Revista Educación

Efecto inmediato

Por Jesus Andría González @creaactividad
Una de las aportaciones más interesantes que se han realizado en neuropsicología en los últimos años ha sido el definir cómo se suceden esquemáticamente los procesos a través de los cuales el cerebro humano se desenvuelve cotidianamente. Siendo breve, podríamos decir que el cerebro de los seres humanos sigue la siguiente secuencia de sucesos: percibe (a través de los sentidos) - siente (asocia unas emociones) - piensa (trata de aplicar un razonamiento lógico) - actúa (en consecuencia con la experiencia asociada): PERCIBIR-SENTIR-PENSAR-ACTUAR, y lo más importante, siempre en este orden, esté donde esté y se enfrente a las situaciones que se enfrente.
Asímismo, de cada una de estas tareas se encargan unas zonas concretas de nuestro cerebro. La percepción de lo que nos rodea es una tarea coordinada con los sentidos que llevan a cabo las zonas más primitivas de nuestro cerebro, al que se le denomina cerebro instintivo o reptiliano (porque lo compartimos con los vertebrados más arcaicos en la faz de la Tierra, los reptiles). En él residen y se modulan nuestros instintos más primarios: nutricio, sexual, de superviviencia, etc... El cerebro emocional o límbico es el que se encarga de vincular emociones a situaciones concretas, estableciendo facilmente patrones de memoria en función de cuán placentera o desagradable, por ejemplo, sea un determinado conjunto de sensaciones, generando una importante huella emocional (de la que provienen muchas fobias, traumas, creencias limitantes, etc.). Finalmente, el pensamiento consciente y racional así como el desarrollo de patrones de comportamiento y actuación se van a establecer en el neocórtex o cerebro racional, encargado de gestionar soluciones a los problemas que la vida cotidiana nos plantea (y para ello tira de experiencias similares guardadas en la memoria). Es importante considerar que el cerebro emocional " tiene la llave que abre las puertas" del cerebro racional para que éste último, que actúa seguidamente, despliegue todo su potencial. Fruto de ello, cuando estamos bajo presión y/o hemos perdido la confianza, la autoestima o la motivación no somos capaces de pensar y actuar con la misma naturalidad, capacidad de resolución y eficiencia. A todo esto hay que añadir que el tiempo en el que se suceden cada una de estas etapas cerebrales no es el mismo. Mientras el cerebro instintivo y el emocional desencadenan sus mecanismos en el orden de unos pocos milisegundos (y condicionan la respuesta del cerebro racional), nuestra "psiquis" racional tarda mucho más tiempo en procesar y modular la información, ya filtrada, que le llega un tiempo después.
Dicho esto será más fácil entender que uno de los principales peligros a los que están expuestos hoy la niñez y, especialmente, la juventud sea lo que me gusta denominar "el efecto inmediato". En los tiempos que corren, y principalmente por el impacto constante de los medios de comunicación de toda índole, desde muy temprana edad, los inputs  a los que se ven sometidos nuestros/as hijos/as están programados para causar en ellos una estimulación de su cerebro más instintivo. Hablo del sexo explícito e implícito, el deseo por lo material, el éxito y el poder entendido como el que más tiene, el individualismo... Estos estímulos están milimétricamente diseñados para desencadenar, en cuestión de milisegundos, mecanismos cerebrales y bioquímicos instintivos que actúan de placebo para el resto de los procesos neuronales que tienen que desencadenarse; emociones, pensamientos, acciones, etc... queden obnubilados. Actuarán así como el filtro con el que los ojos de nuestros/as hijos/as ven y procesan "la realidad" que les circunda. Lo peor es que, como se constata sociológicamente, esto desencadena que la juventud cada vez es más manipulable y tenga menos juício crítico (depende y busca con más ahínco sensaciones que provoquen ese efecto inmediato: drogas, sexo, ropas de marca...), es más hiperactiva (la fidelidad en términos de marca o a unos contenidos dura lo que perdura la sensación bioquímica de placer que experimentan, o sea, muy poco tiempo), por ende está más desmotivada hacia aquello que supone esfuerzo y constancia a medio-largo plazo y tiene escasa (o nula) capacidad de afrontar la frustación.
Todo esto que, para mí, tiene que ver mucho con la educación en términos sociales (sustentada por un pilar básico como es la familia), está condicionando sobremanera las capacidades innatas de las nuevas generaciones y nuestra sociedad del futuro, bien de una manera premeditada y conspirativa por parte de los poderes fácticos a los que interesa tener a ciudadanos/as dóciles y manejables, o simplemente fruto del descuido que todos/as hemos ido poniendo en el uso y abuso de la televisión, el cine, y recientemente, Internet, que se meten en nuestros hogares a diario y actúan como "educadores" silentes y machacantes, hasta el punto de generar patrones de pensamiento y comportamiento más sólidos que aquellos que se tratan de imponer a golpe de tiza en las escuelas o con amor y dedicación por parte de madres y padres.
El efecto inmediato, y por defecto una adecuada educación en valores, es lo único que explica, a mi entender, las altas tasas de consumo de drogas y alcohol entre nuestros jóvenes, las modas del "balconing" y el turismo sexual, la falta de apego y de involucración en los problemas de la sociedad que les rodea, la delincuencia infantil y juvenil, etc... Debemos ser capaces de ir eliminando ese filtro de sensaciones y estimulos primarios de la mente de nuestros/as hijos/as y para ello os propongo esta web desde la que podréis trabajar en la educación en valores con ellos/as: https://www.youtube.com/user/AMEIeducacionvalores

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