Revista Opinión

El adiós del Patriarca

Publicado el 02 diciembre 2016 por Jrvilar

"Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. [...] ¿Cuáles son los derechos de los escritores y de los artistas, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho . [...] Los contrarrevolucionarios, es decir, los enemigos de la Revolución, no tienen ningún derecho contra la Revolución, porque la Revolución tiene un derecho : el derecho de existir, el derecho a desarrollarse y el derecho a vencer."

[Fidel Castro Ruz, Palabras a los intelectuales, discurso pronunciado el 30 de junio de 1961, prolegómeno para la Revolución Cultural de 1971-1976 -el denominado Quinquenio Gris.]

En la larga lista de caudillos Patriarcas que exhibe nuestra América -tan diversos como Antonio López de Santa Anna y Pérez de Lebrón, Porfirio Díaz Mori y Lázaro Cárdenas del Río en México, Justo Rufino Barrios Auyón en Guatemala, José Figueres Ferrer ( DonPepe) en Costa Rica, François Duvalier ( PapaDoc) en Haití, José Gaspar Rodríguez de Francia y Velasco ( KaraíGuazú) en Paraguay, Juan Manuel de Rosas, Domingo Faustino Quiroga Sarmiento (discutible su caudillaje pero ostensible su patriarcado) y Juan Domingo Perón Sosa en Argentina, Víctor Paz Estenssoro en Bolivia, Juan Vicente Gómez Chacón y Antonio Guzmán Blanco (y luego Hugo Chávez Frías) en Venezuela (no incluyo a José Antonio Páez porque sí fue un gran caudillo pero no llegó al patriarcado), Getúlio Dornelles Vargas en Brasil, Arnulfo Arias Madrid en Panamá y José María Velasco Ibarra en Ecuador-, Fidel Castro Ruz ocupa, por derecho propio, un lugar indiscutible entre ellos sobre las ancas -o sobre la torreta de un T34-85, para no mencionar el norteamericano M4A3 Sherman con el que él entró victorioso en La Habana el 8 de enero de 1959- de los siglos 20 y 21. Fue caudillo en el 20 para legiones de seguidores en toda Latinoamérica y Patriarca en el 21 para la ALBA.

Además de caudillo y Patriarca, Fidel Castro Ruz -Castro Ruz el Mayor para diferenciarlo de su hermano y sucesor Raúl, Castro Ruz el Menor- fue, con mucho, el más superviviente de las generaciones de líderes políticos que acompañaron su presencia en el escenario mundial durante los últimos 60 años.

Fidel Castro Ruz vivió muchos ismos, algunos los promovió e incluso los sobrevivió. Condottiere de la revolución permanente y paladín del marxismoleninismo, incendió los ánimos de más de una generación con el mensaje de construir sociedades más justas -aunque la praxis propia no lo lograra- y bajo las banderas del internacionalismo proletario llevó cubanos a muchas tierras lejanas -de África, Latinoamérica e incluso Asia- con el espíritu de "Creardos,tres...muchosVietnam".

Castro Ruz El Mayor dirigió una revolución triunfante contra un gobierno dictatorial, el de Fulgencio Batista Zaldívar, de la guerra de guerrillas en la Sierra Maestra tras la expedición del Granma desde México, eso en un momento en que los pocos gobiernos democráticos progresistas latinoamericanos apoyaban las redemocratizaciones, incluso a través de expediciones para que despertaran movimientos populares -como las que la Legión del Caribe intentó propiciar contra los Somoza Debayle en Nicaragua y Trujillo Molina en República Dominicana-, en un momento que la prédica democrática del difunto presidente Roosevelt había sido sustituida por la Guerra Fría y el apoyo a dictadores anticomunistas fuertes por las administraciones de Harry Truman y Dwight Eisenhower.

El triunfo de la revolución cubana coincidió temporalmente con otro hito democratizador en la Región: la elección a la presidencia de Venezuela con 49% de los votos de Rómulo Betancourt Bello, un líder socialdemócrata que se había opuesto a las dictaduras de Juan Vicente Gómez Chacón y Marcos Pérez Jiménez, iniciando con su ascensión un largo período de gobiernos democráticos en su país. La visita de Fidel Castro Ruz a Venezuela el 23 de enero de 1959 -su primera salida al exterior- fue el momento cumbre del acercamiento entre ambos gobiernos; el progresivo distanciamiento culminó años después en la creación de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional por el Partido Comunista de Venezuela en 1962 y el intento de invasión de Machurucuto en 1967 con expedicionarios cubanos y venezolanos, antecedidos por la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares en 1961.

El mayor de los Castro Ruz colocó a Cuba en el primer plano de las noticias internacionales permanentemente, generó afinidades y desafectos muchas veces más allá de toda fría lógica -jamás conllevó la indiferencia- y fue siempre consecuente con su discurso -el suyo, el discurso orientador, que "marcaba líneas", muchas veces iluminado-, una coherencia que no admitió jamás oposiciones ni críticas sino sólo adhesiones y seguimientos, cuando no alabanzas -sinceras algunas, lisonjas interesadas las más- que crecieron con el tiempo.

Fidel Castro Ruz construyó y mantuvo inalterable por décadas una democracia vertical de partido único -al mejor estilo soviético-, con muchos derechos conculcados y sin oposiciones toleradas, justificándola en su visión propia del Partido Revolucionario Cubano de José Martí para la guerra de 1998 pero que, a diferencia de éste en su labor proindependista, no aceptaba disensos ni sumaba voluntades.

André Voisin, el científico francés padre del pastoreo racional, lo llamó "su mejor discípulo" en 1964, poco antes de su muerte en Cuba. Ése fue el momento en que las ideas del Comandante, armadas de ideología, pasaron de transformadoras a rupturistas y con el mismo ímpetu con el que se enfrentaba al "imperialismo yankee" -eje de su prédica ideológica-, el mayor de los gobernantes Castro Ruz -fueron más hermanos que Fidel y Raúl pero estuvieron desligados del Poder- pasó a las grandes decisiones devenidas en grandes fracasos económicos donde tres rutilan: el Cordón de La Habana (1967), la creación de un emporio de café que nunca existiría y que demandaba 25 mil trabajadores de la ciudad diariamente -el país terminó pasando de exportador a importador de café y mezclando el grano de consumo interno con chícharo o kudzu-; la Brigada Invasora de Maquinarias "Che Guevara" (1967-1968), que desmontó miles de hectáreas para sembrar caña de azúcar para la futura Zafra de los Diez Millones, propició un desastre ecológico y empobreció los suelos; la Zafra de los Diez Millones (1969-1970), con un país detenido para sembrar caña de azúcar y cortarla, desastre de planificación, logística y tecnología que a pesar de todos los esfuerzos y de despriorizar toda la demás actividad económica, quedó en una zafra de 8 millones.

Pero el más significativo y de efecto largamente duradero fue "la Ofensiva Revolucionaria".

En 1968, la confiscación masiva de pequeños establecimientos -55.636 pequeños negocios: 11.878 tiendas de víveres, 3.130 carnicerías, 3.198 bares, 8.101 establecimientos de comida, 6.653 lavanderías, 3.643 barberías, 1.188 reparadoras de calzado, 4.544 talleres de mecánica automotriz, 1.598 artesanías y 3.345 carpinterías (según datos publicados por el periódico oficial Granma en marzo de ese año)- con los objetivos de "luchar contra el capitalismo y construir un Hombre Nuevo" conllevó inmediatamente un enorme deterioro económico y la disminución acentuada de alimentos y servicios.

Esta Ofensiva Revolucionaria avanzó tras las grandes confiscaciones del período 1959-1963 que fundamentaron, años después, las bases de la planificación centralizada al estilo soviético y las dificultades del rígido racionamiento de todos los alimentos y demás productos básicos desde 1962, vigente hasta ahora. El "trabajo voluntario", las "jornadas guerrilleras" y los "horarios de conciencia" -sin retribución todos- fueron experiencias que debían haber llevado hacia la desaparición del dinero -un conjunto de ideas promovidas por el Che Guevara- y que, junto con la estatización de la economía, debían llevar al Hombre Nuevo pero condujeron al desplome de la productividad y al quiebre de la economía cubana. Años después, sin que sirviera de aprendizaje la fallida experiencia cubana, se incorporaron como ideas básicas al socialismo del siglo 21 de Heinz Dieterich Steffan y condujeron a Venezuela al estado de pauperización actual.

Más allá de cualquier otra medida, "la Ofensiva Revolucionaria" es central del pensamiento del comunismo cubano -y del descalabro socioeconómico posterior.

Todo ello, sumado a la crisis provocada por la eliminación de los subsidios del denominado campo socialista después de su desaparición y la de la Unión Soviética en 1991 -la ayuda económica (excluyendo la militar), principalmente soviética, para Cuba en el período 1960-1990 se calcula en 65 mil millones de dólares- que provocó para la isla la declaratoria de Período Especial en Tiempos de Paz y la caída abrupta del 90% de sus suministros y del 35% de su Producto Interno Bruto -paliado por el ascenso de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela y el inicio del ingente apoyo al gobierno cubano, hoy muy mermado por sus propias falencias-, llevó a que la renta per cápita mensual en 2013 estuviera alrededor de 22 dólares, lo que conlleva una renta anual de 264 dólares, mucho menor a los 374 dólares (3.090 a precios actuales) de la renta cubana de 1958, año en que el Atlas of Economic Development (1961) de Norton Ginsburg colocaba a Cuba en el lugar 31 en desarrollo mundial. Ese año y a pesar de todas las injusticias sociales y pobreza -sobre todo rural-, en distribución equitativa de la riqueza Cuba sólo era superada en la Región por Costa Rica y Uruguay, con 33% de su población ubicada en clase media y sólo 30% de toda esa población se dedicaba a la agricultura (datos del Censo Nacional de 1953), a diferencia de 62% en Centroamérica o 55% en toda Latinoamérica; la cobertura de la seguridad social alcanzaba al 63% de la población trabajadora en 1958 -sólo superado por Uruguay- y la participación laboral en la renta nacional era del 65%, la más alta de la Región para el período 1949-1958. Son sólo ejemplos del fracaso del modelo producido por la Ofensiva Revolucionaria y vigente aún en gran medida -exceptuando las empresas mixtas con capital extranjero y los cuentapropistas, un sector "nacido" en el Período Especial que desde entonces ha fluctuado intermitentemente entre permitido, tolerado y restringido ...

Pero frente todos estos errores -identificados con el embargo comercial, económico y financiero norteamericano en contra de Cuba (denominado "el bloqueo"), vigente desde octubre de 1960-, dos grandes éxitos: el posicionamiento del relato de la Revolución, fijado en la mente de grandes mayorías -muchas veces con independencia de su nivel socioeconómico e ideología- y la identificación de los mitos Fidel, Che Guevara y Revolución Cubana como marcas-íconos asociadas condignidad, futuro mejor, internacionalismo-solidaridad yantimperialismo.

No menos exitoso fue el posicionamiento del mito enemigo principal asociándolo como imperialismo yankee, que se convirtió en leitmotiv y mantra de gran parte de la izquierda mundial.

El éxito de su relato del éxito -y vale muy bien la redundancia- empezó tan pronto como el 17 de febrero de 1957 -a escasos 77 días del 2 de diciembre del año anterior cuando el yate Granma , con 82 expedicionarios dirigidos por Fidel Castro Ruz, había llegado a las costas cubana-, The New York Times publicó "Cuban Rebel is Visited in Hideout", el primero de los tres artículos con la entrevista que su corresponsal Herbert Matthews le realizó al líder insurgente en su campamento guerrillero al interior de la Sierra Maestra.

En el relato de la Revolución primó la comparación antes- después, tomando como quiebre el triunfo de 1959. A éxitos destacados se les ocultó antecedentes reconocibles mientras los fracasos -como los antes mencionados- o eran ocultados o atribuidos a la conspiración externa -los eternos enemigos: la emigración cubana (odiada, tolerada o celebrada, según fuera la necesidad interna) y, sobre todo, su apoyo y alter ego: el imperialismo yankee-, y esto funcionó con los tres mayores logros posteriores a 1959: educación, salud y deportes.

    Tras la Revolución en 1959, la expansión de la educación alcanzó niveles impresionantes -llegó a todos los lugares del país- y se democratizó -con acceso irrestricto-, con lo que superó las principales falencias en la educación pública hasta 1959 que estaban en la diferencia entre el acceso a la enseñanza en las zonas urbanas y las rurales, agregada la precariedad a la educación rural.

    Analfabetismo en el transcurso de 1961. La campaña redujo el analfabetismo desde un porcentaje superior al 20% en 1958 al 3,9% en 1961, alfabetizándose 707.212 personas.

    El salto cualitativo en cobertura de salud pública -territorial y de calidad de servicio- fue realmente significativo, tanto con la construcción de hospitales y postas sanitarias como por la ampliación de la formación e investigación médica, alcanzando su cumbre a comienzos de los años 80 con el Médico de la Familia y los más bajos indicadores de mortalidad infantil y ocurrencia de enfermedades prevenibles. (Después de la crisis de inicios de los 90, la exportación de servicios médicos se convirtió en una opción de ingresos para el Estado, lo que conllevó aumento de matrículas para medicina en las universidades -y amplia reducción del tiempo de formación- y contracción de los servicios en el país por falta de disponibilidad local de profesionales.)

    La democratización de la práctica del deporte en Cuba a partir de 1959 fue la que llevó a los lauros olímpicos -77 medallas de oro, 69 de plata y 74 de bronce, 220 en total, de ellas 202 a partir de Tokio 1964-, ubicándose hasta Rio 2016 en el vigésimo lugar en la historia de medallista de todos los Juegos Olímpicos. (La cosecha se reduce después de Beijing 2008 en medallas de oro y desde Londres 2012 en total de medallas.)

Queda un aspecto importante: la emigración, forzosa o voluntaria de dos millones de cubanos. De lo mucho que he leído y oído estos días sobre Fidel Castro Ruz -a favor y en contra, desde dentro de la isla y desde todo el mundo-, el hombre que no aceptó la desaparición del campo prosoviético ni tampoco el acercamiento con el presidente Obama, prefiero quedarme con lo que escribió la cubanoamericana Achy Obejas en su artículo "The Little Fidel in All of Us" para The New York Times:

" Fidel didn't merely contain multitudes: He took all of our destinies and redesigned them. Who would I be if Fidel's revolution hadn't happened and my parents hadn't left? Who would those who remained on the island be if those of us who left had stayed by their side? Who would any of us be if Fidel hadn't caused this rupture in our lives?

After all the headlines and the shouting, after all the calls from all the places we Cubans have been scattered, this is what haunts us. "

"Fidel no sólo contenía multitudes: Él tomó todos nuestros destinos y los rediseñó. ¿Qué habría sido yo si la revolución de Fidel no hubiera ocurrido y mis padres no se hubieran marchado? ¿Qué serían los que decidieron quedarse en la isla si los que nos fuimos nos hubiésemos quedado a su lado? ¿Quién sería cualquiera de nosotros si Fidel no hubiera causado esta ruptura en nuestras vidas?

Después de todos los titulares y la algarabía, después de todos los llamados de todos los lugares en los que nosotros los cubanos hemos sido dispersos, esto es lo que nos persigue. "

La muerte de Fidel Castro Ruz, amén de muchas otras connotaciones, tiene dos simbolismos. El primero, la fecha de su muerte coincide, 60 años después, con la salida del yate Granma de México para ir a iniciar la guerra de guerrillas que producirían la Revolución cubana, el inicio de la expedición con el albor de la madrugada y el deceso anunciado en la noche.

El segundo es carpenteriano: El viaje de sus cenizas de La Habana a Santiago de Cuba repite, recorriendo en sentido inverso, el viaje que realizara los primeros días de enero de 1959. Un viaje a la semilla con muchas connotaciones.

Funes Monzote, Reinaldo: De bosque a sabana: azúcar, deforestación y medio ambiente en Cuba, 1492-1926. Siglo XXI Editores, 2004.


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