Revista Sociedad

Educar al político. (Por: Alfredo Abrisqueta)

Publicado el 22 enero 2012 por Alfredo
Educar al político. (Por: Alfredo Abrisqueta)La sociedad española tiene la esperanza de que en un futuro no muy lejano, las cosas cambiarán hacia un sentido mucho más positivo del que hoy gozamos en el presente. Tenemos la creencia injustificada en un porvenir firme y garantizado.
¿Qué pasaría si este porvenir nunca sucediera? ¿Qué ocurriría en la conciencia colectiva si este futuro tan aclamado y deseado por todos nunca entrase en acción? Cada uno tiene su razón, aunque cada uno puede no tenerla de forma acertada. Por consiguiente, y casi de la forma más segura de opinar, muchos de nosotros preferimos dejar de pensar en futuros negativos y centrar nuestras fuerzas en la esperanza positiva. Esta parte que representa una amplia mayoría de personas, los psicólogos se esfuerzan mucho por clasificar este pensamiento y a estas personas como "optimismo y optimistas". Se esfuerzan sin cesar  por asegurar que dichas personas serán capaces de alcanzar la felicidad y del porvenir deseado.
Sin embargo, no es el único sector que representa el pensamiento de la sociedad, ni tampoco que dicho pensamiento sea el correcto, ni mucho menos pueden optar a la felicidad tan fácilmente. ¿Por qué?
Esta cuestión será aclarada conforme vayamos profundizando más en la reflexión que quiero compartir. Algunas ideas que vienen invadiendo mi mente desde hace algunos días me sugieren ciertas evidencias difíciles de captar si no se presta la atención adecuada. Es obvio que la mayoría conocemos el presente de nuestro país, y tenemos cierta idea de lo que ocurre en otros países, aunque sea de forma liviana. Las cosas que están ocurriendo en el mundo y que por ello repercute en nuestras fronteras son las consecuencias de otro tipo de acciones sentenciadas por el pasado. La fragilidad de nuestra situación no es más que el producto de nuestra ineptitud. Pero, ¿qué hay del ahora para el mañana? ¿Qué podemos o debemos hacer para mejorar? Por aquí empezamos a buscar el Santo Grial.
Educar al político. (Por: Alfredo Abrisqueta) 
Extrayendo las notas abreviadas de mi teléfono móvil me gustaría comenzar con la mentalidad de nuestra clase política. Algunos son corruptos, otros inútiles, otros unos  vagos e irresponsables, otros son honestos. Sin embargo, todos tienen la misma  mentalidad fijada en la temporalidad de sus vidas. Si os fijáis bien, el gobierno actual y el pasado, y por no decir del anterior, la amplia mayoría que forma dicho gobierno son personas de avanzada edad. ¿Qué significa esto aparte de que a priori suene con minucia? La sencilla razón que explica sin rencor la mentalidad del gobierno, en general, para tomar decisiones que rigen a un país. El problema de nuestro mundo, el mundo humano, es que evoluciona de forma fugaz, tan rápido que puedes quedar atrás si no aceleras el ritmo. El problema de nuestra clase política tiene que ver con el punto de vista engordado con los hechos del pasado y no con los conocimientos e intuiciones sobre el futuro. Es obvio que del futuro nada podremos obtener, pero sí podemos intuir. Todos poseemos cierta capacidad de intuición de lo que va a ocurrir aunque no todos tengamos el mismo margen de error.  Dicho margen de error se reduce conforme la experiencia y el conocimiento aumenta, pero sobre todo, el conocimiento humano y científico.
El problema que tenemos en España es que nuestros políticos no actualizan sus conocimientos. No son capaces de percibir la innovación para la solución de los problemas. Siempre intentan e intentarán solucionarlos a la vieja usanza. El verdadero problema viene cuando las características son distintas y los métodos no funcionen. Es ahí donde la terquedad de cada uno le capacite para llegar antes o después a la solución adecuada. Pues bien, nuestros políticos carecen de innovación y tiempo. Pierden sus pocos segundos en decisiones arriesgadas basadas en fundamentos que sirvieron tiempo atrás pero de nada sirven ahora. Es por eso que la juventud trae consigo nuevas ideas y debe ser escuchada. Sin embargo, el viejo teme la ingente cantidad de energía que derrocha el joven y su poca experiencia sobre el campo. Es por ello, que todos los políticos nunca cambiarán de opinión ante las nuevas ideas. Nunca podrán ponerse a disposición de la innovación por su propia terquedad. Creen que lo que hacen está bien porque les funcionó en el pasado o porque lo dice el sabio de tal o cual campo de saber, el cual también retiene en su mente el conocimiento y el saber de las antiguas creencias que la costumbre y la tradición le otorgaron.
La mentalidad del político actual español se encuentra estancada en el siglo pasado. Su futuro es la imagen esperanzadora de tiempos positivos de su pasado, y su presente es la imagen de su futuro. Es por ello que, a la hora de atacar los problemas no sepan solucionarlos y dedican tiempo y esfuerzo en poner parches que acaban desintegrándose en su propia mediocridad. En definitiva, son incapaces de cambiar el rumbo de su país. Es difícil de entender para otras personas que gozan de otra chispa de vida. Otra chispa que le permite mantener otro punto de vista diferente, más actualizado, más fiel y acorde al presente. Obviamente estoy suponiendo que dicha persona sea ducho en su propio campo del saber.
Estas personas con brillantes y nuevas ideas son incapaces de percibir las acciones mal-o-bien intencionadas de sus gobernantes. Siempre hay un "pero". Nunca dejan satisfecho al ciudadano. Y no porque no mantenga la misma ideología, sino porque no puede percibir la lógica intrínseca de la acción. Y es por ello que suscitan dudas, sospechas, desconfianza. Un ejemplo cercano puede citarse el recorte del actual gobierno a la investigación científica, sabiendo que muchos ingenieros y científicos están emigrando a otros países en busca de amor y trabajo. Se sienten rechazados porque sus gobernantes son incapaces de apreciar su talento y su futuro. Rechazan todas las vías modernas para aplicar los métodos tradicionales en detrimento del bienestar social. Es verdad que España siempre tuvo y tiene la fama de ser un país de costumbre y tradición. Pero más allá de eso, el gobernante debe alzarse y ser capaz de innovar, capaz de mantener cerca la actitud al cambio y la iniciativa para hacerlo. Debe siempre poseer la actitud del aprendizaje olvidando todo aquello que pueda incumbir a su éxito personal y teniendo presente en su mente y en su corazón el bien para el pueblo.
Educar al político. (Por: Alfredo Abrisqueta)Por consiguiente, esta actitud que acabo de expresar, solamente puede ser adquirida por la ciencia y la filosofía. La ciencia te otorga la visión más exacta del presente, los caminos que se extienden en el infinito y la proximidad de visualizar el futuro. Y la filosofía te permite realizar juicios críticos lo suficientemente maduros y experimentados como para saber qué decisiones tomar ante los caminos iluminados e intuir qué es lo mejor para el pueblo. Así pues, mientras que el gobernante debería caminar junto con Atenea y Minerva, símbolos de la sabiduría y ciencia de nuestra herencia cultural, solamente deben mirar atrás para ver el pasado y nunca para volver a experimentar con él.
Por el contrario, y para finalizar, mientras que el gobernante actual no presente dichas virtudes, el presente siempre será inabarcable para él, pues nunca llegará a tiempo para entenderlo y para actuar. Estará condenado a fracasar y tomar decisiones que harán de su vida una nueva actitud, ya reconocida en nuestros días por todos aquéllos que no supieron estar a la altura de las circunstancias. Es por ello que España y los demás países, en general, necesitan de un nuevo océano de ideas renovadoras. Necesitan urgentemente vivir una nueva Ilustración que renueve conceptos, formas de entender las cosas, maneras de sentir la vida que permita al pueblo español y de cualquiera otra nacionalidad, poseer la capacidad de estar  a la altura frente a las adversidades. Sin duda alguna, confío en las nuevas generaciones creadoras de nuevas e innovadoras ideas que devuelvan la dignidad al Hombre.
Educar al político. (Por: Alfredo Abrisqueta)

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