Revista Salud y Bienestar

Efectos adversos de la meteorología en los ojos

Por Opticaporlacara @opticaporlacara

Calor, frío, viento, humedad… son algunos fenómenos que pueden perjudicar, y de hecho perjudican, a nuestros ojos. Dependiendo de la estación del año, la zona donde vivamos, la actividad que realicemos y donde… destacarán unos más que otros.

La manera en que afecta cada uno a los ojos también varía, pudiendo ser, en ocasiones, hasta una ventaja como veremos más adelante. Por todo esto, es conveniente saber cómo influye cada uno de estos fenómenos y qué efectos provocan a nivel ocular, con el fin de proteger nuestra salud ocular.

 

Los ojos, aunque es cierto que resisten bien las agresiones externas, son delicados. Cualquier cambio debido a algunos de estos agentes meteorológicos altera los elementos más externos del globo ocular, provocando síntomas como enrojecimiento ocular, sensación de cuerpo extraño, sequedad ocular o malestar ocular, entre otros muchos, que no son nada deseables y que conviene evitar.

Empezaré hablando de la humedad, ya que podría ser de los fenómenos que más influye sobre el estado y bienestar ocular. Sabemos que la humedad es la cantidad de vapor de agua presente en el aire, y la podemos expresar así:

- Humedad absoluta: es la cantidad de gramos de agua que contiene un metro cúbico de aire.

- Humedad relativa (HR): se expresa en % y es la más conocida, por ello es la que usaremos como referencia. Con este término nos referimos al máximo de humedad que puede contener el aire, siendo el 100 % el punto de saturación, es decir, aquel en el que el aire no admite más vapor de agua, y por tanto se producirá condensación (rocío, niebla…) del vapor de agua sobrante.

 

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Rocío matinal sobre la vegetación

 

Hay que saber que a mayor temperatura, mayor capacidad tiene el aire de almacenar humedad. Sabiendo esto podemos decir que si aumentamos la temperatura, disminuye la humedad relativa (ambiente más seco) y si bajamos la temperatura, la humedad relativa aumenta (ambiente más húmedo), siempre y cuando la cantidad de vapor de agua en el aire no varíe.

Estos conceptos anteriores nos van a ayudar a entender mejor el efecto que tienen las calefacciones o aires acondicionados sobre la humedad, y por ende, sobre nuestros ojos: en invierno, las calefacciones, al aumentar la temperatura, llevan consigo una reducción de la humedad, a no ser que se empleen estufas de combustión (butano y similares) que generan, como en toda combustión, CO2 y vapor de agua.

Por otro lado está el uso, en verano, de aires acondicionados: como he dicho antes, si la temperatura baja, la humedad sube. Precisamente este hecho era un problema importante en los primeros prototipos, ya que un exceso de humedad no es para nada confortable. Para evitarlo, se diseñaron sistemas que permitían reducir la humedad del entorno, siendo este el motivo de los ambientes secos al abusar de sistemas de aire acondicionado, como en muchas oficinas.

*Por ambientes secos nos referiremos a aquellos con una humedad relativa menor al 40 %, siendo húmedos aquellos con un humedad relativa superior a 60 %.

 

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Ventajas e inconvenientes según el % de HR

 

Algo similar pasa, por ejemplo, en las cabinas de los aviones, en las que debido a la necesidad de mantener una atmósfera respirable a tan altas altitudes se emplean sistemas que llegan a reducir la humedad a valores de 5-10 % HR, un ambiente extraordinariamente seco.2

Se ha demostrado que un ambiente muy seco tiene una serie de efectos negativos sobre la superficie ocular.1 Así, se demostró que tras pasar una hora en un ambiente en torno al 5 % HR, muchos parámetros oculares se veían afectados:

- La tasa de evaporación de la lágrima aumentó a 0.28 μl/min, cuando lo normal es entre 0.07 y 0.13 μl/min. Puede parecer poco pero para nada lo es, de hecho ese valor (0.28) es más propio de aquellos que sufren de ojo seco.

- La estabilidad lagrimal empeoró bastante. Esta propiedad nos permite conocer si la capa lipídica (grasa) de la lágrima tiene la calidad suficiente para mantener la estabilidad de la película lagrimal y evitar que la evaporación sea demasiado rápida. Precisamente, el espesor de la capa lipídica es otra de las cosas que varió, a peor, con la escasez de humedad.

- La producción de lágrima se midió tras estar durante una hora en la habitación a 5 % HR y también disminuyó. Para medirla, se usan unas pequeñas tiras colocadas en los ojos (ver imagen), que se van empapando durante unos 2 minutos. Los valores obtenidos variaron, de media, de 20.33 mm a 16.50 mm (el valor normal se considera por encima de 20 mm).

 

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Test de Schirmer, para medir volumen lagrimal (cortesía del blog Optometría para Todos)

 

- La temperatura de la superficie ocular y la osmolaridad de la lágrima, ambas muy importantes, fueron las dos únicas variables que no variaron significativamente. La temperatura disminuyó debido, probablemente, al efecto refrigerante del proceso de evaporación lagrimal, que recordemos era mayor.

- Todo lo anterior provocó que el confort ocular también disminuyera, lógicamente. ¡Y no poco! Como así lo constataron los voluntarios del estudio en un cuestionario, quejándose principalmente de picor y sequedad ocular.

En resumidas cuentas, los ambientes secos son ambientes hostiles para los ojos: irritan los ojos e incluso pueden empeoran la visión. Es por ello que hay muchos profesionales, como oficinistas, pilotos o azafatas, que se han quejado de malestar ocular en sus lugares de trabajo.

Y es peor aún si se es usuario de lentillas. En caso de viajar en avión, es mejor optar por usar las gafas o, si no, llevar lágrimas humectantes aptas para usar con lentes de contacto. Igual de aplicable las líneas anteriores para aquellos que trabajan con ordenadores en oficinas.

Para los ojos sería muy favorable un ambiente con mucha humedad, pero eso suele resultar incómodo, así que, una vez más, en el término medio está la virtud (40-60 % HR). Dentro de esa franja, o por encima, el confort ocular aumenta enormemente.

 

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Higrómetro, usado para medir la humedad relativa del aire

 

La temperatura también es muy importante, y de hecho es bastante estudiada. Por ejemplo, excesivo calor, superior a los 34º C de la lágrima, puede afectar negativamente a los ojos, haciendo que la tasa de evaporación lagrimal aumente, con las ya comentadas consecuencias, y pudiendo favorecer la aparición o agravación de ojo seco. Llevar lentillas blandas también aumenta la temperatura de la superficie ocular, así como la tasa de evaporación.

Además, el calor puede favorecer la aparición de conjuntivitis.

En cuanto al frío, también puede llegar a convertirse es un “enemigo ocular” y provocar molestias. Algo bastante común es tener los ojos llorosos en un día de mucho frío y viento, como respuesta al desecamiento de la superficie corneal. Además, se ha demostrado que a bajas temperaturas las glándulas de Meibomio, que son las que aportan grasa a la lágrima para darle estabilidad y consistencia, no funcionan correctamente. Se reduce la secreción y esta se vuelve más espesa de lo que debería, por lo que no se reparte adecuadamente sobre la película lagrimal, favoreciendo la sequedad ocular. 3

Por último, el viento fuerte también es perjudicial para los ojos, ya que arrastra gran cantidad de partículas (polvo, arena, contaminantes…) directamente a ellos. No son pocos los casos vistos en la práctica clínica por irritación ocular debido a este hecho. Además también provoca una mayor evaporación de la lágrima.

Muy perjudicial para los que sufren de ojo seco, también es responsable, junto con la radiación ultravioleta del sol, de la aparición de pterigion. Por lo general es aconsejable evitar exponer los ojos a fuerte corrientes de aire, como en días ventosos, o incluso al chorro de aire de un ventilador o al aire acondicionado del coche dirigido directamente a la cara. Unas buenas gafas de sol mitigarán, en gran medida, todos los problemas anteriores.

 

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Referencias:

1) Abusharha AA, Pearce EI. The effect of low humidity on the human tear film. Cornea. 2013 Apr;32(4):429-34. Department of Vision Sciences, Glasgow Caledonian University, UK.

2) Dr. Luis Amézcua González. Medicina aeronáutica para el médico de familia. Ambiente atmosférico.

3) Igor A. Butovich. Juan C. Arciniega. Jadwiga C. Wojtowicz. Meibomian Lipid Films and the Impact of Temperature. Invest Ophthalmol Vis Sci. 2010 November; 51(11): 5508–5518. Texas (EEUU).

- Craig JP, Singh I, Tomlinson A, Morgan PB, Efron N. The role of tear physiology in ocular surface temperature. Eye (Lond). 2000 Aug;14 (Pt 4):635-41. Department of Vision Sciences, Glasgow Caledonian University, UK.

* Valores normales de la mayoría de parámetros oculares: http://opticaporlacara.com/2011/02/el-ojo-humano-en-numeros

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