Revista Cultura y Ocio

El Argumento de lo Numérico Ilimitado

Por Daniel Vicente Carrillo

Decir que la realidad es múltiple y que no es numérica resulta contradictorio, ya que la multiplicidad presupone al número. Se sigue, pues, que es numérica.
Ahora bien, los números tienen límites y el infinito no, por lo que los números no son en sí mismos infinitos.
Luego, si la realidad es numérica y los números no son en sí mismos infinitos, sino que sólo pueden serlo como colecciones, cabe inferir que o bien la realidad no es infinita (es numérica pero limitada) o bien que es finita e infinita (es numérica e ilimitada). 
Por tanto, si la realidad es infinita en acto, será finita por dentro, al estar constituida por números, e infinita por fuera, al carecer de comienzo y de fin, que es tanto como decir que será en sí misma finita y en sí misma -y no como colección- infinita. Dado que esto es absurdo, debe sostenerse que la realidad es finita.
Esta conclusión no aplica a Dios, que es al mismo tiempo numérico e ilimitado, pues la unidad absoluta no tiene límites. Dios puede serlo todo simultáneamente y en grado supremo sin contradicción. No así la realidad, cuya existencia misma exige que se den opuestos: lo que fluye y lo que no fluye, lo pasado y lo porvenir, lo que actúa y lo que padece.
Contémplese ahora lo siguiente: Lo finito presupone lo infinito porque, de no coimplicarlo, lo finito sería ilimitado y por ende infinito. Si sólo hubiera un número, y éste no podría ser otro que la unidad, que es el número cercenado de todo número, sería infinito, habida cuenta que el único fin de un número es el que le impone otro número.
Establecido que la realidad es finita y existe y que lo finito presupone a lo infinito, queda probada la existencia de un ser infinito no identificable con la realidad, al que llamamos Dios.

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