Revista Cultura y Ocio

Dulce introducción al caos

Publicado el 02 noviembre 2014 por Miguel Ángel Jordán @M_A_JORDAN

Hola a todos.

Hoy le toca el turno a uno de nuestros blogs colaboradores. En esta ocasión se trata de “La chica de los jueves”. Un bonito nombre para una página genial, que no dudo en recomendaros.

la chica de los jueves

Por lo pronto os dejo con sus palabras en esta…

DULCE INTRODUCCIÓN AL CAOS

“El miércoles caí en las redes de Perdona si te llamo amor, y estoy más quinceañera que nunca. Me planto, quiero un amor de película o que me dejen en paz. ¡Yo mediocridades no quiero ya!”

Amén, hermana.

Así sentenció mi mejor amiga nuestra conversación de hace un par de días. Creo que desde hace unos quince años tenemos charlas del mismo estilo, lo único que va cambiando es el tiempo y el espacio (y el amor a analizar).  Siempre hay alguna jugada que comentar, algún chico que criticar y más de un consejo que dar. Consejos que, entre otras cosas, no sirven de nada. Pero bueno, hay que darlos (y escucharlos para después ignorarlos).

Su comentario me hizo pensar en qué queremos de verdad las mujeres, en qué esperamos del amor.

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No sé vosotras, pero yo llevo varios días observando por la red el incremento desmesurado de artículos que proclaman el amor saludable, el amor racional. El amor “poco emocional“, el amor “poco romántico” (¿el amor poco romántico debería venerarse?) Dan consejos y pautas para que no caigamos en los clásicos tópicos que durante siglos nos han vuelto locos, sin voluntad propia, guiados por el sentimiento kamikaze que el amor nos genera. Nos dan las claves para apartar un poco los instintos y los pájaros de la cabeza. Que está bien, que no digo que no. Todos sabemos que un amor lógico y sensato es mejor para nuestra salud mental (y física), para nuestra nevera y nuestra tarjeta de crédito (y para miles de cosas más). Hasta ahí, todo claro. Pero no es justo. Es como si quisieran preparar(nos) un amor pre-cocinado, condimentado yespeciado, preparado para comer. Con sabor a plástico y a microondas. Es como si nos dijeran cómo elegir a nuestros amigos, quién nos debe caer bien y quién no. “Los diez pasos que debes seguir para socializar“. Seguro que dentro de nada, habrá alguna APP para ayudarnos a seleccionar mejor a quien nos arrimamos.

En mi opinión, es un error querer racionalizar lo irracional.

En mi opinión, todas queremos un amor de película.

Pero ya lo decían en Amêlie “son malos tiempos para los soñadores”.

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¿Acaso vamos a acabar realmente pidiendo perdón por llamar amor?

No creo, vaya. Pero la cosa está complicada.

A ver. Vayamos por partes.

Que me perdonen estos articulistas, columnistas, redactores/as, psicólogos/as y todos aquellos que hayan tratado el tema. Veréis, no les quito razón. Deberíamos amar más con la cabeza que con el corazón, o sencillamente, amar menos, o mejor. Deberíamoscentrarnos y no ir detrás de imposibles, arreglar nuestras taras psicológicas y pensar detenidamente de quién nos enamoramos, qué esperamos de una pareja y qué estamos dispuestos a aportar. Deberíamos medir más y lanzarnos menos a piscinas, más todavía si están vacías. Pero es que resulta que me he cansado de tanto cinismo, de tanta palabrería y de tanta gilipollez.

En 26 años de vida no he aprendido mucho sobre el tema. No soy una eminencia ni sé exactamente de qué hablo cuando hablo (o escribo) de amor. No sé si existen de verdad las medias naranjas (o las medias langostas), ni si es cierto que el enamoramiento dura como mucho dos años. No he realizado un estudio exhaustivo, no juego con datos ni estadísticas. Ni siquiera he tenido un amor como el de “Perdona si te llamo amor” (Así que si esperáis leer algo científico o escrito desde la razón, cerrad ya la ventana).

No sé gran cosa. La verdad.

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Alguien diría “todo lo que sé del amor se cuenta tomando un café”. Para los que escribimos, el tema del café es muy recurrente. En mi caso, si tuviera que ponerme a ello con una de esas frases trascendentales que te hacen parecer interesante, creo que simplemente diría“ven, siéntate que te cuente”, con cara de circunstancias y un gato en el regazo.

O tal vez diría que “todo lo que sé del amor se cuenta escribiendo un post“.

Sí, tal vez sea lo correcto. Porque es verdad, todo, lo mucho o poco que sé del amor lo aprendí escribiendo. Sí. Escribiendo. Escribiendo dos años de vida, dos años de historia y de vino añejo. Escribiendo estupideces románticas. Lo poco, lo muy poco que sé del amor, lo aprendí cuando aparqué el coche en el portal, cuando aparqué la sensatez y los prejuicios. Fue justo cuando aprendí que el amor no se busca, se encuentra. Que el amor no se elige, si no que te elige a ti.

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Lo poco que sé del amor, ven, siéntate que te cuente, lo aprendí de unos cuantos cuadros, de unas cuantas canciones, de unos cuantos libros y de unas cuantas películas. Lo aprendí a base de manías y defectos, de tostadas y de zumo de naranja. Lo aprendí de las madrugadas y las horas bajas, de los minutos que pasan y de las cosas que te sobran cuando tienes lo que te hace falta.

Lo poco que sé del amor es que es impredecible e imprevisible. Que te da sorpresas (y sustos). Que te lleva del cielo al infierno, y del infierno a un estado de letargo difícil de superar. Que te encierra y te encoge el corazón, y te cambia los apuntes y los esquemas.  Me dí cuenta que no es el cuándo, sino el cómo. Que no es el cómo, sino el quién. Que “A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante” (Oscar Wilde).

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Lo poquísimo que sé del amor es que no entiende de pautas ni de consejos, ni de medidas ni restricciones: es pura magia e intuición. De lo poco que he aprendido, sé que no puede ser entendido sólo con la cabeza, es imposible. Así que perdonadme por criticar estos artículos sobre racionalizar lo irracional. Disculpadme por negarme a ver la realidad de las ventajas de pensar con claridad.

Así que perdonad (o no) que venere el amor de película, pero es que lo poco que sé, es que el amor es locura, es pasar de nada a todo y de todo a nada: no tiene ni pies ni cabeza.

Es, sencillamente, una dulce introducción al caos.

Y perdonad que me ponga romántica.

A fin de cuentas, tampoco sé tanto sobre el amor.

Muchas gracias a La Chica de los Jueves por su colaboración.

Un saludo

@M_A_JORDAN


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