Revista Psicología

El amor en cualquier tiempo y lugar

Por Jcarlosbarajas @kurtgoedel2000
El amor en cualquier tiempo y lugar
La palabra “amor” debe ser de las más usadas en nuestro idioma y, bien pensado, en cualquier idioma de los que se habla en este viejo planeta. Decir “te amo” o decir “te quiero” implica que existe un torrente de buenos sentimientos y afectos desde la persona que expresa la frase hacia la persona que la recibe. Pero estos sentimientos son de carácter distinto según el tipo de relación que exista entre esas dos personas, no es lo mismo que la dirija un hijo a un padre, un madre a una hija o se dirija entre los miembros de una pareja.
En la aproximación científica al estudio del amor también hay de todo. Para algunas  ciencias como la bioquímica o la neurología, el amor es un proceso bioquímico en el cerebro del enamorado en el que intervienen sustancias como la norepinefrina, la dopamina y la feniletilamina, que al parecer nos llevan a ese estado de locura transitoria que han cantado todos los poetas que en el mundo han sido. La psicología se centra en los procesos internos de pensamiento y conductas – a veces lunáticas - que se producen durante el enamoramiento. La sociología y la antropología estudian las formas sociales que se producen como resultado del amor, es decir, las formas de matrimonio ó los tipos de familia que surgen, dependiendo de la sociedad y la cultura a la que se pertenezca y el momento histórico en que se esté.
En este artículo nos vamos a referir al amor de pareja y desde el punto de vista de las ciencias sociales, es decir, un pequeño “pot pourri” de psicología social, sociología y antropología[i].
El psicólogo norteamericano Robert J. Sternberg diseñó un gráfico que ayuda mucho a entender las distintas clases de amor de pareja que existen. Muchas de estas clases de amor, en realidad, son fases por las que van pasando las parejas desde que se encuentran y enamoran hasta el momento en que llevan conviviendo durante años. Vamos a echarle un vistazo:
El amor en cualquier tiempo y lugarGráfico de Stenberg (haced clic encima para ampliar)
Como se puede apreciar en el gráfico Sternberg usa tres variables. La intimidad se refiere al sentimiento de cercanía, afecto y unión con el otro. La pasión consiste en un estado de excitación física y mental que roza, cuando no traspasa directamente, la línea de la obsesión por la otra persona. El compromiso, según Sternberg, consiste en que uno quiere a otra persona sin que haya intimidad o pasión. Para mí manifiesta el deseo de convivir con la otra persona y en mantener vivos y funcionando los productos de esa unión.
Steinberg señala que cada una de las tres variables tiene una evolución temporal diferente. La intimidad se desarrolla gradualmente conforme avanza la relación. La pasión es muy intensa al principio y crece de forma vertiginosa, pero suele disminuir conforme la relación avanza, estabilizándose en valores moderados. El compromiso, por último, crece despacio al principio y se estabiliza cuando las recompensas y costes de la relación aparecen con nitidez.
Empecemos con el amor romántico, amor apasionado o enamoramiento. Tal y como señala Steinberg y nuestra propia experiencia, suele producirse en los primeros tiempos de una relación, que es cuando la pasión es más intensa. En nuestra sociedad, en el momento actual, es el modelo cultural del amor, el prototipo. Es el amor de las películas, de las teleseries y de las novelas rosa, de manera que – cuando la gente piensa en el amor de manera abstracta – es muy probable que esté pensando en el amor romántico. En el pasado – y en otras culturas en la actualidad -, cuando había mucho más condicionantes socioeconómicos y religiosos en este asunto del amor, el romanticismo quedaba circunscrito al ámbito de la novela o de la canción.
Los psicólogos Hatfield y Walster definen el amor pasional como un estado de intenso deseo por la unión con otra persona. Según estos autores las características de este tipo de amor serían, en primer lugar, un estado cargado de emociones y excitación fisiológica. Este estado de excitación emocional se ciñe fundamentalmente a la persona amada pero se extiende a casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Si el amor es correspondido todo parece más bonito, el invierno parece primavera y permaneces en un estado de felicidad casi completa.
En segundo lugar, el pensamiento del enamorado se dirige con mucha frecuencia hacia la persona amada, se tiende a idealizarla, a difuminar sus defectos  y a desear conocerla en profundidad.
Y, por último, la conducta. Se expresa afecto verbalmente, gestualmente y físicamente mediante besos y caricias y, según el antropólogo Desmond Morris, se manifiestan ciertos rasgos de conducta infantil. Se hacen manifestaciones materiales de cariño como regalos, se ayuda al otro en sus tareas o se proporciona apoyo emocional y moral.
Pero, ¿por qué se enamoran las personas?. Hay diversas explicaciones. Algunas hacen referencia a los orígenes evolutivos del amor, que está orientado a la búsqueda de la pareja adecuada para la procreación, la retención de ésta y el cuidado de la prole. Otros, como los ya citados, Hatfield y Walster, hacen hincapié en procesos psicosociales, en los que son muy importantes la cultura y sociedad en la que se vive. Yo personalmente creo que hay un substrato biológico muy importante, no olvidemos nuestra naturaleza animal y no lo digo de manera peyorativa ya que es muy divertido dejar salir de vez en cuando al primate que llevas dentro, pero la influencia social es tremendamente importante. Por eso la ceremonia de cortejo, los cánones de belleza, la formas de emparejamiento y todo lo relacionado con el amor en general, es tan diferente de una cultura a otra y si se lee un libro de antropología o ves ciertos documentales del National Geographic encuentras a este respecto las conductas más sorprendentes que puedas imaginar. Es tremendamente divertido.
Si la relación avanza, nos encontramos con el amor completo o con el amor compañero, o bien, en una primera fase se vive el amor completo para pasar al amor compañero pasados algunos años de convivencia.
El amor completo es el amor perfecto o casi perfecto, combina los tres componentes definidos por Steinberg, es bastante difícil de alcanzar pero todavía es más difícil de mantener en el tiempo. Suele producirse en los primeros años de relación, cuando una vez superada la fase de enamoramiento o de amor romántico con éxito, se adquieren compromisos de pareja con más o menos formalidad dependiendo de la cultura a la que se pertenezca, desde el matrimonio hasta emparejamientos con mayor o menor formalidad jurídica.
Con el paso del tiempo, los problemas cotidianos, los roces de convivencia, el simple devenir del tiempo, la rutina, la llegada de los hijos o, como dicen los expertos en bioquímica, que el cerebro se acostumbra a las drogas que el mismo secreta o, simplemente, deja de secretarlas, la pasión disminuye y, si se mantiene el compromiso y la intimidad, se alcanza el estado de amor compañero.
En el amor compañero existe una gran preocupación por la felicidad y el bienestar del otro, existe una profunda unión, se comparte todo, posesiones, conocimientos e intimidad. El tono emocional del amor es más moderado que el del pasional, aunque esto no quiere decir que la intensidad del amor sea menor, simplemente que la ternura, el afecto o la satisfacción son emociones más comunes que las pasiones extremas. Este tipo de amor es el típico de las relaciones duraderas, de los matrimonios que cumplen bodas de plata y oro.
En aquellas culturas en las que los matrimonios se conciertan por las familias, como pasaba antaño por estos lares, se puede alcanzar este estado sin pasar por la pasión. Y no resisto la tentación de comentar en este punto que, según nos dice la sociología de la familia, este modelo cultural actual del amor romántico muchas veces no alcanza el compromiso con lo que, una vez desaparecida la pasión, unido al hecho de que la incorporación de la mujer al mundo del trabajo ha traído su independencia económica y de que la sociedad civil se ha secularizado y el refuerzo religioso de ciertas conductas es mucho menor, es muy común que la pareja se desinfle. Sólo hay que mirar las estadísticas de separaciones y divorcios. Sin compromiso, a las primeras de cambio, cuando vienen los problemas, muchas parejas se truncan. Sin embargo, aquellas que están construidas en base al compromiso, como aquéllas que en ambientes rurales formaban nuestros bisabuelos, en las que las familias eran auténticas unidades económicas de producción, los vínculos eran muy fuertes, y las separaciones muy raras. No hay nada que una más que la propia supervivencia.
El amor fatuo es el que acaba en matrimonio enseguida, sin dar tiempo a que nazca la intimidad. Aunque se da en la realidad, es bastante hollywoodiense pues es el argumento de muchas películas del género de la comedia romántica. El ejemplo que se me ocurre es el del típico fin de semana en Las Vegas en el que un pastor de una iglesia inconcebible vestido de Elvis Presley casa al protagonista con una corista maziza de la que se ha prendado. ¿A que este patrón es reconocible en series de televisión y películas?.
El amor vacío es el amor de conveniencia, solo hay compromiso. Ambos cónyuges mantienen la relación sólo por motivos económicos o sociales, pero mantienen en la realidad vidas separadas, al menos en el ánimo. Si desaparece la causa o causas del compromiso, no queda nada que les una. El ejemplo típico sería el matrimonio burgués que mantiene la pareja por el “qué dirán” o por motivos económicos, pero también sería buen ejemplo, el matrimonio de conveniencia para resolver problemas de inmigración.
Del cuadro de Steinberg sólo restaría definir el hecho de gustar y el encaprichamiento. Gustar es un estado previo, existe cierto cariño y amistad que lleva a la sinceridad y al intercambio de confidencias, presentando cierto nivel de intimidad. El que esta situación de gustar pase a mayores ya es harina de otro costal. La cosa puede quedar en el trágico – sobre todo si el rechazado está realmente enamorado – del “Fulanito – o Menganita – es muy majo, pero …”. Ese “pero” tiene mucha semántica.
El encaprichamiento es también evidente, es el amor pasional puro, sin intimidad ni compromiso, es un viaje directo a la carnalidad que pronto se sacia y se termina después de nueve semanas y media. Aún así se pueden cometer las mayores estupideces en este estado.
Hasta ahora hemos visto los distintos tipos de amor de pareja basándonos en el gráfico de Sternberg, el artículo no quedaría completo sin comentar rápidamente las causas más comunes de ruptura, aún a riesgo de que reprochen – no sin razón – de que el artículo es demasiado largo.
¿Por qué se separan las parejas?, ¿qué pone fin al amor?. Existe todo un catálogo de razones que los psicólogos sociales han identificado en sus estudios. Los celos, la insatisfacción con la vida en pareja, la intimidad e implicación en la relación, la rutina y el aburrimiento, la evaluación negativa.
Estar celoso es un estado emocional negativo provocado cuando una persona percibe que su relación amorosa con otra se ve amenazada por una tercera, sea esta real o imaginaria. Los estudios realizados indican que las emociones típicas en estas situaciones son la ansiedad, la tristeza y la ira. La evidencia empírica indica que los celos tienen más probabilidad de presentarse en personas con baja autoestima.
Curiosamente los celos están muy mediatizados por la cultura a la que se pertenece, cuestiones que en una sociedad son fácilmente disculpables en otra son casi crímenes. Por poner un ejemplo curioso las fantasías sexuales con otras personas dejaban indiferente a los miembros de las culturas eslavas, sin embargo, los holandeses se ponían muy celosos, en cambio, bailar con otro cabreaba mucho a los eslavos y los holandeses ni se inmutaban. Eso entre dos culturas judeocristianas europeas, imaginaos las diferencias con respecto a las tribus de Papua-Nueva Guinea.
Otra cuestión curiosa y bastante controvertida entre los diversos autores se produce en torno a las diferencias de actitud ante los celos entre hombres y las mujeres. Diversos estudios indican que las mujeres experimentan con mayor probabilidad celos cuando sus compañeros desvían recursos hacia otra mujer, mientras que los hombres aparecen más preocupados por la infidelidad sexual[ii]. En todo caso, la infidelidad es un camino directo hacia la ruptura, pocas personas la aguantan.
El grado de implicación en la relación que percibe cada miembro de la pareja respecto del otro es, según los estudios, una de las variables más importantes en el mantenimiento duradero de dicha relación. Todo esto teniendo en cuenta que, según un principio psicológico básico, tendemos a dar más importancia a nuestras aportaciones que a las de los demás. Según la Teoría de la Equidad de Hatfield y Traupmann, la gente en una relación compara sus costes y beneficios con los de la otra persona. Si ambos están equilibrados, la relación produce satisfacción y, como resultado, tiene estabilidad.
Otra variable importante es la comunicación. Cuanto más expresan sus pensamientos y sentimientos, cuanto más afecto y comprensión muestran, más le hacen saber al otro que empatizan con él y suelen ser parejas más felices.
También es importante la semejanza. Las parejas funcionan mejor si proceden de ambientes culturales parecidos - las relaciones entre personas de nacionalidad distinta tienen que vencer barreras culturales -,  o de niveles de formación y socioeconómicos  semejantes. Además las parejas, de modo inconsciente, suelen ajustarse para alcanzar un mayor nivel de semejanza, se produce un proceso de cesión al otro de ciertas características de su personalidad. En castellano tenemos el refrán muy descriptivo de esta situación: “dos que se acuestan en el mismo colchón acaban siendo de la misma condición”.
La rutina y el aburrimiento es otra de las causas comunes de ruptura, si no causa directa si puede ser catalizador de otras causas más directamente implicadas en una separación. Aunque se suele citar mucho en las encuestas, no hay muchas experimentos que hayan corroborado está característica. Al parecer, lo que si se ha podido medir en lo estudios, es que las parejas que hacen muchas cosas juntos y tienen muchos en común tienen más probabilidad de durar.
Y por último, hay que hablar de la evaluación negativa. Todos hemos visto algún caso de este fenómeno. Cuando una pareja ya lleva años de convivencia y hace tiempo que pasó por la fase pasional, los defectos del otro – antes ocultos por el velo del enamoramiento – se hacen patentes. Pero, en vez de comprender y aceptar y tener en cuenta que no todos somos perfectos o intentar arreglarlo con la comunicación, se comentan en público, haciendo público escarnio del otro. Este es un camino directo y seguro hacia el conflicto o, cuando menos, un ataque a la autoestima del otro.
Yo no soy nadie para dar consejos, lo que a mi me ha ido bien, no tiene por qué funcionar en otros casos, mis intereses personales, mis carencias, mis virtudes y mis necesidades se acaban en mí, así que no puedo proporcionar una receta mágica para que las parejas funcionen. De todas formas hay una serie de consejos universales que los padres suelen comunicar solemnes a los hijos cuando se casan: el amor, el cariño, la ternura, la complicidad, el respeto mutuo.
Yo añadiría a esa receta dos ingredientes, el primero – se lo oí a Glen Close en una película – todos tenemos días malos. Pues hay que procurar tenerlos en días distintos a tu pareja y comprender cuando el otro está encerrado o atrapado en uno de esos días. El segundo, se lo oí a Paco Rabal en una entrevista, él – que por lo que cuentan no fue un buen ejemplo de marido y en absoluto me parece una conducta a imitar – decía que se había reenamorado varias veces de su mujer a lo largo de la vida. Y reflexionando me dí cuenta de que yo me había reenamorado también varias veces de la mía, no con la pasión de la juventud pero si volviendo a amar todo aquello  que tiene de maravilloso, que es mucho. Quizás ese sea el secreto de una relación larga.
Juan Carlos Barajas Martínez
A Marisa, mi esposa, mi mujer, mi vida.
Bibliografía:

Morales J.F., Huici, C. y cols.Psicología socialMcGraw-HillMadrid 1999

Luis Garrido y Enrique Gil CalvoEstrategias FamiliaresAlianza EditorialMadrid 1993
Notas:

[i] Este artículo está centrado en el amor entre dos personas de distinto sexo. En el caso de la homosexualidad – según autores como Peplau y Gordon citados por Morales y Huici - el proceso es muy parecido, si bien algunos aspectos de tipo cultural, y social, por ejemplo, las actitudes de rechazo, influyen en el desarrollo de la pareja y en sus manifestaciones.[ii] La razón para esta conducta diferente estriba, según los psicólogos evolucionistas, en los diferentes roles que hombres y mujeres han desempeñado durante la evolución de la especie. El hombre más preocupado con su herencia genética y la mujer más preocupada por la supervivencia de su prole
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