último peldaño de la escalinata de madera, donde se notaba la inscripción “Mina” con la eme invertida, como su esposa solía hacerlo al escribir su nombre.

Al reunirse con Mina en el comedor le hizo una pregunta capciosa que incomodó a su mujer. “¿Por qué grabas tu nombre por todos los rincones de la casa a modo de grafiti, intentas acaso marcar tu territorio? Mina no comprendió lo que reclamaba Gonzalo y su sorpresa fue enorme cuando él le mostró las inscripciones que figuraban en diferentes partes de la mansión: el sótano, la duela de la sala, el baño de visitas, la puerta del garaje… Mina le aseguró a Gonzalo que no eran de su autoría, pero él se mostraba incrédulo.

Esa noche, un sudor denso cubrió las sienes de Mina. ¿Sería posible que su vida actual fuera tan solo la continuación de otra? No cabía duda que el rasgo de la letra inicial puesta al revés era muy característico de su personalidad, es decir, de ella. La madrugada transcurrió lenta, sin descanso. Al día siguiente y por sugerencia de Gonzalo, Mina hizo venir a una espiritista quien con solo posar ambas manos sobre las diversas inscripciones aseguró a la pareja que fueron dejadas en una época no muy lejana y por una mano que sentía el peso del dolor.

Mina observaba a la mujer con cuidado, casi con temor, y al revelarle a la vidente que tal era su nombre, ésta asintió en un gesto que hacía parecer como si ahora lo comprendiera todo y pronunció que en ocasiones las almas regresan al mundo cuando han dejado un asunto pendiente. La espiritista se despidió con las promesas de investigar más sobre la finca y de tomar en serio su caso.

escaleras-al-sotano

 Por Alejandra Meza Fourzán  

marianadesch.wordpress.com


Dos minas

Volver a la Portada de Logo Paperblog