Revista Cultura y Ocio

"Ebrio de enfermedad" de Anatole Broyard

Publicado el 21 mayo 2015 por Juancarlos53

Durante mi última visita a Salamanca, mi ciudad, resultó que en la Plaza Mayor estaba instalada la 35ª edición de la Feria del Libro. Aunque algunos salmantinos se quejan de que las casetas ocupen el cuadrado central de dicho lugar aduciendo que no permiten apreciar la belleza del monumento, a mí me parece que el lugar, la obra churrigueresca, se aviene perfectamente a lo que acoge en su seno: libros, dibujos, vida..., cultura, en definitiva.

Paseando por entre sus casetas sin meta alguna por mi parte tuve oportunidad de recalar en un puesto que compartían tres editoriales menores. Al hojear un ejemplar que aparecía en primer término en el expositor, el encargado allí de la editorial "- que se titula ' Ediciones La Uña Rota"se dirigió amablemente hacia mí para hablarme de que aquello que tenía en las manos era poco menos que un tesoro. Lo dijo con tal entusiasmo, con tal convicción, que me interesé vivamente por sus palabras:
"El autor estaba gravemente enfermo y decidió escribir las impresiones que la enfermedad le sugerían. Es una belleza, poesía auténtica..."
Fue tal su manera de decirlo que me contagió unas irrefrenables ganas de comprobar la veracidsad de sus afirmaciones. El autor era un total desconocido para mí, razón por la que inquirí al amable vendedor:
"¿Este Broyard, quién es? No lo conozco". "Fue crítico literario en el suplemento literario de 'The New York Times' y también hizo sus pinitos en la creación. Además de estas impresiones personalísimas sobre el proceso sufrido debido a su enfermedad también escribió otro libro, éste mucho más biográfico - y rebuscando en el expositor me tendió un pequeño volumen
¡Increíble, que ganas de leer algo de él! Y compré el que en primer lugar me había llamado la atención. ¡Un profesional de primera este empleado, directivo o lo que sea de la editorial Ediciones La Uña Rota! Cuando Kafka hacía furor' y que acabamos de publicar en nuestra colección".

Al ser para mí Anatole Broyard un total desconocido decidí buscar sobre él. De mis pesquisas he sacado en claro lo siguiente; que nació en Nueva Orleans en 1920, que participó en la II Guerra Mundial conduciendo camiones, que al volver de pelear en Europa abrió una librería en el barrio neoyorquino de Greenwich Village y empezó a publicar relatos y ensayos en revistas como The Partisan Review o The New Republic; luego también dio clases en la Universidad de Columbia y en la de Nueva York al tiempo que dirigía el suplemento literario de The New York Times en el que al tiempo hacía públicas sus reseñas y comentarios sobre la literatura de allí y de acá (Europa). Por fin, Anatole Broyard obtuvo en 1987 o así la beca Guggenheim para escribir un libro, el que he leído, pues la enfermedad se le declaró en agosto de 1989 y le llevó a la tumba en el mes de octubre del siguiente año. Lógicamente el libro quedó inacabado. Sería su esposa, Alexandra Broyard, quien dio a la imprenta este texto junto a otros escritos que sobre la vida, la enfermedad y la muerte el crítico literario había escrito.

"En el verano de 1989, cuando me mudé de Connecticut a Cambridge, Massachusetts, descubrí que no podía orinar. Yo era como Portnoy, en "El lamento de Portnoy", que no podía fornicar en Israel. Siempre había querido vivir en Cambridge, y casi terminé convencido de que no podía orinar porque me había sorprendido el gozo, según la expresión de C.S. Lewis. Al igual que Israel para Portnoy, Cambridge era un lugar transcendental para mí" (pág. 60)

El libro, publicado por primera vez en 1991, tiene el título arriba indicado por ser éste el primero de los escritos que sobre la enfermedad y sus consecuencias contiene este breve volumen de tan sólo 180 páginas. Son 5 escritos y un relato. De los escritos, reflexiones personales y literarias suscitadas al enfermo Anatole a raiz de su afección, el que da título al volumen habla de las distintas reacciones acaecidas en en el enfermo a raiz de la manifestación y diagnóstico de su enfermedad: sorpresa, desazón, búsqueda de un buen urólogo (el cáncer de Anatole Broyard era de próstata) que no sólo entendiese del problema físico sino del hombre que lo padecía, la reacción de familiares y amigos que lejos de ayudar con su sobria seriedad al enfermo lo fuerzan paradójicamente a invertir la situación ["permanezco al margen de su solicitud, de su afecto, de sus mejores deseos- Me aísla de ellos la grandilocuente convicción de que yo soy el sano y ellos los enfermos", pág. 26], la necesidad de construirse un relato dado que " la enfermedad es ante todo un drama que debiera ser posible disfrutar al tiempo que se padece". Y esto, construirse un relato que le haga más soportable -y entendible- su enfermedad, es lo que el escritor va a realizar.

Tras el diagnóstico procederá a leer cuanta literatura exista sobre esta situación ("Hacia una literatura de la enfermedad", escrito 2). Retóricamente, críticamente, Anatole Broyard a lo largo de su vida profesional ha leído y escrito mucho sobre la enfermedad; ahora estos conocimientos los verterá sobre su propia situación. En su ayuda acudirán Kierkegaard, Sartre (" La Náusea"), Shirley Hazzard (" El transito de Venus"), Lev Tolstoi (" La muerte de Iván Ilich"), Thomas Mann (" La montaña mágica"), Malcon Lowry ("Bajo el volcán"), casi todo Kafka, Susan Sontag (" La enfermedad y sus metáforas" y " El sida y sus metáforas") [a Bruyard la visión de la Sontag sobre la enfermedad le parece muy dura y de poco alivio para los enfermos pues sólo visualiza metáforas negativas sobre la enfermedad], Oliver Sacks (Los artículos contenidos en " El hombre que confundió a su mujer con un sombrero"), Virginia Woolf (" Estar enfermo"), y muchos otros autores y títulos más...
En 3. "El paciente examina al médico", Broyard retoma algo que ya esbozaba en el "Ebrio de enfermedad", la necesidad de humanismo en el médico que le atienda. Broyard desearía que su médico fuese también poeta o al menos que leyera poesía porque así percibiría la incongruencia que supone el estado de enfermedad:

"Para un médico típico, mi enfermedad es un incidente rutinario que se encuentra en su ronda, mientras que para mí es la crisis de mi vida" [...] "No cuento con que mi médico hable como Oliver Sacks, pero sí espero alguna voluntad de trabar contacto, alguna muestra de su disponibilidad. "[...] "Mi médico ideal se parecería a Oliver Sacks. [...] me gustaría un médico que disfrutase de veras de mí. Quiero constituir para él un buen relato. [...] A mí me gustaría sentarme con mi médico y conversar con él sobre mi próstata. Qué órgano tan curioso. ¿En qué estaría pensando Dios cuando lo diseñó?" [...] "Proust dijo que su médico no había tenido en cuenta el hecho de que él leía a Shakespeare. Creo que la profesión de crítico literario es altamente carcinogénica"

" Notas de un Diario" , el escrito 4, son breves reflexiones sobre lo que le va sucediendo y lo que ello le suscita en su pensamiento. Comienza diciendo que " estar enfermo y moribundo es en gran medida una cuestión de estilo" y finaliza con lo que en esta obrita es un auténtico mantra: "Lo que importa es el paciente, no el tratamiento", no sin antes haber lanzado el lamento siguiente: " ¿Por qué han llegado tan tarde toda esta sabiduría, toda esta belleza?"

"La literatura de la Muerte (1981-1982)" , es el quinto de sus escritos. Como reza el propio título las reflexiones aquí contenidas las escribió años antes de manifestarse su fatal enfermedad, pero no por ello dejan de tener interés. Es un repaso por obras, autores y títulos que al crítico literario y lector avezado le impactaron a lo largo de su existencia:

"Habría que volver a visitar los buenos libros tal como volvemos a visitar lugares o cuadros o volvemos a escuchar una pieza de música" (pág. 116)

En cierto sentido los títulos y autores aquí citados son un complemento a los ya nombrados en el escrito número 2. Broyard habla de: Philippe Ariès (" El hombre ante la muerte"), Dra. Kübler Ross (" David Hendin (" Robert Kastenbaum (" Stanislav Brof y Lisl Goodman (" Goodman ilustra su propia declaración de que nunca estamos más vivos que cuando estamos en presencia de la muerte " (pág. 115, libro de Broyard, " Ernest Becker (" La negación de la muerte", premio Pulitzer del año 1974), y algunos otros más. Ebrio de enfermedad"), Death and the Creativd Life": " En su inspirada manera de pensar, Joan Halifax (" The Human Encounter with Death"), Entre la vida y la muerte": colección de relatos de enfermos terminales sobre la muerte), Death as a Fact of Life"), Sobre la muerte y los moribundos"),

[ver aquí
" Lo que dijo la cistoscopia".Este relato de unas 50 páginas es una pequeña maravilla literaria, aunque como amigable y simpáticamente le dijo por carta Philip Roth reseña sobre "El lamento de Portnoy"] cuando conoció el cáncer que Broyard padecía: " No sale a cuenta [el cáncer] ni siquiera para escribir un relato tan espléndido como "Lo que dijo la cistoscopia", no al menos mientras Aristófanes no sea Dio s".

En este relato el escritor nada entre dos aguas, la vida y la muerte. Su mente divaga extrañamente de la realidad a la ensoñación, se aleja de sí mismo para centrar su proceso imaginativo bajo los efectos de narcóticos y alcaloides medicinales en las figuras del padre y de la madre que vienen a confundirse con él mismo. Precisamente esta querencia hacia el padre, a cuyo final asistió el hijo que hoy está en trance semejante es vívida y fuertemente emotiva:

"-Papá -dije-. Has sido un buen padre, el padre que yo quería, el que tenías que ser. Me has convertido en un buen hijo, y nunca lo olvidaré. Hiciste lo que tenías que hacer, no tienes nada que reprocharte. Estoy orgulloso de ti, y tú también puedes estarlo. Te quiero, papá, como un hijo quiere a su padre. Y también como un hombre. Dios te bendiga, papá." (pág. 170)

Quizás lo más interesante es observar cómo la pulsión sexual no abandona al enfermo, moribundo convaleciente, que en su delirio provocado por los fármacos y la enfermedad fantasea encuentros eróticos con la enfermera que le asiste con diligencia y buenos modos:

"Aprendí que las convulsiones de la muerte y la convulsión del amor se distinguen sólo en que aquellas se experimentan en total y absoluta soledad" (pág. 152)


FINAL
Literatura en estado puro. Una vida vivida a través del filtro literario hasta el último suspiro:

"Para Anatole, el estilo era una cuestión crítica en la vida. [...] El estilo era para Anatole una apuesta por la inmortalidad, era su defensa frente a las tinieblas. [...] Un amigo íntimo, Michael Vincent Miller, ha dicho que 'para Anatole, el estilo era un medio de conexión con la eternidad, y la literatura era un sustituto de la religión, una manera de arrostrar la muerte." (pág. 179) ["Epílogo"]

Una lectura muy recomendable que enlaza con toda una serie de títulos que tratan este momento de la vida: la enfermedad y la muerte. A los ya señalados por el propio Broyard, me atrevo añadir otros que van desde Jorge Manrique y sus " Coplas", la poesía filosófica de Quevedo, hasta llegar a C.S. Lewis (" Una pena en observación") o a la mismísima " Stoner" de John Williams que ya comenté en su día [ leer comentario aquí].
Hay muchísimas más obras que hablan de enfermedad, ¿sabrías decirme algún otro título?


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