Ecologistas por naturaleza

Este domingo la familia y compañía teníamos una misión: ir a la marcha por el planeta. No, no nos hemos convertido de repente en los superhéroes de Tetuán y Chamberí, sino que nos hemos sumado toda la tropa (padres e hijos con bicicleta) a la Movilización Climática de los Pueblos o la Marcha por el Clima en Madrid. Entre globos de color más verde que nunca, proclamas pidiendo coherencia medioambiental a los dirigentes políticos, y peticiones colectivas a la ciudadanía, porque el clima es cosa de todos, la cancela del Ministerio de Medioambiente, en la madrileña Plaza de San Juan de la Cruz, se ha llenado de mensajes como: “No hay planeta B”, “Cambia tu vida, no tu clima”, “Más renovables, menos CO2″, “Nuestro clima, tu decisión”. Porque el aumento de la temperatura, el aumento del nivel del mar y la sequía son algunas de las terribles consecuencias de las políticas de brazos cruzados.

A decir verdad nos hemos quedado todos con ganas de desfilar, marchar por la ciudad y no quedarnos delante de la puerta del ministerio comentando el tema aunque nos hayamos ido de la concentración dejando mensajes cabales en los pequeños corazoncitos verdes donde algunos hemos escrito. Reconozco que ésta ha sido nuestra primera manifestación por el medioambiente porque reconozco que, hasta que no me he hecho mayor, he creído que los politicos irían comprometiéndose cada vez más con él y arreglando los desmanes. ¡Qué ilusa!

El problema medioambiental es urgente y hay que concienciarse de que, igual que la Sanidad, hay que exigir que el gobierno se comprometa a aplicar soluciones medioambientales en todos los aspectos y sectores porque está cantado que nuestros hijos no van a tener un planeta limpio ni ellos estarán sanos para disfrutarlo. Uno de mis peques comenta con asiduidad su temor a que sus hijos y los hijos de estos vivan en un planeta contaminado. En el colegio, en los libros y cuentos les hablan de solidaridad y ecologismo, viven rodeados hasta cierta edad de mensajes verdes, pero ellos no lo ven en la vida diaria, y,  apenas se hacen adolescentes, todos estos mensajes se quedan en utopia porque ven que nadie los defiende. Para ellos es una patraña. Es venderles cinismo.

El cuidado del planeta debe comenzar desde nuestra misma casa y nuestra misma manzana. Actos cotidianos como los de los fervorosos porteros que limpian su portal y trocito de acera con lejía y otros limpiasuelos para terminar vertiendo el agua sobrante y sucia en la calle, por donde todos pasamos, hace que caminar por Madrid se convierta para muchos en un festín fétido de olores contaminantes. Me pregunto si el Ayuntamiento de Madrid lo permite. A mi me entra el asma apenas huelo estos detergentes cargados de químicos que la gente también usa en sus casas habituados a los superlimpiadores que la publicidad nos vende sin contarnos la letra pequeña cuando  los detergentes ecológicos limpian igual o mejor que los tradicionales y sin contaminar. No existe el control medioambiental en ciertos espacios públicos cuando ya hoy la ciencia sabe que lo que olemos, usamos y comemos influye en nuestra salud.

Enumero este ejemplo, a escala pequeña y ciudadana, pero es lo mismo que lo que sucede con los vertidos en ríos y mares. Los pobres atunes se llenan hasta las cejas de mercurio que luego nos comemos nosotros. Especies marinas y de anfibios sufren mutaciones de cambio de sexo por todos los vertidos de las empresas que siguen sin respetar el medio ambiente y nuestras vidas, gracias a las leyes que no les obligan a cumplirlas. Nos venden con toda normalidad envases de alimentos hechos  con blisfenol A -BPA (un disruptor endocrino que se ha demostrado que es el motor de varios tipos de cáncer e infertilidad).

Nos venden bombillas de bajo consumo que tienen mercurio sin informarnos y nos ponen amalgamas dentales (empastes de “plata” como los de toda la vida) que también lo tienen, algo que no todo el mundo sabe y que la OMS ha reconocido como neurotóxico. Los médidos de atención primaria y muchos especialistas viven al margen de la existencia de las enfermedades medioabientales, provocadas, entre otras cosas, por el exceso de pesticidas, hormonas y antibióticos en los alimentos o  de los quimicos en  los cosméticos, productos de higiene y  ambientadores, además de toda la carga tóxica del aire, y viven al margen de toda la literatura científca sobre ellas. Y si eres un paciente informado y les das cuenta de ello, te tachan de alarmista.

Las autoridades competentes no nos informan de qué están hechas las cosas y cuáles pueden ser sus efectos y consecuencias en nuestra salud y en el medio ambiente. Pero las tienen. Los espacios informativos en la televisión y los medios de comunicación siguen dedicando más espacio a la corrupción politica y los deportes que al medio ambiente.  Y así seguimos ignorando grandes y pequeños temas que nos afectan. Rebaño somos y rebaño interesa que sigamos siendo. Si no nos ponemos a pensar, a analizar las cosas, a ser más independientes y críticos, a leer la letra pequeña, a dejar de depender de que el Estado ejerza de padre protector y garante cuando realmente NO LO ES,  la estafa a nuestro planeta y quienes vivimos en él continuará. TO BE CONTINUED…

Aunque esta concentración frente al ministerio ha sido convocada por los partidos y plataformas verdes, el color en esta lucha no importa. NO HAY  que hacerse de Equo o llevar chanclas y coletilla si no se siente pero SÍ defender el derecho a un planeta limpio y normalizar  que todos debemos ser ecologistas por naturaleza Y EXIGIR A  LOS POLÍTICOS Y LAS EMPRESAS QUE LO SEAN.