Revista Educación

Educación con humor

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Todos los días pasa algo que te hace darte cuenta de que te estás haciendo viejo. El otro día mismo me dio por pensar en lo diferentes que son los ídolos de mi juventud y los de ahora. De niño, lo suyo es dejar volar la imaginación y adorar a seres inexistentes, como Batman o Emilio Butragueño. Pero creces, maduras, y empiezas a apreciar más lo real. A admirar en lugar de idolatrar. Y a valorar sobre todo a los seres humanos que brillan aun cuando carguen con el mundo en sus hombros.

Mi héroe actual lo es con todas las letras. Hasta con la H, que no suena. Es un tipo con mucha responsabilidad, pero esa responsabilidad la afronta incansable, es un señor con las ideas claras y los planes prestos.

Pero, como ya he dicho, a la edad a la que me resisto a llegar uno es más de admirar que de idolatrar. O sea, está bien seguir al ídolo, querer imitarlo incluso, pero no a ciegas, por si acaso. Por ejemplo, este héroe mío valora la seriedad por sobre todas las cosas. Y a mí esto me da un poquito de cosa. El gesto grave, la palabra adusta, la vida austera, a mí me hacen bola. Me cuesta mucho. Envidio al que es capaz de mirar al horizonte sin regañarse ni un fisco, pero vaya, a mí el mero hecho de intentarlo me da retortijones y uno tiene que vivir.

Salgo a las calles de Barcelona a pasear el desasosiego, que queda mucho más dramático que removerlo en el café con leche en casa, y me encuentro con Fran. Fran, Fran Rojas, es otro chicharrero que también ha acabado pateando las calles de Barcelona, solo que para él desasosiego es únicamente algo que rima con borrego. Es un culo inquieto que no ha parado un minuto en su vida, una vida dedicada a la integración social de todos aquellos a los que sus héroes les han abandonado. Y también es la persona que más se ríe del mundo. Se ríe mucho y bien. La parte de su cara que mejor conozco es la campanilla.

Fran me cuenta sus planes. Me dice que lo ha estado rumiando mucho y que ya no se lo piensa más. Se lanza. Me lo explica breve pero bien clarito: “Siempre me ha interesado el mundo de la educación, de manera particular los temas relacionados con la adolescencia y los jóvenes. Por otro lado, me encanta hacer reír. Me apasiona el humor. Es así como surgió Educación con humor. Estoy convencido de que el humor es un gran vehículo para aprender. No me interesa el humor porque sí. Me interesa como excusa. Como pretexto para cuestionar, hacer pensar, reflexionar y trans-formar”.

¡Educación con humor! Talleres y monólogos sobre sexo, drogas y límites para padres, hijos y profesores. ¡Manda huevos!

Me despido de él y me alejo. Una sonrisa en los labios, por supuesto. Pienso que mi héroe actual ya ha hecho bastante, pero es momento de decirle gracias y adiós. Que no es lo mismo hacer reír sin querer, o incluso queriendo, que hacer reír como Fran.

¿Ven? Ya me siento un poco niño otra vez.

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