Revista Medio Ambiente

Echándose una siestecita

Por Davidalvarez
Echándose una siestecita
Con la marea alta y la arena completamente cubierta de agua no hay muchas cosas que pueda hacer un correlimos tridáctilo en una tarde de invierno. Mientras las olas rompían sobre las rocas, cinco de estos pequeños limícolas descansaban tranquilamente, aparentemente ajenos a lo que ocurría a su alrededor. Sabían perfectamente que en pocas horas la mar se retiraría de nuevo, dejándoles toda la playa para ellos. Entonces podrían alimentarse hasta hartarse de los gusanos y pequeños invertebrados que forman parte de su dieta.
Echándose una siestecita
Pero hasta ese momento no hay nada mejor que echarse un sueñecito, pero siempre con un ojo abierto, por si acaso son ellos los que acaban formando parte de la dieta de otros.

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