Revista Opinión

Egipto libre…

Publicado el 14 febrero 2011 por El Tridente

EGIPTO LIBRE…

Egipto libre. Ese es el grito que se lleva escuchando desde el pasado viernes, día en el que el país, tras el clamor popular, consiguió que su dictador cediera ante dicha presión y optara por dejar el poder. Ante tal muestra popular, ahora son otras regiones cercanas a Egipto las que pretenden que suceda algo parecido. Como en Israel. Pero esta es solo la gota que hará que muchos vasos donde el poder de una dictadura ha estado contenido, se rebose. Porque las dictaduras oprimen al pueblo y es una lástima que en pleno siglo XXI éstas continúen formando parte de la historia de muchos países que, estancados por culpa de sus tiranos, ven como su nación acaba situándose a la cola de muchos estados teniendo recursos para ser países desarrollados de primera categoría.

Lo sucedido en Egipto es tan solo el fiel reflejo de lo que el pueblo puede llegar a conseguir. Las últimas palabras del dictador Mubarack en las que aseguró que no dejaría el gobierno hasta septiembre, fecha de las siguientes elecciones, fue el detonante por el que los ciudadanos se echaron a la calle y obligarle a dejar Egipto y así fue. Lo que demuestra que no siempre el que gobierna tiene la última palabra. Y con esto no quiero fomentar revueltas populares ni mucho menos, tan solo hacer patente que el pueblo aún tiene mucho poder a la hora de exigir sus derechos.

Así si hacemos extensivo lo ocurrido en oriente medio a nuestra región, con la gran salvedad que aquí vivimos en democracia, tenemos dos opciones: una, ir a votar a las elecciones de mayo y elegir a aquellos que nos gobernarán durante cuatro años. Y la otra, si no nos gusta lo que hacen los elegidos salir a la calle y mediante presión popular sacarlos de sus cargos. Aunque mejor será no hacer nada porque lo más probable es que, y como ya es práctica habitual, sean ellos mismos los que se cambien a través de las manidas mociones de censura. Y es que en política como dijo John William Coke: Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes.

Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…

 

 


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