Revista Opinión

Economía doméstica

Publicado el 14 marzo 2012 por Carmentxu

Déficit, déficit, déficit… Es el mantra de moda, en boca de todos y de nadie, la excusa perfecta para no hacer nada y hacerlo todo, hasta lo impensable. No sólo no cuadran las cuentas del Estado, de las autonomías o de los ayuntamientos, también chirrían las voces al pronunciarla y se nublan los ojos al leerla. Y, de tan cotidiana, está llegando a perder su significado. Sólo se acuerdan de su simplicidad algunos contables anticuados, los viejos del lugar y los que lidian día a día con él en la economía doméstica. Déficit es la diferencia entre ingresos y gastos cuando éstos son mayores que los primeros. Para reducirlo a cenizas o a un recuerdo de una pesadilla de monstruos debajo de la cama puede actuarse o sobre los ingresos (aumentándolos) o sobre los gastos (reduciéndolos). Pero la obra ya se ha estrenado y lleva años en cartel con gran éxito de público y aplausos diarios desde los asientos de palco. ¡Actor, actor!, gritan los más exaltados cuando el monólogo sin preguntas alcanza su cénit: cuando hay que reducir el déficit reduciendo los gastos,Economía doméstica donde también se incluyen las inversiones, que son los gastos con beneficios futuros, como la educación, la sanidad, la investigación… Lo que nos ha hecho lo que somos. Reducir la inversión es la única alternativa, el final cerrado de esta obra castiza, de humor grueso y esperpento que sigue y sigue. Pero hay otros finales, como el triunfo de los ingresos, aunque no a costa de quien menos tiene, aunque seamos el 99%, sino de quien más defrauda y no paga por sus beneficios, de los que reportan miseria mientras tienen ganancias y despiden así a sus trabajadores amparados bajo el paraguas protector de la crisis. Aquí entrarían las grandes fortunas agazapadas tras el manto de las SICAV o de otros instrumentos, de los que he sabido no hace mucho. Al fin y al cabo, soy una ciudadana media y algunos conocimientos se me esconden para que no tenga que ir a urgencias aquejada de ojiplatismo. Esos instrumentos, muy conocidos para unos pocos pero nuevos para mí,  son las Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros (ETVE), que encumbran la exención de impuestos a forma de vida, de buena vida. De poco sirve arañar gastos e inversiones aquí y allá desmantelando lo hecho hasta ahora, mientras por la brecha se escapan miles de millones de euros defraudados a Hacienda, es decir, a todos menos a los clubs de fútbol, claro… y entra el agua a borbotones hundiendo la proa de este crucero low cost.


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