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El alquiler y el parque público de viviendas para conservar tu libertad.

Publicado el 06 agosto 2011 por Mcviento

De como la necesidad impuesta de propiedad de vivienda coarta la libertad del ciudadano.

El alquiler y el parque público de viviendas para conservar tu libertad.

Los seres humanos siempre estamos necesitados, continuamente tenemos alguna carencia que suplir. Realizando una ligera aproximación (existen muchas clasificaciones de necesidades de diversos autores, las más destacadas las de Maslow y Max-Neef), existen básicamente dos tipos; las no materiales, tales como las necesidades psicológicas, relacionales, emocionales, etcétera; y otras de carácter material, el ejemplo más representativo es la vivienda.

¿De donde surgen las necesidades?

Debemos considerar erróneo pensar que las necesidades surgen únicamente de la propia persona. Lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones las necesidades son fruto de una jerarquización cualitativa (algo es mejor que lo que tengo), una cuantificación (algo es más de lo que tengo), o comparación (yo tengo ésto los demás aquello), convirtiéndose lo opuesto a lo propio en nuestro objetivo. En otras ocasiones, las necesidades vienen impuestas por el propio funcionamiento del sistema (vivienda, trabajo, etcétera). El problema es, claro está, que habrá que delimitar la fuente donde nacen o se crean esas necesidades en pos de legitimar unas y declinar otras. Las necesidades más dañinas son las que nos imponen. 

La vivienda en propiedad, una necesidad ilegítima

Uno de los objetivos de casi todos los ciudadanos en este Estado es el logro de la vivienda en propiedad. Cuando esta circunstancia no se produce, o sus condiciones son inadecuadas, automáticamente asociamos o ligamos a esa persona o familia con la pobreza material. Quizás la posesión de vivienda sea una de las formas más comunes de diferenciación del binomio riqueza-pobreza utilizada por los ciudadanos de a pie.

Sin embargo, el bienestar de una persona no puede quedarse o priorizar la satisfacción de una necesidad de posesión, debería estar por encima en la jerarquía otros principios como el de libertad. Consumir es hoy en día la forma más manifiesta de libertad, el consumidor aprecia mucho la libertad de elección que el mercado le ofrece -¿estará tan reducida la libertad en nuestras sociedades a ésta banal forma?- sin embargo,  la propiedad coarta la liberad de forma constatable.

Julio Cortázar reflexionaba cuando le regalaron un reloj de pulsera diciendo que:

Te regalan algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Algo parecido pasa pues con la propiedad de un vivienda, posees la necesidad de habitar siempre en el mismo lugar (eficiencia para el empleador), el miedo a perder tu vivienda y quedarte sin nada, a buscar la constante seguridad (negocio para el banquero), a que entren a robar en ella y perder todo lo que has ido acumulando durante años. Venderte la idea de propiedad, de seguridad garantizada eternamente, es robarte  la libertad de ir de aquí para allá, de algún día empezar a caminar sin tener que regresar siempre al mismo lugar, de descubrir, de multiplicar las oportunidades.

Poseer un lugar donde vivir, donde te puedan encontrar siempre cuando te quieran buscar no es casualidad. No estar en un lugar fijo no resulta rentable a nuestro modelo económico, no da tiempo volver a tiempo a tu puesto para trabajar. Por otro lado, Tienes que conseguir una vivienda, la necesitas, pero es muy costosa, necesitas mucho más de lo que puedes acumular, debes ir a tu banco, él pondrá el dinero, ¡y mañana estaré seguro dentro de casa! En definitiva, la posesión de una vivienda fija y en propiedad es fundamental para el funcionamiento del actual sistema capitalista.

Si la vivienda, el techo o refugio es un bien necesario, no deberíamos cubrirlo con intereses económicos, lo cual ilegitima la necesidad impuesta de propiedad de vivienda. Debemos de navegar hacia la utopía de construir refugio, utilizarlo y cuando no se necesita, marchar dejándolo para el que venga detrás. La vivienda arrendada, y el parque público de viviendas propiedad de todos, debe de ser el camino a seguir, generando ciudadanos más independientes de los organismos de poder y control.

Es más, hoy en día, esta idea que ha venido predominando está obsoleta, tal y como funciona el mercado laboral, ¿quién podrá adquirir una vivienda en propiedad? La mayoría alternará entre trabajos temporales, seguramente en distintas ciudades y lugares. El trabajador deberá deshacerse de la cadena que le ata a un lugar fijo, retornará un pseudonomadismo; viajar de un lugar a otro en busca de un medio para vivir, debiendo buscar un nuevo “refugio”.

Por tanto, bajo mi juicio el modelo de bienestar actual basado en gran medida en la seguridad de la propiedad es completamente erróneo, pues el bienestar no debe de depender de ataduras. Mear contra el viento en esta ocasión supone renegar de cualquier propiedad que coarte mi libertad y me transforme de ciudadano independiente, a una pieza más del motor del mercado.


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