Revista Educación

Educación Pública: Pagando los Platos Rotos

Por Cienciaaldia

Últimamente hay revuelo de nuevo al respecto de los funcionarios que trabajamos en la docencia: nos van a subir 2 horas lectivas a la semana y, como se nos ha ocurrido protestar nos llueven hostias, en plan controladores aéreos, por todos lados.

Recuerdo que el año pasado nos bajaron el sueldo un 7%, que nos congelaron los salarios hasta nueva orden y que se igualó a 0 la oferta pública de empleo en este sector.

Para este año tenemos amenazas de nuevos recortes salariales (ahora nos quitan la paga extra de Navidad) y encima nos aumentan la jornada lectiva 2 horas más.

De todo lo expuesto, lo menos grave es lo último. Como me temo que este va a ser un post largo y desestructurado os empiezo hablando de mi caso particular.

Personalmente estudié en un instituto público y me pasé a una universidad pública en la que cursé mis 5 años de Biología en un Plan de Estudios inexplicable, oscuro y nefasto. Cuando acabé la universidad contemplé las posibilidades laborales que tenía a mi alrededor (investigación, laboratorio, depuradoras, hospitales, sector privado… o docencia) y me quedé con la última.

Así que hice el CAP que es algo así como tirar un año a la puta basura en la que tienes que ir a clases de perogrullo en la que supuestamente te enseñan a impartir clases y te explican un poco como funciona toda la burocracia del sistema educativo.

Mientras tanto, por supuesto, y a falta de que me tocara la lotería, trabajaba. Lo bueno que tiene la Biología es que te abre muchas posibilidades laborales: puedes trabajar cogiendo naranja, o en la obra, o repartiendo propaganda, o de socorrista, o vendiendo libros puerta a puerta, o de secretario, o en una fabrica de muebles… En fin, una gozada.

El caso es que trabajaba y lo compaginaba con el vómito inservible del CAP.

Un año después lo acabé, aproveché los intersticios que había en mi vida en los que me permitía respirar (sobrevalorado) para sacarme un título de valenciano (aquí en la Comunidad Valenciana es imprescindible si quieres trabajar) y el carnet de conducir (imprescindible para interinos y funcionarios docentes).

Tenía 24 años y comenzaba a trabajar y a estudiar oposiciones. Cuando yo las estudiaba eran 90 temas, una prueba práctica y por último la encerrona. Todas ellas eliminatorias. Son difíciles. Si conocéis a alguien que os dice que se presenta por probar y de repente aprueba le podéis decir de mi parte que una mierda que ha tenido mucha, mucha, pero que mucha suerte.

Después del agradable año trabajando y estudiando (al final iba a ser mentira eso de que apruebas la carrera y tienes la vida solucionada) me presenté por primera vez a las opos. El resultado fue lo suficientemente lamentable como para no conseguir plaza pero no tan malo como para que me metieran en una bolsa de interinos y me llamaran a trabajar ese mismo año.

Por las mañanas, de 8 a 14:00 daba clases, por las tardes (de 16:00 a 19:30) hacía cursillos de perfeccionamiento en el Cefire de la ciudad donde estuviera pasando el año (dan puntos para las oposiciones y te “perfecciona”, por este orden de importancia) y por las noches estudiaba oposiciones.

Los siguientes años fueron preciosos: de turismo laboral. 4 meses en Torrevieja, 2 en Benidorm, una temporada en Barcelona, otra temporada en Alicante, algunos días en Oliva, o en Xixona, o en Xàtiva, o en Albal (muy buen papel), Alberic, Ademuz, Utiel…

Como sois gente inteligente no os voy a contar lo que supone irse a vivir fuera de tu población.

5 años más tarde aprobaba las oposiciones, agotado y a punto de tirar la toalla mojada y llena de clavos a las caras ovinas del tribunal: por fin llegaría la estabilidad.

Pero no: a día de hoy sigo pululando por la alegre geografía valenciana (si me encuentra, tal vez pueda contratarme… el equipo A, ya sabéis) y haciendo verdaderos equilibrios por compaginar vida social, laboral y familiar.

Lo que yo no sabía es que con el aprobado en las oposiciones venía también (nada de eso nos dijeron en el CAP, y mira que nos dijeron chorradas) la obligación de llevar los pantalones y los calzoncillos por los tobillos y el culito mirando siempre hacia la Consellería de Educación, para que pudiera pagar en nosotros las barbaridades económicas que se producen en otros sectores.

Al respecto de las barbaridades económicas de otros sectores mirad lo que nos hemos gastado en AVE, en autopistas, en aeropuertos y luego lo comparais con “el ahorro” que pretenden con estas medidas:

http://dfc-economiahistoria.blogspot.com/2011/08/aves-aeropuertos-autopistas-y-tranvias.html

Y lo que es aún más grave: mucha gente se alegra cuando nos bajan el sueldo, nos congelan los salarios, nos aumentan las horas o nos quitan pagas extras. Es alucinante lo que se lee en muchos foros y los comentarios que escuchas por ahí.

Entiendo que en épocas de necesidad nos tengamos que apretar todos el cinturón, pero yo ya me lo apreté el año pasado y no me apetece más. Máxime cuando ha explotado una burbuja inmobiliaria rellena de heces corruptas y no he tenido absolutamente nada que ver en llenarlas.

Ni formo parte del sistema financiero ni formo parte del sistema inmobiliario. Hago mi trabajo lo mejor que puedo con los medios del que disponen los centros.

Todo este rollo viene por lo siguiente:

No soy ningún privilegiado, nunca me han regalado nada, la carrera no cayó como el maná del cielo, ni los cursillos, ni el maldito CAP, ni por supuesto las oposiciones.

Hasta donde yo se cualquier españolito de a pie tiene las mismas posibilidades que he tenido yo (ni soy un cerebrito superdotado ni soy millonario), aunque es muy fácil ir a lo fácil. Y lo fácil es ponerse a trabajar con 16 años, a ganar dinero mientras ves como los empollones “pierden” un año tras otro de su vida estudiando. Pero cuando las cosas te van mal (se jode la burbuja inmobiliaria o el tío Macario tiene que cerrar el taller en el que trabajas de enchufe) en lugar de tener la sana decencia de admitir la derrota e intentarlo de nuevo, lo que hacen muchos es señalar con el dedo a los que nos hemos dejado la vista y los codos para llegar a donde estamos y decir que qué bien vivimos, que qué vergüenza, que aún tendremos los cojones de protestar cuando nos suben sólo 2 horas a la semana.

Pués, y pese a que este post entero es justificativo, no tengo que justificarme de nada: trabajo las horas que marca mi convenio, si os parecen pocas y mi trabajo es todo Jauja y alegría y cantaros de miel y 50 vírgenes esperándonos en el cielo de los profesores, estudiad oposiciones.

En cualquier caso se han dicho muchos disparates: que sólo trabajamos 18 horas a la semana. Eso es como decir que Puyol sólo trabaja hora y media a la semana o que Papa Noel trabaja un solo día al año. ¿No hay preparación detrás?

También se ha dicho que tenemos 3 meses de vacaciones pagadas (contando todo: fallas, pascua, navidades, verano…). Yo cobro un 20% menos que cualquier otro funcionario de grupo A de la Administración. Y la razón es que con ese 20% me pago 2 de esos meses de vacaciones.

Para toda esa gente que está en el paro y que le parece que cobro demasiado: me quitan cerca de un 18% de mi sueldo en impuestos, más el 7% del año pasado para que ellos puedan tener derecho a las ayudas que da el estado.

Si nos suben 2 horas a la semana (que podría ser anecdótico) las implicaciones son bárbaras: clases más masificadas (y os aseguro que no son lo mismo 30 niños de ahora que 30 niños de los años 80), menos capacidad de personalizar la educación, menos capacidad de responder frente a las necesidades específicas de ciertos alumnos, eliminación de tutorías, por supuesto, 3000 profesores interinos que no trabajarán, pero sobretodo, la educación se deteriora.

Se está denostando la educación pública a favor de la privada: en Madrid sin ir más lejos este año la educación pública recibirá 1800 millones de euros menos, mientras que la privada recibirá un 7% más que el año anterior.

Hay médicos buenos y médicos malos, hay basureros buenos y basureros malos, hay políticos malos y políticos malos (bueno, quizás esto último no sea un buen ejemplo) y de la misma manera hay profesores buenos y malos. Lo de meternos a todos en el mismo saco me parece repugnante. Me he encontrado con profesores que me daban vergüenza ajena (los menos, por supuestísimo) y me he encontrado con profesores que son un ejemplo a seguir por su dedicación y por su preparación (los más, sin lugar a dudas).

Y con esto finalizo mi particular diálisis-de-mala-sangre que he hecho hoy viendo noticias como estas http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Botella/funcionarios/Ayuntamiento/trabajan/profesores/elpepusoc/20110906elpepusoc_5/Tes

y leyendo algunos foros en los que, en un ejercicio malsano de envidia sólo les faltaba decir aquello de “que les corten la cabeza”.

Y con esto ya acabo. En “Hora 25″, de la cadena SER, han hablado un grupo de profesores para poner un poco en contexto el problema y comentar sobre la situación.

http://www.ivoox.com/profesores-hablan-del-sector-educativo-hora-audios-mp3_rf_787212_1.html

Os dejo un último enlace. Muy, muy recomendable, sobre las tareas que realiza un profesor de secundaria más allá de las 20 horas semanales. Cuando lo leais os dareis cuenta que ninguna de ellas consiste en bajar a la mina a picar piedra o en desatascar urinarios públicos con los dientes. No trabajamos en eso. Son tareas de administración, gestión, preparación, enseñanza y comunicación.

http://iesbarriodebilbao.es/blogs/blog/%c2%bf18-horas-%c2%bfrealmente-un-profesor-trabaja-solo-18h-a-la-semana/

 


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