Revista Maternidad

Dream Team

Por Lamadretigre

Dream TeamMe estoy volviendo previsible. Es lo que tienen las sagas. Nota mental: Que no se te vaya la mano con los seriales.

Lo han adivinado. Después de El Marido puntocero, del puntouno y del  puntodos ¿Quién viene? ¡Premio! Voilà El Marido puntotrés. Si a alguien le intriga porqué puntotrés va acentuado y puntodos no, es por puro fetichismo estético, no hay principio ortográfico que lo sustente.

El Marido puntotrés es al puntodos lo que el Windows 7 al  Windows Vista: Un alivio. Éste se ha empollado la lección y sabe que aquí o jugamos todos o se rompe la baraja. Y juega. Además juega bien y nos convertimos en un equipo. Con tácticas, estrategias y jugadas maestras. Él defiende la portería y se encarga de las mayores mientras yo voy de avanzadilla con La Tercera tanteando el territorio del bebé nuevo. Nos convertimos en el paradigma de la división de tareas e implementamos las más sofisticadas técnicas de control de stock y gestión de procesos complejos. Bañamos en serie, vestimos en paralelo, alimentamos a pares, hacemos camas, abullonamos cojines, fregamos suelos y compramos al por mayor con una coreografía perfecta. Da gusto vernos.

Nos volvemos frugales y sobre todo prácticos. En la familia puntotrés ya no hay tiempo para florituras. Ni en la cama. La pareja puntotrés hace el amor en equipo, coordinados, haciendo encaje de bolillos para encontrar un momentito de intimidad. A tal punto llega mi obsesión por la optimización de los recursos que desarrollo la costumbre preocupante de colgar las braguitas de la mesilla de noche antes de caer rendida en brazos de El Marido puntotrés. Así no tengo que encender la luz ni levantarme a buscarlas después del revolcón. En mi defensa diré que siguiendo al pie de la letra el folleto que me dieron en el hospital mantenemos el dormitorio conyugal que compartimos con La Tercera a la saludable temperatura de dieciséis grados verificados con termómetro digital. Un frío polar.

Y se nos da bien. No ha acabado la primera parte y ya hemos metido un gol. La Cuarta está encargada. La vida va a un ritmo de vértigo. Los meses se pasan volando. En menos que canta un gallo hemos vuelto al paritorio y como si fuera un déjà vu expulso a La Cuarta, me la pongo al pecho, levanto la mirada y me encuentro con El Marido puntocuatro. Me sonríe y los dos suspiramos aliviados. Cuatro hijas sanas son mucho más de lo que cualquiera podría soñar y lo sabemos. Eso y mucho más. Sabemos que tenemos mucha suerte y que tenemos que dar gracias. Sabemos que estamos juntos en esto. Sabemos que esto sólo funciona si los dos lo damos todo. Y lo hacemos, se nos salen los quehaceres por las orejas. A los dos. Ya no hay reproches ni acusaciones veladas. Los dos estamos a tope. Ninguno damos abasto. Nos acostamos agotados pero contentos.

Esta es nuestra vida. La que hemos elegido y alguien ha tenido a bien concedernos. Es una locura pero es nuestra locura y no la cambiamos por nada. Y al El Marido puntocuatro tampoco lo cambio y que no me lo toque nadie. Que muerdo.

Hace un par de meses tuve que someterme a una operación muy poco glamourosa por una obstrucción puñetera en los bajos fondos y por primera vez en mi vida me pusieron anestesia general. Una que es aprehensiva por naturaleza se pasó la tarde anterior en un ay. ¿Y si no me despierto? Le preguntaba yo acongojada a mi Marido puntocuatro. Y él muy solemne me dice: Si no te despiertas a mí que me duerman también.


Filed under: Tú, yo y nuestras circunstancias Tagged: Madres, Matrimonio, Padres, Reparto de tareas, Sexo
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