Revista Diario

El amor de Neil

Por Ziva8
El amor de NeilMuchos creen que no hay amores perfectos, o absolutos o eternos, que sólo hay amores, de esos pasajeros que comienzan encantándote con lo que con el tiempo termina cansándote o destruyendo una relación que parecía sólida.

Es la historia de muchas otras historias, especialmente de esas historias en donde involucras un corazón en fortaleza, sin protectores para el agua o bloqueador solar para que no queden heridas. Dedicaremos esta noticia a todos los corazones dañados y dolidos, a todos los corazones  que alguna vez amaron, y que no importando cuan dañados hayan quedado, siguen ahí, estoicos, escribiendo versos, poemas, canciones, libros o guiones para películas que después se transforman en leyenda. Hoy les contaremos sobre Neil Hilborn, un joven poeta que se graduó en Macalester College, una pequeña y liberal escuela de artes en Minnesota.  Neil sufre de una enfermedad muy poco comprendida, conocida en Estados unidos como OCD, para nosotros es "TOC": Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Por estos días, Neil ha estado acaparando gran parte de las redes sociales, que han mostrado el video de su presentación en un concurso de poesía, presentación que mantiene cautivo al público de internet debido a su poema titulado, precisamente, como su enfermedad.Aquí les dejamos "TOC", y el video de Neil, que creemos, sin duda alguna, tiene todo el espíritu Ziva8, disfruten, compartan y por supuesto comenten... Saludos a todos.... Equipo Ziva8.

Video: "TOC" . Neil Hilborn

“La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces,
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.

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